Una en serio, otra no tanto
No es la primera vez que en estos textos que escribo semanalmente me excuso por escribir sobre asuntos demasiado locales. Darle importancia a lo accidental es una de las características del atraso cultural. No se tiene mirada sino para lo más inmediato, o, dicho de otro modo, lo inmediato termina desplazando lo que trasciende, lo que nos comunica con lo que está más allá de nosotros.
Pero el asunto se torna particularmente paradójico en nosotros los arquitectos, sujetos como estamos, a la vida de la ciudad, de nuestra ciudad. Y si además no queremos ver el acontecer desde la neutralidad, sobre todo en circunstancias como las que vivimos en Venezuela, terminamos atrapados por lo inmediato.
Atrapados es un término inexacto, sin embargo. Porque tengo presente la necesidad de confrontar estas reflexiones con un espacio cultural más amplio, menos agobiado por la carga de lo doméstico. Y cuando la estridencia de lo que aquí vivimos me obliga a considerarlo, lo trato de situar con la mirada del arquitecto, mirada que puedo compartir con muchos, cercanos y lejanos.
El hecho escueto, siempre duro y difícil, es que en una realidad como la nuestra vivimos presionados por asuntos que en lugares culturalmente más maduros pueden ser vistos como insólitos o simplemente inexplicables. Vivimos aquí, he insistido en ello, una situación política asfixiante, un dominio del Poder público casi total, excluyente y sobre todo con formas de proceder que quieren paralizar, y lo logran, toda iniciativa que no cuadre en un guión dictado por una visión ideológica atrasada y de inmensa pobreza cultural. Cómo hemos llegado a esa situación y como la superaremos es asunto que debatimos en todos los niveles. Y pienso que será posible a través de un proceso que identifique mejor nuestras debilidades como sociedad y configure, entre yerros y aciertos, una imagen más clara de la convivencia democrática que es requisito para construir una civilidad más madura. Fundamento de una mejor ciudad en la que nuestros esfuerzos de arquitectos encuentren su verdadero sentido. Hay nichos que han podido preservarse de la opresión generalizada y nos han permitido actuar. Uno de ellos es el ámbito periodístico. Los muy cuestionados medios de comunicación siguen siendo útiles como apoyo. Y la lucha política ha permitido el acceso a niveles de acción pública en los cuales la visión democrática de la ciudad se ha preservado. En ambos casos hemos podido tener algún espacio para la actuación. Pero el contexto general, insisto, es extremadamente difícil, es absurdo, es estridente. Es, podría decirse, «surrealista» si no fuese demasiado real. Y sobre todo inmensamente mediocre. Y nos sentimos obligados a confrontarlo. Con seriedad y también, porqué no, con cierto humor.
Lo político local nos avasalla y nos cierra el paso hacia muchas cosas que nos importan como arquitectos. Tan absurdo es el panorama. Por ejemplo las reacciones de nuestro populismo militar ante el impacto de las lluvias de fines del año pasado.
El 13 de Diciembre se mostró en una cadena nacional de televisión una «maqueta de estudio», de la zona de la Hoyada, el centro mismo de esta ciudad capital. Se trata de una plaza de varios niveles, de cinco o más Hectáreas «que se iría construyendo «a lo largo del tiempo» y en el contorno unos edificios de seis pisos para viviendas con 600 apartamentos, conjunto que estaría comenzándose a construir en este mes de Enero (¡!). Seis días antes, el Caudillo de Venezuela había anunciado que se subiría la cota inferior del Parque Nacional del Avila para construir viviendas, aparte de la decisión de construir, también viviendas, en zonas inmediatas al Aeropuerto. Y este año se dio orden de ocupación de muchos terrenos en zonas cercanas al casco central de Caracas, usados por talleres mecánicos, estacionamientos o similares, con la misma finalidad de construir viviendas.
Son tres muestras del modo anárquico de responder al gravísimo déficit caraqueño de vivienda subsidiada, ante la terrible presión de los damnificados, ubicados provisionalmente en oficinas públicas, en escuelas, en los patios de los edificios militares, en hoteles ocupados militarmente. Porque en más de una década el oficialismo abandonó Caracas.
