¡Por qué la presión electoral!
La presión por la realización de elecciones para gobernadores y consejos legislativos en el primer semestre de este año 2017, se justifica plenamente no sólo porque se trata de obligar al CNE a cumplir con la fecha propuesta por 4 de sus miembros, después violar la Constitución Nacional al no realizarlas en diciembre pasado, sino también porque todo indica que el gobierno perderá la mayoría, y sobre todo porque permite una movilización de la población para protestar contra la catástrofe económica, social y política, a la que ha conducido la administración de Nicolás Maduro.
El triunfo de la oposición en la mayoría de los estados más populosos y de mayor peso político y en el resto del país, tal como sucedió en las pasadas elecciones para la Asamblea Nacional, conservaría cierto poder independiente y capaz de contener los desmanes políticos y económicos que viene cometiendo Nicolás Maduro, con la anuencia de unos Poderes Públicos controlados desde Miraflores, y acercaría la posibilidad de un cambio democrático en el país. Si en la mayoría de las principales ciudades del país el pueblo elige gobernadores y consejos legislativos autónomos, que apoyen y contribuyan a la movilización y protesta de la sociedad democrática, se puede impedir el continuismo de la cúpula corrupta e incapaz que gobierna en la actualidad.
Las disidencias en importantes sectores que apoyaron las políticas del difunto Comandante, no sólo son evidentes, sino que pueden adquirir una dinámica que los impulse hasta el rompimiento, si tomamos en cuenta la prepotencia, la soberbia, con que actúan los incondicionales y oportunistas que rodean transitoria y circunstancialmente al Jefe del Estado. Hoy una oposición unida, con más experiencia política y una nueva disidencia, nos llama a votar, para fortalecer la democracia social y enfrentar el totalitarismo.
En síntesis, votar es un ejercicio democrático que ha servido en el mundo civilizado para consolidar sociedades plurales, respetuosas de los derechos humanos y ciudadanos en general, y en algunos casos, como puede ser el nuestro, evitar la prolongación del autoritarismo.
Los demócratas no tenemos otra alternativa, debemos acumular mayor respaldo de los venezolanos oprimidos y convencer al sector abstencionista a que se incorpore a la única actividad civilizada, que es el voto, para decidir el futuro del país. La experiencia nacional e internacional indica que los autoritarismos son derrotables, aunque transitoriamente se mantengan en el poder mediante la utilización de la fuerza. Su perdurabilidad depende del espíritu y voluntad de resistencia de los hombres y mujeres que creen en las virtudes del imperio de la ley, del Estado de Derecho.
Cada demócrata en su área de influencia, con su palabra sincera y convincente puede y debe tratar de persuadir a sus amigos y a familiares acerca de que es posible derrotar el autoritarismo y encontrar medios legítimos y dignos de vivir en libertad y con mejorar su calidad de vida.
El balance de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) sobre errores y aciertos, cuyos integrantes, por razones obvias, son los más interesados en ganar y preparar las condiciones para continuar la lucha para derrotar a Maduro y a sus acólitos, debemos reconocerlo como producto de una investigación técnica y sincera, tanto por la confianza que hemos depositado en ellos, como por sus experiencia y capacidades.
Si no colaboramos ni votamos le estamos entregando el país a los llamados socialistas del siglo XXI, combinación del estalinismo y el fascismo.
La victoria debe ser enfrentada con humildad y espíritu de reconciliación de todos los venezolanos, no más discriminaciones, no más odios, no más persecuciones por diferencias políticas.