Opinión Nacional

Invertir en conocimiento o despilfarrar en ideología

Invertir 35 mil millones de Euros en “materia gris” y “economía verde” es la propuesta de la Comisión de Endeudamiento Interno presidido por Alain Juppé y Michel Rocard para “construir la Francia del mañana”. Tanto la educación superior, como la investigación se llevan un porcentaje importante en el nuevo modelo de desarrollo. En Francia, como en otros países, están invirtiendo en la sociedad del conocimiento.

Durante tres meses, esta comisión recogió más de 300 contribuciones de científicos, empresarios, industriales, profesionales, empleadores y sindicatos, aparte de reunirse con otras 200 personas de diferentes campos, todo esto para buscar consenso a la propuesta. Los medios de comunicación han dado acogida a estudiantes, empresarios, políticos y ciudadanos de a pié para recoger ideas y críticas, convirtiendo este proyecto en un tema de opinión pública. El informe final, consta de 128 páginas que contempla los objetivos y tiempos para su cumplimiento. Se trata de un pote financiado con fondos locales, Unión Europea y empresa privada, donde las obligaciones también podrán ser adquiridas por particulares. Este gran empréstito nacional se estima que llegará a una inversión total de 50.000 millones para cubrir todos los rubros contemplados en el plan.

 

La tajada del león para el conocimiento

 

La comisión recomienda al Estado invertir 16.000 millones para que Francia continúe siendo «el gran país del conocimiento», “ponerse al día en tecnología, retener y atraer a los mejores talentos”. Propone además aportar un capital de 10.000 millones, para una “agencia nacional con el propósito de lograr la excelencia de los campus universitarios”. Se financiará la transformación de cinco a diez instituciones de educación superior y de investigación, seleccionados por un jurado internacional, convirtiéndolos en “campus multidisciplinarios del saber, capaces de competir con los mejores del mundo”, refiriéndose a Oxford, Cambridge, Harvard, Massachusetts Institute of Technology o Berkeley.

“Se planificarán cinco campus para la innovación tecnológica, que acogerán tanto a instituciones de formación como a empresas públicas y privadas de investigación tecnológica, así como a laboratorios de investigación aplicada e industrial”. Se dará especial atención a la difusión de la cultura científica entre niños y jóvenes, especialmente a las mujeres.

El Comité también alienta al Estado a invertir un total de 19.000 millones en los sectores y

tecnologías en el que Francia ya está posicionada y que mejorarán la calidad de vida de los franceses en los próximos 20 años. Cabe decir que en el último Eurobarómetro, el 75% de los franceses están contentos con la calidad de vida en su país. Otro dato interesante es que la producción agro-industrial de Francia triplica la demanda del mercado interno.

Entre las grandes prioridades están : “el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas que se dediquen a la innovación”; “acelerar el desarrollo de las ciencias vivas”; “desarrollo de energías alternativas y vehículos eléctricos o con energía limpia para el transporte colectivo y urbano”; “hacer emerger las ciudades del mañana mediante un diseño urbano sustentable y redes sociales activas”; “invertir en el desarrollo informático”; “en la investigación biomédica, nuevos equipos e instrumentos”; “gestión sostenible de los residuos”; “tecnología digital de alta velocidad” para la industria aeroespacial, entre otras.

El debate se abrió el año pasado y como sucede en una democracia normal, la opinión de sus detractores y opositores son tomadas en cuenta para el consenso que implica la voluntad y unión de todos los ciudadanos para construir un país.

 

Modelos fracasados y el riesgo de desaparecer

 

El mundo está transitando de una economía de bienes básicos a una Economía del Conocimiento. “Aquellos pueblos que siguen tratando de competir vendiendo materias primas sin conocimientos, son cada día más pobres. Una economía no solamente puede mover la riqueza física, reservas e inversiones, sino que también puede mover la riqueza intelectual (J. E. Cabot, Los imperios del futuro).

Una sociedad que no se encuentre en este momento ensayando modelos alternativos para su futuro, en un franco proceso de reposicionamiento ante un entorno de incertidumbres y amenazas globales, será un país frágil o en vías de extinción. Esto será así, de seguir en manos de políticos y líderes ignorantes, incapaces de entender y gerenciar con eficacia a sociedades modernas que en este momento están tratando de sacudirse modelos obsoletos de economía y política, no me refiero sólo al socialismo real, que comprobadamente fracasó, pues solo era la fachada totalitaria y dogmática de una economía sin libertad ni eficiencia, de un Estado que asfixió las libertades individuales a través de un eficiente aparato represivo, mientras creaba un mundo ilusorio a base de slogans, donde degradaron y asesinaron a millones de personas en nombre de un “elevado sentimiento moral” y “la lucha por el hombre nuevo”.

Pero también nos encontramos frente a esas abstracciones económicas insostenibles que están colapsando por igual, plagadas de creciente inflación y desempleo estructural, donde se confunde a la gente hablando de consumo y prosperidad, cuando disminuyen los índices de desarrollo humano y se hace todo lo contrario a la producción sostenible de bienes y alimentos, se expolia al medio ambiente y se agotan los recursos naturales no renovables.

