Opinión Nacional

Y por qué?

Y por qué? Probablemente sea esta la interrogante mas simple en cuyas respuestas puede estar todo el modo de asomarnos al mundo, de intentar descubrirlo, de intentar definirlo, quizá también de explicarnos nuestras relaciones humanas de toda índole,  en fin, en sus respuestas quizá esté todo el discurso del mito, el saber que el hombre ha conquistado, el conocimiento científico, las tecnologías, la filosofía. Las cosas también de la  vida y la muerte, de la las cosas sencillas y complejas de la vida cotidiana y las diarias acciones que suscitan.  No se si el arte lo haya movido la misma interrogante, pero quizá el artista se las formula de diversa manera, viven en él, y en el proceso de hacer su creación le es indiferente la  definición de cuanto se hace vida artística en su obra, sea plástica, música, danza, literatura, etc. Quien sabe si el artista en eso de crear es igual a Dios: ver al final de cada obra que era buena, tal cual hizo Dios al haber concluido cada día su obra y,  al contemplarla, vio que era buena, y luego de ello, proseguía. Solo él sabrá por qué no siguió, si porque consideró que ya era suficiente o quizá porque estaría cansado o, pudiera ser creíble, por prevención, pues aun cosas buenas pueden ser o resultar  malas, quizá el hombre pueda ser la evidencia mas completa.  Pero el tema de hoy en modo alguno tiene que ver con esas grandes interrogantes, que de lo dicho se infieren o están ya a la vista para buscar respuestas.   

            Quizá sea la casa en lugar del comienzo.  Nos ha tocado de cerca la muerte pues siempre está viviendo a nuestro lado. Cuando se muere el hijo, el dolor sin fronteras  impulsa peguntar a Dios, por qué el mío, tal como si el dolor de la muerte fuese ajeno al vecino  sobre el supuesto, sin decirlo, que nos parece exclusivo de quien por su tragedia la padece. Por qué a los buenos se los lleva dios antes, así decir oímos, pregunta que parte de un reconocimiento, la cualidad de bueno de quien Dios habría invitado y que los malos viven mas tiempo sin reparos, pero el reclamo va mas lejos, es un reproche a Dios en doble manera, por una parte a él le complacería estar con los buenos y por la otra, casi como si la vida terrenal fuese un premio al mal o fuese este vivir un tiempo de castigo.  Monstruosas aberraciones, que se yo, como el parricidio, el filicidio, matricidio, el crimen planificado con deliberado cuidado, reclaman sus porqué y no son suficientes las aclaratorias del psicoanálisis para comprenderlas. Preguntas no menos duras, en su aparente sencillez, son las del tipo por qué se odia, por qué se ama. Podría establecerse, casi sin error, que al menos es más fácil decir por qué se odia, que causas, cosas, motivan ese odio contra el otro, y a veces ese otro pudiera ser uno mismo, pero, no es tan sencillo saber por qué  se ama. Cuanto se ama?  Problemas del lenguaje, de entrada? O cuestiones mayores para las cuales las respuestas  habidas son insuficientes, sabemos sí que amar y odiar son antónimos. Odiar es comprensible  casi como una relación de causa-efecto. Pero, de amar sabemos tan poco,  tan poco que incluso las relaciones que pudiésemos  agrupar como causales no soportan la elemental contrastación. Decimos que las relaciones consanguíneas, padres, hijos, hermanos, pudieran ser naturales “espacios” para el amor.  Pero las observaciones empíricas demuestras la inconsistencia de esa posible causa, en efecto, el parricidio, filicidio, fratricidio, etc., son evidencia de que la afirmación no es universal. Puede decirse  que se ama y hay causas o cosas naturales que al amor fecundan,  a simple ejemplo,  las parejas no podrían amarse si no estuviesen dotados de órganos sexuales y del aparato endocrino biopsíquico, etc., para compartir, para vivir juntos para reproducirse,  pero, de nuevo, esta afirmación tiene severos limites, la permanencia en el tiempo de las parejas se va haciendo  asexuada, o se puede tener un mundo de sexualidad sin amor, y sin nada, incluso  sin placer, mera rutina o cosas de oficio.  En nuestra cultura occidental, judeocristiana, grecorromana, y algo mas, el amor es una galaxia donde él existe sin peso, medida, pero con sujetos y objetos, actores y receptores del amor, que puede ser reciproco.    

