Ágora
Muy buena impresión me ha causado la película del español Alejandro Amenábar sobre la Biblioteca de Alejandría y la pesadumbre, o más bien luto histórico, que ahí se manifiesta por el comportamiento humano de ese entonces alrededor de las luchas religiosas entre paganos, cristianos y judíos.
Stephen McNallen, un conocedor de la historia de las religiones llegó a considerar como principal instigador de la violencia, la persecución, la intolerancia y el empobrecimiento cultural: a las religiones monoteístas. Ya Nietzsche había denunciado en su tiempo a la moral cristiana como castradora de la vida y sus posibilidades, mientras que el irreverente escritor colombiano Fernando Vallejo hizo la más terrible denuncia de los crímenes de la Santa Iglesia en el Vaticano. No atrás se quedan musulmanes y judíos con su empeño de imponer sus verdades a otros. Esta historia de fanatismo y sectarismo entre estas religiones es algo ya milenario y representa una de las más grandes paradojas de la Historia. Detrás de la fe, parece revelarse el verdadero móvil: la voluntad de poder.
“Ágora” tiene además una muy buena y cuidada reconstrucción de los escenarios históricos de la antigua Alejandría en el remoto siglo V, y de la mano de su director, hacemos un viaje en el tiempo imaginario, con fundadas suposiciones acerca de los hechos que ahí se nos presentan.
Para nadie es un secreto que el legado filosófico de los griegos antiguos en torno a la ciencia y la filosofía a través de la duda metódica de todo, constituyó la primera gran revolución cultural de la humanidad. Y en “Ágora” se presenta dramáticamente un capítulo de su decadencia a través de planteamientos reductibles y dogmaticos alrededor de una fe militante como destructiva. La Biblioteca de Alejandría, reservorio del conocimiento fundamental de la antigüedad, fue saqueada y destruida, haciendo retroceder a media humanidad a un tiempo de oscurantismo, en donde ideas conquistadas y hoy validadas por la ciencia, como la teoría heliocéntrica, que establecía la redondez de la tierra y el funcionamiento del sistema solar, fueron aplastadas y sustituidas por supersticiones y cuentos de camino.
Otro aspecto a destacar es el rol de la mujer, considerado un ser inferior para ese entonces, y también para mas luego. Mujeres cuya historia está pendiente por ser escrita y recordada. Amenábar es valiente al poner sobre, Hipatia, la filosofa, toda la tensión del argumento, y como ésta logra mantenerse fiel a sus convicciones de universalidad, racionalidad y convivencia desde la diversidad. Porqué recordemos, si bien “Ágora” nos remite a un remoto pasado, el mensaje de Amenábar es bastante claro, es en el aquí y el ahora donde éste conflicto perenne, entre ciencia y dogma, entre razón y fe, aún se libra, y su resolución, dista mucho en ser satisfactorio.