Ante la enorme crisis global, el costo de la energía, el agotamiento acelerado de los recursos naturales, así como el descontrol climático y el desastre ecológico producto de la irracionalidad del sistema, muchos coinciden en sus críticas tanto a las ideologías de izquierda como al neodarwinismo económico, pues lo que es necesario plantearse y debatir, es qué vamos a hacer para construir sociedades post-industriales. Ya en los centros de pensamiento se habla de Economía Terciaria, así como de la necesidad de un “SHE-future” o futuro ecológico- humanístico, amén de la necesidad de desarrollar aceleradamente modelos y energías alternativos. Si bien se puede criticar las inconsistencias y desigualdades de la era industrial y de la globalización, hay que pisar tierra para retomar lo positivo y recuperable de éstas para así innovar y crear a partir de los errores pero en especial de los logros y avances del presente, modelos sustentables hacia el futuro basados en los progresos del conocimiento y la información, así como de todas las herramientas que brinda la era industrial antes de su anunciado declive. Entre otras, construir más y mejor democracia y el reforzamiento de los derechos civiles a través de más y mejor ciudadanía. Más ideas y menos ideologías.

En Venezuela, muchos comparten la percepción de habernos quedado rezagados en relación al dinamismo de otras sociedades. Pareciera que las tendencias de la modernidad son ignoradas por quienes hoy deciden los destinos de este país. Los que tienen la responsabilidad de gobernar, han confundido visión de país con utopía, han agotado inmensos recursos y un valioso e irrecuperable tiempo en ideologías y modelos fracasados, en mitos populistas que contradicen toda creación de valor.

Convivimos con una izquierda militarista y enloquecida que aun piensa y habla de socialismo utópico y de socialismo real, que propone un pensamiento único, que desea la sociedad uniformada, la disidencia, sea de izquierda, centro o derecha, estigmatizada y mejor eliminada. En su arrogancia e ignorancia, han borrado arbitrariamente los límites entre gobierno, Estado y nación. Han destruido las instituciones que significan la supervivencia de los derechos del individuo y al final de cuentas, de la sociedad misma. Han convertido a la libertad de expresión en una especie en vías de extinción.

En su fanatismo, han excluido a una parte de la población, especialmente a gerentes, investigadores, científicos, técnicos e intelectuales que representan los activos más valiosos de cualquier país, quizás imitando el grito de “muera la inteligencia” que exclamó aquel general del ejército fascista español. Han negado la posibilidad de un pacto social, que es la única herramienta de búsqueda de soluciones colectivas concertadas para aglutinar las individualidades en una causa común de país. En pocas palabras, han roto la cadena ecológica de la democracia en un despropósito desatinado y nihilista. En vez de invertir en conocimiento y tecnología, el gobierno de Chávez se ha empeñado en copiar el modelo cubano y el soviético, así como los métodos de represión y control de la disidencia de la Alemania del Este.

Sobre los países que se han quedado en sus “bunkers conceptuales”, Cabot afirma: “Imagine un país sin democracia, donde el control de todo – escuela, radio, televisión, prensa, empleos, de la población – lo tiene el gobierno. Ese país era Alemania del Este y, en tan solo nueve días, desapareció. Si un país puede desaparecer en nueve días, hay países frágiles. Sin embargo, es una fragilidad que no es exclusiva de los países comunistas o de las naciones pobres. Nadie es inmune a esto. Las naciones desaparecen cuando hay disonancia entre lo que se dice y lo que sucede, entre lo que se promete y lo que se da. Los himnos, las banderas y los slogans son cosas artificiales, mitos e identidades que se generan para unir a un país, pero no son suficiente para mantenerlo vivo. ¿Cuál es la solución a esa amenaza? Exhortar a superar la pobreza mental.

El renacimiento es posible si los formadores de opinión, los dirigentes y el capital social del pueblo se comprometan a revisar las ideas primitivas para corregir el rumbo incierto que ha predominado hasta el presente. En diez años un país puede alcanzar el desarrollo si se lo propone” (Cabot).

Luego del despilfarro de 900.000 millones de dólares, de los cuales Chávez regaló cerca de 53.000 millones (el equivalente al actual plan francés) a sus camaradas de varios países afines con su ideología  y luego de diez años a la deriva, sin objetivos ciertos de desarrollo, Venezuela está comenzando a sentir y a estremecerse en su propia fragilidad.

La pregunta es entonces ¿desaparecerá Venezuela? Eso lo decidirán los propios venezolanos. Nunca es tarde para abrir los ojos a las nuevas tendencias, para la reingeniería del pensamiento, para el reposicionamiento y la reconducción del país. Para eso es necesario que se unan las inteligencias y las voluntades de los que desean reconstruir el país, a través de una causa que conmueva y movilice permanentemente a la gente en defensa de la democracia amenazada, que logre suplantar las frases fabricadas, las creencias aprendidas, los dogmas anacrónicos, las conjeturas confusas sin esperanza de realización por ideas constructivas e innovadoras, planes y proyectos racionales, inteligentes y convincentes, capaces de aglutinar y devolver la confianza a los ciudadanos frustrados de uno y otro bando, fomentando la capacidad de sinergia y solidaridad ante el futuro.

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