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De mentes, patadas y pescados

Hace algunos días escuché a un comentarista de la televisión española decir que el drama de Argentina en el pasado reciente, bajo los Kirchner, era causado porque en vez de dirigir a la nación con la mente de Jorge Luis Borges y moverse con la agilidad de Diego Maradona —el de los buenos desempeños como futbolista, añado yo, que hoy de drogo y maltratador de mujeres no pasa—, lo hicieron al revés: gobernaron con la cabeza de quien nos sale muy caro a los venezolanos con sus chuleadas, y avanzaron con la cachaza obligada del poeta porteño.  Pensaba que, palabras más, palabras menos, podíamos decir lo mismo del régimen que sufrimos en esta tierra que fue de gracia; porque sus mangantes de ilustrados tienen poquísimo y de proactivos, menos.  A menos que sea para hacer desaparecer millones de dólares, que en eso pueden darle clases a David Cooperfield.

Pero, me he estado estrujando la mente para hacer una dupla parecida a la argentina y, lo confieso, no logro emparejar a dos de mis paisanos.  Invito a los lectores para que, usando el correo de más abajo, me hagan sugerencias.  Porque, si bien es cierto que el primero que se me ocurrió fue el nortesantandereano, después tuve que concluir que el espécimen es bruto de la cabeza pero que cuando baila con Cilia demuestra que no solo fue comunismo lo que aprendió en sus años juveniles en Cuba —porque, según dicen, el tipo le mete al guaguancó, la salsa y el merequetén—; no consigo, para contrastarlo, a un venezolano de la actualidad que goce de preclaro juicio y recto talento pero que tenga notorias limitaciones en las extremidades inferiores.  Muertos, bastantes. Menciono solo dos: Luis Beltrán Prieto, quien ejercitaba un excelente discernimiento, una voluntad férrea y una lucidez a toda prueba, pero que con esos zapatones número 46, si bailaba en La Asunción, pisaba a una muchacha en Pampatar; y Germán Borregales, graduado de periodista en la primera promoción de la UCV, con posgrados en Suiza y Estados Unidos, fluido en 5-6 idiomas; pero que con sus casi 1,90 de estatura y ciento y picote kilos de peso —más el volumen correspondiente— se desplazaba como un hipopótamo fuera del agua.  Quien me viene al magín a rececada rato, quizás porque ese zarandajo está sonando mucho últimamente, es el tal Adrián, el de infame desempeño con los esquíes.  Pero tampoco, porque ese es torpe por abajo y por el capacete; razona igualito a como esquía: ¡requetemal!  Candidato fijo, pues —si a los criterios de selección de Nikolai nos atenemos— a MinPoPoDeportes.  En fin de cuentas, si Jaua lo es para la educación universitaria…

Total, que habrá que dejar los emparejamientos para comparar los desempeños argentino y venezolano. Porque aquí lo que abunda son los funcionarios ineptos, los magistrados con prontuarios pero sin currículos, los choros uniformados, los tinterillos rábulas, los empleaditos parsimoniosos hasta la recepción de una coima.  Y los rectores malevos que para el recenso del PSUV (al cual pertenecen violando la norma) autorizaron más de cuatro mil captahuellas para ser usadas durante un mes, pero para el nuevo e innecesario registro de los partidos de oposición permiten, solo durante 48 horas, unas cuatrocientas.  Cómo estará de manipulada la acción que en Carabobo, con millón y medio de votantes, solo mandaron 17; pero Cojedes, con un cuarto de millón, tiene 11.  Y, al igual que con el revocatorio, las ponen en lugares inaccesibles.  Por lo menos, en Valencia, no las pusieron en la plaza Bolívar de la ciudad —un sitio céntrico— sino en la de una parroquia lejana, inhóspita y con un alto porcentaje de receptores de bolsas CLAP, lo que inhibirá a muchos de los que quisieran apoyar a un partido opositor.

¿La solución para Venezuela?  Simón Berrizbeitia Madriz, un amigo cumanés que escribe para un periódico de por allá —digital, porque papel solo hay para los panfletos gobierneros— propone una.  Y ustedes dirán: “Últimamente, este escribidor está citando mucho a otros”.  Pero tengo mis razones: limitado temporalmente, por cirugía, en el uso de mi mano derecha, estoy escribiendo solo con la zurda.  Y eso, con un dedo (nunca aprendí mecanografía).  Agobiante la cosa.  Entonces, mejor “cortar y pegar”.  En fin, y luego de la digresión, les gloso (no literalmente) lo que sugiere mi cumanés amigo: En el argot pesquero es conocido el “jalapatierra”, que consiste en el empleo de dos embarcaciones; una lleva el chinchorro (la red) y le pasa una punta de este a la otra nave; ambas se separan, dejando caer el chinchorro, hasta que en ellas solo quedan los extremos de la red; luego navegan hacia la costa, donde dos grupos de personas toman ambas puntas y las halan hacia tierra, arrastrando todo lo que hay en el chinchorro.  Ahora sí, Simón ad literam: “Es lo que yo me imagino que habría que hacer con quienes en los últimos 18 años han hecho lo que les da la gana con Venezuela, con la Constitución y con los venezolanos.  Los peces gordos serán depositados en sitio seguro, los grandes y medianos podrán quedar en libertad (no habrá espacio para tantos) con prohibición de salida del país y de desempeñar ningún cargo público; todo esto hasta la escogencia de nuevos jueces pues muchos habrán sido ‘jalados pa’tierra’. En el caso del TSJ y las comadres del CNE, como el cardumen está conformado y compacto, me imagino que el mejor arte es la red de cerco…”

Me anoto entre los que deseamos tirar del cordel…

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