Opinión Nacional

Viviendas en Fuerte Tiuna

Toda la historia de las viviendas contratadas a Rusos y Bielorusos requiere una consideración especial. Y no sólo por lo absurdo del asunto sino por el silencio del pelotón de arquitectos que siguen fieles al gran improvisador.

Tocar el patrimonio territorial de la base militar de Fuerte Tiuna es una decisión importante, necesaria, esperada durante años y demostrativa de lo que he llamado falta de coraje político de la Cuarta. Decisión análoga a la de sacar el aeropuerto y la pista de La Carlota y a la de abrir a las ciudades y a las necesidades civiles otras bases militares (como albergar damnificados por ejemplo). Asunto que era visto con temor reverencial por el contexto político de la Cuarta. Eso debe aplaudirse sin reservas. Pero no lo que acompaña a la decisión.

Porque es un exabrupto basado en la ignorancia y la búsqueda de impacto político puertas afuera, comprarle (¡siempre comprar!) sistemas de construcción de viviendas a mediocridades planetarias en ese campo como los rusos y sus ex-aliados soviéticos. Y encima de eso, puertas adentro, hablar de construir viviendas en un sitio tan estratégico sin mencionar las necesidades globales de la ciudad. ¿Eso no era lo que los asesores-arquitectos criticaban  en el pasado?.

Porque muy pocos defienden hoy lo que se hizo en la Unión Soviética en materia de vivienda. Los avances en prefabricación, por ejemplo, fueron sobre todo franceses, porque en la órbita soviética la tecnología se estancó. Y esa tradición no ha cambiado significativamente  en la Rusia actual. Recuperar la dignidad de los enormes bloques anónimos de los tiempos soviéticos ha implicado enormes costos, particularmente en Alemania. Y como muestra pudiera hablarse, a propósito de la crisis de los gitanos, de como éstos viven hoy, miserables, en los ghettos de bloques de vivienda de la era soviética rumana. Sin condiciones favorables a la vida urbana, de ínfima calidad, derruidos.

Allá ellos

Cuando el Jefe para justificar sus convenios internacionales dice que “los empresarios venezolanos no son capaces”, actúa una vez más  con hipocresía. No lo son si se seleccionan sólo por su confiabilidad política. Y tampoco si no existen normas mínimas a cumplir, ni exigencias sobre los servicios urbanos que la vivienda requiere. El Estado que él dirige a su voluntad exclusiva, no ha sabido crear esas condiciones.

Y por supuesto, rusos y bielorusos habrán aprovechado su actitud de comprador compulsivo  para vender sus obsoletas instalaciones industriales de prefabricación pesada como un asunto colateral a la venta de tecnología termonuclear. Alta tecnología junto a tecnología desechada para completar el paquete comercial. Vendida a un país que no sabe recoger y procesar la basura, que no mantiene las plantas termoeléctricas convencionales. Cuya dirección política se basa en  gestos publicitarios.

¿Y qué dicen los arquitectos afines al régimen?

Nada. Algunos son profesores de la UCV, o Premios Nacionales, y hasta los hay con experiencia en cargos académicos directivos. Y se callan. ¿Elogiarán en sus cátedras la historia soviética de la vivienda, como lo hacían los más viejos en la Facultad de Arquitectura, durante la llamada “renovación”, hace cuarenta años? ¿Pondrán como ejemplo la presente experiencia rusa o bielorusa? No lo harán para no desacreditarse aún más.

Pero olvidémoslos y que los olviden los estudiantes. Allá ellos y su Luis Taboada, como decía Vallejo.

Mantengamos nosotros una presencia alerta. Abrir Fuerte Tiuna a la ciudad no es un secreto militar, es un tema a discutir, un asunto ciudadano en peligro de ser frustrado por improvisaciones. Uno espera que lo tengan presente los diputados democráticos recién electos y los que en el oficialismo tengan un mínimo de conciencia profesional.  Porque se está procediendo como en las dictaduras más negras: con total desparpajo y sin que los intereses generales importen frente al delirio personal.

Agresión

Si abrir Fuerte Tiuna a la ciudad se ve sólo como oportunidad para construir miles de viviendas, sería una agresión a la capital. Ya no estamos en tiempos así, aunque los asesores-arquitectos se lo callen. Ocupar ese territorio tiene que ser parte del problema general de la ciudad. Amerita un Proyecto Urbano completo y discutido.

Que considere por ejemplo el gravísimo problema de la vialidad de acceso a Caracas desde el centro del país. Los vínculos peatonales y vehiculares con El Valle. La creación de espacio público. Porque lo que olvida el Jefe y sus asesores callan, es que ocupar Fuerte Tiuna tiene que ser una oportunidad para hacer ciudad y con ella vivienda, y no vivienda en términos de simple cantidad. Es la misma tradición que los asesores-arquitectos de hoy criticaron son dureza y ahora aceptan en nombre de  sus nuevas certezas ideológicas.

Fuerte Tiuna está llamado a ser a pesar de todas las dilaciones, sitio para crear nuevas opciones para la vida urbana de Caracas. Y vivienda. Y si estamos en verdadero plan revolucionario tendría que transformarse la Escuela Militar en sede universitaria destinando el costo de los treinta y cinco tanques comprados a Putin a construir otra (sobraría dinero), con todos sus servicios, en el Tuy. Asunto que será aprobado de modo entusiasta por los arquitectos que hoy asesoran al Jefe cuando pasen a la oposición al venidero gobierno democrático y regresen a su vieja actitud antimilitar hoy archivada gracias a la seducción que en ellos ejerce el Comandante-Presidente. Eso, si siguen dándole importancia a lo militar en una sociedad como la nuestra. Que no la tiene. Sino para ellos y sus compañeros de ideología, la ultraderecha militarista que decían combatir.

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