Autonomía universitaria (4)
La pretexto de Rómulo Betancourt y demás miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno para rechazar la autonomía fue la de que esta podría facilitar la elección de autoridades reaccionarias, lo cual era incompatible con la nueva realidad del país, en que se había impuesto un gobierno revolucionario y progresista. Argumento especioso, que no fue sino la expresión, una vez más, del propósito de todos los gobernantes, de derecha o de izquierda, de controlar la enseñanza universitaria.
Sin embargo, el Estatuto de 1946, aunque no contemplaba la autonomía, estableció, por primera vez en Venezuela, la representación estudiantil en el Consejo Universitario, los consejos de facultad y los consejos de escuela, y consagró, además, la libertad de cátedra, consustancial con la autonomía y una de sus bases fundamentales.
El Estatuto de 1946 trajo graves problemas en las universidades, pues permitió la excesiva partidización política de la vida universitaria, con altos niveles de pugnacidad. Lo cual no podría achacarse sino a la mala actuación de los partidos, que casi nunca han comprendido la alta función de los planteles universitarios, ni cómo debe ser la actividad política en el seno de las universidades, inevitable por razones obvias, e incluso positiva si se aplica de manera racional y constructiva. Además, aquella pugnacidad en el seno de las universidades no fue sino el traslado a estas del clima de sectarismo y demagogia populista provocado por la actuación del gobierno sedicentemente revolucionario. Semejante situación produjo un gran desprestigio de las universidades.
El derrocamiento, el 24 de noviembre de 1948, del gobierno de Rómulo Gallegos produjo nuevos disturbios estudiantiles en las universidades. Sin embargo, la Junta Militar de Gobierno, presidida por el coronel Carlos Delgado Chalbaud, siendo ministro de Educación el profesor Augusto Mijares, mantuvo en vigencia el Estatuto de 1946.
El clima conflictivo en las universidades se fue agravando, y la Junta de Gobierno, presidida por el Dr. Germán Suárez Flamerich, constituida a raíz del asesinato de Delgado Chalbaud, en noviembre de 1950, decretó, el 17 de octubre de 1951, la intervención de la Universidad Central de Venezuela, designó un Consejo de Reforma, presidido por el médico Julio García Álvarez, y derogó el Estatuto de 1946. Esto agravó el conflicto estudiantil, al cual se sumó la renuncia de una gran mayoría de los profesores, lo que determinó que el gobierno dispusiera el cierre de la UCV por tiempo indefinido.