La tapa de la barriga
“Muchacho, estás hablando por la tapa de la barriga”. Así me decía mi madre cuando yo hablaba algo desacertado o fuera de sentido. Hoy he quedado muerto de la risa por un nuevo ordenamiento para los bancos venezolanos, a los cuales se les pretende obligar a atender a cualquier cliente en un período inferior a treinta minutos. Verdaderamente y como de costumbre, el gobierno habla “por la tapa de la barriga”.
Ya para mi es casi prohibitivo viajar. En primer lugar la inseguridad que nos azota, los continuos asaltos en las carreteras, en los autobuses y creo que hasta en el metro me tienen como “palo e´gallinero” En segundo lugar el deplorable estado de las carreteras nacionales, acentuado por el actual gobierno me coarta “la manejadera” por temor a reventar el tren delantero de mi viejo carrito. Cada día mis finanzas desmejoran y para rematar las políticas monetarias actuales han desembocado en una escasez inusitada de repuestos automotrices. Hago esta aclaratoria porque emulando a Juan Liscano que afirmaba ver la política venezolana desde un balcón de su oficina en la avenida Urdaneta de Caracas, a mi no me queda otra cosa que ver las cosas desde mi vivienda en Turmero. Por tal razón mis comentarios sobre la situación bancaria se basan en mis observaciones desde este central pueblo con pretensiones de ciudad.
Pero la muerte por risa se me está convirtiendo en muerte por alegría. La alegría es casi segura por dos razones. La primera es que si se cumple lo ordenado por el gobierno se me aliviará el cansancio, el tedio, la rabia, la, etc de estar horas interminables en un banco esperando para hacer un depósito o cobrar un cheque. Y la segunda, es que lo más probable es que la orden gubernamental no será acatada. Y entonces tendré la gran oportunidad de hablar mal del gobierno.
Y explico la situación. El primer banco que debe acatar la medida es el propio banco estatal: El Banco de Venezuela. No voy a afirmar que este banco desmejoró con su nuevo propietario que no es otro que el propio estado. No. Siempre fue un banco copado de clientes, con una pésima atención e interminables colas aún en los días que no son picos. Todas sus taquillas están casi siempre habilitadas incluyendo hasta dos de ellas para atender mujeres grávidas, tercera edad e impedidos físicamente. Siempre el banco se desborda de público y las esperas son eternas. Pero lo más triste ocurre cuando se pagan las pensiones del Seguro Social. En algunos bancos las colas se inician a eso de las cuatro de la madrugada. Hay una propaganda de una institución bancaria que describe fielmente la situación cuando la familia del viejito le da hasta una lámpara para que se ilumine en la larga espera. La cola es interminable por más de cuatro días, cuando al fin comienza a mermar. Me imagino que con esta orden gubernamental al menos se triplicarán las agencias o sucursales bancarias. Como consecuencia de ello se aumentarán los puestos de trabajo y al final yo no tendré que hacer más colas.
Pero casi estoy convencido, que al igual que el gobierno, estoy hablando por la tapa de la barriga. Las colas serán interminables como de costumbre en el Banco de Venezuela y en el resto de los bancos, el día del cobro de la pensión, los viejitos sufrirán las penalidades del sol, el agua, la tierra y el acecho de los delincuentes para despojarles de sus realitos nada más sean cobrados.