Queremos política
En el contexto político venezolano se habla mucho, se especula por naturaleza y se hace poco. Los ciudadanos pagamos por partida doble no sólo nuestros errores sino los de la clase dirigente que con sus desaciertos, escasa visión, limitaciones y vicios terminando destruyendo a la política como espacio y actividad noble que hoy se traduce en incertidumbre, corrupción y demás aspectos peyorativos que no se corresponden con otrora épocas tanto mundial como nacional. La nobleza que definió a la política en tiempos pasados hoy ha sido sustituida por el puro interés, el pragmatismo, la búsqueda inusitada de enriquecerse por medio de la política, y fundamentalmente de un cargo o majestad. Lo cierto del caso es que la política ha sido en algunos de nuestros países latinoamericanos, degradada, banalizada, socavada en sus principios y contenidos, al igual que la democracia, tanto en su dimensión ideal como en su dimensión real o régimen político.
Si alguna idea esta clara por parte de los diversos pensadores y autores desde los griegos hasta nuestros días, es que sólo en la actividad política y en la interacción respectivamente es que el hombre se hace plenamente libre, y por lo tanto plenamente ciudadano, y no contrariamente. La política y la democracia deben ser ante todo ámbitos, procesos, contenidos y categorías que liberen, doten al ciudadano de valores, de ideas, de propuestas y no lo envilezcan y lo disocien de la vocación se servicio y del altruismo que debería estar presente como ingrediente de un buen ciudadano y una buena sociedad.
Eso es, por lo demás, lo que para los griegos significaba que el hombre fuera naturalmente político, no que lo fuera “desde siempre” o “desde el origen”, sino que fuera sólo allí donde los hombres pudieran alcanzar el conjunto de las potencialidades a las que estaban destinados por su condición. Esta manera de pensar la política está, desde luego, muy lejos del que caracteriza a los tiempos de hoy, que por comodidad o rapidez solemos llamar tiempos modernos. Lo cierto del caso es que para los hombres modernos la política no es, como para los antiguos, una actividad natural, sino, al contrario, un artificio, un producto, una receta que se eleva y produce precisamente contra la naturaleza de los hombres.
La política hemos señalado es una actividad de lucha y al mismo tiempo de donación al mundo social como proyecto colectivo. La política concebida como terreno de discusión de proyectos y de lucha por el sentido colectivo, ciudadano y cívico debe ser repensada frente a los signos de malestar de la política y el vaciamiento de la democracia como ideal de vida y como tipo de ordenamiento político que registra Venezuela. Con pesar observamos como el país enarbola una política populista emborrachada con un petróleo alto, pasividad, corrupción por un lado, y una porción de la población que estudia, trabaja, se esfuerza y desea otro país por otra parte, y por ende se resiste a aceptar a la ineptitud, la ineficiencia y corrupción como vértices. Frente a esto surgen algunos esfuerzos que veremos si se convierten en opciones reales de poder y fundamentalmente de cambio que devuelvan la nobleza y servicio que la política tuvo anteriormente en Venezuela. La elección del domingo 7 de octubre de 2012 será una prueba.
Profesor de la Universidad de Los Andes. E-mail: