Opinión Nacional

APRAMP, contra la trata de mujeres

Cuando hace 23 años conocí la labor de Rocío Nieto, con su organización para la prevención, reinserción y atención de la mujer prostituida, APRAMP, compartí con ella la riqueza de voluntarios bien preparados que nosotros teníamos en la ONG Solidarios, por trabajar desde la universidad. Pusimos en práctica que la primera cooperación hay que hacerla entre cooperantes. Y que el mejor destino de los voluntarios sociales es en aquellas asociaciones serias y bien organizadas.

No se trata de que algunos “pesquen en pecera” y que se aprovechen de la generosidad de tantos jóvenes para imbuirles ideologías políticas, sociales o religiosas. A un voluntario social le mueve la pasión por la justicia, sin esperar nada a cambio, por el placer de compartir.

Nosotros, los iniciadores de OSC, tenemos que preparar el relevo y formar a responsables idóneos para continuar el servicio que nos honra.

La asociación atendió en España, el año pasado, a 1.600 prostitutas, el doble que en 2007.

La directora destaca de APRAMP su unidad móvil, “que se adentra por las noches en los polígonos industriales, clubes y saunas”.

Dirige, desde hace 25 años, esta aventura en la que empezó sola y sin ayuda. Es trabajadora social, titulada por la Universidad de Comillas, casada y con familia que comenzó su labor hace casi 40 años, con grupos de mujeres que sufrían violencia doméstica. Después, con niños con discapacidad mental. También estuvo en Proyecto Hombre, una ONG que atiende a toxicómanos. A principio de 1985, observó por primera vez las caras de las mujeres que se prostituían en las calles. Le impactaron. Primero conoció a las mujeres españolas, después a las demás. Hoy son las africanas las que más están en las calles. Le impresionó la vulnerabilidad, la falta de políticas públicas para atender a las mujeres prostituidas. Ahí inició el camino de APRAMP. “No había nadie que me apoyara y que apostara por este proyecto. Cuando les decía a los demás que mi labor era trabajar con mujeres prostituidas me decían: ‘Déjalo, ¿no ves que ellas son prostitutas porque quieren?”, cuenta Jéssica Zermeño en su reportaje.

Los meses siguientes se reunió con mujeres prostituidas y les preguntó qué les preocupaba. Como resultado de esas charlas Nieto puso en marcha un servicio de guardería para los hijos de estas mujeres y organizó talleres de formación para el empleo. Hoy tiene cinco centros de acogida, da apoyo jurídico y ofrece clases de castellano. También tiene un taller de costura en donde trabajan 50 mujeres haciendo arreglos de ropa.

Rocío lamenta que en estos 25 años la trata con mujeres para su explotación sexual ha crecido y el número de actuaciones que realizan en defensa de las mujeres forzadas a la prostitución se ha multiplicado por cinco. Capitana de un barco que hoy tiene una tripulación de 55 personas entre administrativos, educadores y orientadores que trabajan  con mujeres que se prostituyen en las calles muchas de ellas víctimas de trata por explotación sexual. Su objetivo es que encuentren otro medio de vida. APRAMP atiende a diario entre 250 y 280 mujeres en las oficinas, los pisos de acogida y la unidad móvil, una furgoneta que visita las zonas rojas de Madrid. Otras 82 mujeres están en lista de espera para los pisos. “Ellas no van a venir. Nosotros tenemos que acercarnos”, dice convencida.

Tan apasionada por su trabajo que a veces se monta en la unidad móvil y sale a la calle. No olvida el duro comienzo, cuando dormía en el único centro de trabajo que tenían, o las ausencias a cenas familiares porque a alguna mujer prostituida le habían dado una paliza y ella tenía que ayudarla.

“El mejor momento de mi vida fue cuando nació mi nieto. Es lo mismo cuando la niña de una de estas mujeres nace. Es como de mi familia”. ¿Y el momento más triste? “Cuando alguna vuelve a la red de prostitución, lo que ha pasado 14 veces de entre las 3.500 mujeres que han pasado por APRAMP. “La mujer prostituida es la invisible de la sociedad. Nadie la quiere, por eso yo no me canso de ayudar. Es una labor de nunca acabar”, concluye.

También trabaja con prostitutas en su lugar de trabajo, en locales cerrados, clubes y pisos de masajes. Para ello se ponen en marcha unidades móviles con las que llegan a ellas y que generen la confianza necesaria para garantizar el acceso y la llegada a un recurso de este tipo.

En Solidarios siempre hemos admirado la labor de Rocío y de su asociación porque demuestran que, junto a las protestas, es posible aportar propuestas alternativas.
(Centro de Colaboraciones Solidaria)

 

 

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