La decisión de ocupar la altísima pendiente de las faldas del Avila despertó comentarios tan negativos que se olvidó, demostrando su falta de sentido. Y tomar para otro uso terrenos de potencial expansión del Aeropuerto de Caracas llega hasta lo abiertamente irracional. Tal como lo fue la construcción, ya realizada, de un primer lote de viviendas justo al Oeste de los deficitarios estacionamientos existentes. Una decisión que tarde o temprano terminará en demolición, cuando se imponga la lógica.
En cuanto a La Hoyada, considere quien esto lea, si se puede justificar, hoy en día, que una propuesta de Estado para intervenir masivamente el corazón de la capital de un país, se mantenga como secreto en manos de un desconocido puñado de súbditos profesionales, prestos a complacer los impulsos de un Rey.
¿Y a quien puede parecerle lógico que se ocupen terrenos de disímil tamaño y condiciones, sin que se haya discutido un mínimo esquema sobre el criterio ordenador que se seguirá?
El desprecio por la visión profesional, la negativa a informar a los habitantes de la ciudad, a discutir los proyectos, si los hay (¿?), a mostrar razones ante la comunidad profesional, señala lo que lo que todos los venezolanos ya deberíamos saber: lo que está ocurriendo aquí es asfixiante. Y que se sepa también desde fuera.
La basura es arte
Se supo esta semana que, siguiendo los criterios del «Reality Art», se declara Obra de Arte (la máxima según la noticia) a la Revolución. Y que «la más hermosa» Obra de Arte es la presencia masiva de damnificados en oficinas burocráticas, asunto logrado gracias a la inspiración del Caudillo, quien con su decisión, dice la información, «subvierte los espacios de la burocracia». Adicionalmente, sigue la noticia, se considera artísticamente conmovedor, a la convivencia en las oficinas anexas al Jefe de Estado (Palacio Blanco), de jóvenes profesionales y damnificados.
Ese modo de ver el Arte, inspirado en términos poéticos, de altos vuelos imaginativos, me motivan a dar las siguientes recomendaciones al Gobierno Nacional:
1) Que se subviertan los espacios burocráticos donde despacha la totalidad de los miembros del partido de gobierno (PSUV) y, adicionalmente, se incorpore a los espacios así subvertidos las residencias de sus más altos dirigentes, comenzando con los Ministros, llevando así al más alto nivel administrativo las ocasiones conmovedoras. Después de este alto ejemplo, le tocará a la oposición.
2) Que se subviertan definitivamente los espacios militares, enviando fuera de los cuarteles al personal de planta y acogiendo en ellos a los damnificados de modo permanente, tomando en cuenta que son precisamente los cuarteles, mucho más que las oficinas o museos (en los cuales se han alojado muchas familias), las instalaciones donde hay mejores condiciones para la subsistencia.
3) Como el Diseño Industrial es una relevante manifestación artística, que se convoque a un Concurso Internacional de Diseño Industrial para convertir los tanques de guerra recientemente comprados por el Gobierno Nacional, en unidades de vivienda. Tendrían la enorme ventaja de su movilidad y su máxima protección ante la inseguridad reinante. En una segunda etapa podría hacerse otro Concurso para incluir los barcos de guerra que se encuentran actualmente en construcción en astilleros españoles o de otros países.
4) Dado que en muchos museos del mundo desarrollado los desechos son objetos de arte, criterio afin al de las propuestas anteriores, propongo declarar Monumento a la Revolución, un hito urbano que estimule la reflexión, la de por sí monumental montaña de basura que se viene acumulando junto a la curva de Tazón, justo a la entrada de Caracas, que ha invadido la estructura de la inconclusa (por meses, porque no hay dinero) planta de transferencia de basura que allí existe. Las ratas que deben pulular en esta mina a cielo abierto de comida para roedores se podrían eliminar cubriéndola con algún plástico de origen chino donado por el partido comunista de ese país. Esto impediría la trasmisión de enfermedades, si se acepta esta propuesta. Porque, aunque la montaña está en terrenos militares y esto facilitaría el control de plagas, cerca vive muchísima gente