Sombras y luces
Personalmente he sostenido que los gobiernos que se sucedieron entre 1959 y 1999 co-metieron muchos y serios errores de política urbana en Caracas y que buena parte de los proble-mas que hoy padece la ciudad tienen en ellos su origen. Probablemente los dos más críticos sean los referidos a la incapacidad para atender eficazmente la acelerada expansión de los barrios de autoconstrucción y el inadmisible descuido del transporte público superficial, librado a un desarrollo prácticamente espontáneo a partir de pequeñas asociaciones de transportistas sin logística, recursos ni criterios para la prestación adecuada de un servicio de escala metropolitana; ambos permanecen, todavía, sin soluciones a la vista. Pero es de justicia reconocer que se trata de culpas compartidas, porque muchos de esos errores fueron respaldados por, cuando no se originaron en, las esferas académicas y profesionales correspondientes.
Pero al lado de esas carencias y errores, es justo decirlo, hubo aciertos notables: en parti-cular el inicio en 1972 de las obras del Metro marcó una transición definitiva en la historia de la ciudad. También hay que reconocer que si la escasez de áreas verdes sigue siendo crítica, la ma-yoría de los pocos parques con que hoy se cuenta (del Este, del Oeste y Caricuao) se construyeron en ese período; en el caso de Los Caobos, aunque su declaratoria como parque es de 1920, su diseño y equipamiento como tal es de 1959. Otro tanto pudiera decirse del equipamiento cultural: si se exceptúa el Aula Magna de la UCV (1954), cuya finalidad principal es otra, desde que en 1881 se inauguró el Teatro Municipal y en 1905 el Nacional, que además no se adecuaban a la demanda de una ciudad convertida en metrópoli, Caracas no contó con un espacio para los grandes espectáculos musicales hasta la inauguración en 1983 del Complejo Teresa Carreño, uno de los más importantes de América Latina, reforzado por la erección ese mismo año, en la parcela colindante, del Ateneo de Caracas; es sabido que también en materia de museos tanto en lo referente a crecimiento de la planta física como a los niveles cualitativos de las colecciones y de los montajes- se trató de un período dorado para la ciudad. ¿Más luces que sombras? Difícil pronunciarse, pero después, sin duda, han prevalecido las segundas.