Opinión Nacional

Feliz muchacha navidad

Doña Eternidad amaneció mayúscula. Lleva días así, como de azogue. Sorprendidos le gritan los muchachos con esa voz apuradita que entra por las ventanas para que salga a jugar a la calle, pero está demasiado vieja y sorda para entender, tanto así que se quedó vestida de niña para siempre y todo el mundo la adopta, mima y lleva donde vaya. De padres desconocidos, los perros no le ladran. Ya es tan de uno que se nos olvida que existe si no fuera porque traga y malgasta luz como ninguna.

Muchacha Navidad es otra nota. Viaja y se deja ver puntual cada año, cual estrella fugaz, siempre en casa de Don Diciembre. Con los labios pintados y haciendo guiños, coqueta entra al hogar de Don Cualquiera con ese pasaporte tan de ella sin foto o huella. Aprovechando su visita Doña Eternidad anda toda alborotada por encontrar novio, ¡San Antonio bendito!, ya que sin apellido de casada quedará para vestir santos de sacristía o guardar luto. ¡Eternidad de Pérez, por lo menos!

Con Chacha Navidad la casa vuela. Se prenden farolitos de colores y aparecen hijos guardados, perdidos u olvidados en cajas o gavetas. Un Niño Jesús por aquí, una Estrella de Belén por allá, un Musiú Arbolito venido de tan lejos pero ya como Pedro por su casa amanece asombrando a bueyes, tucusitos, vacas y pollitos, burros, camellos, gallos. Y ni se diga de los sabores que se despiertan por estos días en el fogón del alma. Misia Cocina enseña jamones saltarines, membrillos palpitantes, panes aviadores, hayacas que acostadas y humeantes esperan, con sus ojos inquietos de pasas, aceitunas, almendras y alcaparras, a Señorito Tenedor. Doña Parranda es otra que no pide permiso y de repente y tal, se guinda a bailar canciones de Edith Piaf o Frank Sinatra acompañadas de cuatro, furruco, tamboras y charrascas. Ella es alborotadora y no respeta paredes o ronquidos. Parece sorda porque sube que te sube el volumen.

A todas éstas, Don Diciembre, el dueño de la casa, deja pasar feliz a todo el mundo, llueva, truene o relampagueé. Nadie esquiva su invitación ni toca puertas, sobre todo los que no tienen nada que dar y mucho que recibir. Hasta Don Quijote es bienvenido, Don Sancho ni se diga. Todos, niños, grandes y viejos, esperamos a Chacha con ahínco mientras el tiempo toma aire para dar a luz a un elefante. Hacemos epístolas de amor y recordamos a los muertos que de tanto, ya no los recordábamos; despertamos a los ángeles, dormidos de esperar que les muevan las alas; anhelamos y hacemos nuestra carta tan íntima que se escribe con señales incógnitas, frágiles y profundas.

Los venezolanos esperamos que Chacha Navidad nos traiga sol este año que termina y bienestar, qué más, en 2011; y en 2012 lo que tanto aspiramos y ella sabe. Ya estamos preparando la parranda de votos donde estarán también alegres y floridas Misiá Libertad y la Señorita Democracia, las damas más violadas de América Latina. Para esta de ahora, de corazón y de palabra les deseo, Feliz Muchacha Navidad.

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