            Por otra pate la oposición amar/ odiar podría ayudar pero no es consistente. Como dije, éste es siempre causal, el otro no responde a esa caracterización. Quizá otro verbo nos ayude mas.  Querer y amar. Amar y adorar. No vamos lejos tan lejos, pero quizá para adorar ya  es condición necesaria una actitud de inclinación ante Dios, su sumisión a él, en cambio, en el universo judeocristiano Dios dispuso como primer mandamiento amar a Dios sobre todas las cosas, y es también del Antiguo Testamento el mandato de amar al prójimo como a sí mismo.  Ambos mandatos son esencialmente uno, para amar al propio Dios, que es otro de mí distinto, mi primer prójimo, he de amarme a mí mismo, si no  existe ese amor, puede ser otra cosa, por ejemplo, idolatría. En cambio querer es un verbo modal por excelencia. En lenguas como el alemán y el inglés querer es  muy especial. Sea la referencia, pero también en castellano lo es. Quiero ir al cine, quiero jugar, comer, quiero hacer el amor, te quiero…etc., el verbo puede expresar deseos, ganas de, pero lejos muy lejos está de implicar, por definición y uso, amar. Amar es un compromiso, es pertinencia, es vivencia inmedible, su realización se encuentra en la fe y en los hechos que a aquella acompañen. Amar a Dios y al prójimo no son formas de cortesía, son modos de ser, son vivencias, es un modo de existir y hacer que sin decisiones articuladas lógicamente, existen y se sienten. Se viven, se palpan. Amar es asumir el compromiso, querer puede ser rehuirlo o vestir de elegancia la hipocresía. Querer es amor virtual, amar es el amor real.  

            Viene a cuento esta preocupación, porque desde hace tiempo busco como resolver inquietudes de mis nietos, alguna vez de mis hijos, cuando eran niños y creían en mí e incluso, podía engañar y hoy desengaño,  pero que ahora tienen que saber distinguir lo que es amar y lo que es querer. Lo que es odiar lo que es rechazar. Son frecuentes las interrogaciones y hasta ahora mis propias respuestas las  veo mas cercanas a la ignorancia, incluso  mas propias de la estupidez que a la lucidez. En efecto, qué decir a quien dice, papá yo amo  a mama y a usted lo quiero mucho. Yo amo al presidente porque es bueno, yo quiero que se muera porque es malo. En este caso la cuestión es sencilla.  El amar está unido al valor de bondad, el querer a un anhelo de justicia, si  asumimos que la justicia tiene como una de sus virtudes sancionar a quien mal hace y, en consecuencia, advertir, prevenir para que no se repita la acción del mal. Y hay, además algo de cuantitativo en el querer. Amar es sencillamente inmensurable, solo podría ”medirse” como metáfora. Por ejemplo, te amo como la noche al día, te amo con todas las fuerzas de mi corazón, de mi alma y otras expresiones cursis o bellas.  En cambio, es claro decir, quiero un  vaso de agua, un chocolate. Quiero que te vayas. Que no vuelvas.

            En el universo político este problema es más complicado. Las relaciones con el líder mesiánico no incluyen amor, aun cuando el “creyente” tenga fe en él. Y no puede haber amor porque éste es absolutamente ajeno a la recompensa, la adoración, en cambio, puede implicar reclamo de  satisfacciones, que tienen en el milagro su acabada expresión. Parte fundamental de nuestro pueblo quiere a Chávez, y tanto mas lo quiere cuanto mas es la oferta que da respuesta con la palabra a injusticias que pesan como un espeso fardo de mercurio cargado a cuestas. La satisfacción muy parcial de algunas propuestas para superar injusticias, las misiones por ejemplo, el pago del seguro, son “milagros” que los otros no hicieron; pero la fortaleza de Chávez es hacer crecer el querer, el yo te quiero Chávez, porque exacerba instintos primarios creados y asimilados por el peso del tiempo en un tiempo largo que no pasa y sí pesa.  Quién no quiere salir de la miseria, de la pobreza, quien no quiere salir de su infierno?. Todos de una u otra forma queremos eso, Chávez sabe que esto es, como quien dice,  ontogénico y que se puede cultivar para hacerlo crecer. El único camino posible es trasladar la culpa del daño que el desposeído, el pobre,  el miserable, sufren, padecen a otro, el oligarca, el burgués,  el imperio. Y, entonces, mediante el lenguaje se va creando el deseo cada vez mayor de odiar y entre quienes odian se van creando relaciones cuasi afectivas, sustentadas no en el amar al prójimo como a si mismo, sino en el interés de querer destruir al otro y ese querer compartido genera entre ellos la pseudo solidaridad.

            Probablemente el trabajo honesto, la concreción racional de proyectos vaya creando una sociedad donde el amor pueda vivir en paz o digo mejor donde la paz haga posible amar. Y  para que haya paz, el ser humano reclama tener respuesta a sus necesidades, digo mas, superar sus necesidades y dar respuestas a  las que  nuevas nacen, porque el nivel de satisfacción anterior era incompleto y se proyecta en movimiento perpetuo. La paz es no padecer angustias, persecuciones, inseguridad, es tener salud, tranquilidad, en fin libertad. La libertad y la paz son sinónimas,  no es exactamente eso, son en esencia una identidad vestida en la palabra de diverso sonido.  Y creo, que la paz, o sea la libertad, el goce de la vida, se alcanzará cuando hayamos superado el querer y hayamos conquistado el amar. Pasar del yo te quiero, elegante, cortés, al yo te amo, sencillo, transparente.  

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