Opinión Nacional

Espero que el general Benavides tenga razón

Declaró recientemente que “el destino de todo delincuente es la cárcel o el cementerio”, algo así, y enseguida le llovieron críticas y respaldos a montón, cada una con su dosis pequeña o grande de hipocresía, escondiendo lo que no es conveniente decir, especialmente en medio de una campaña electoral.

Interpreto que el sin par Benavides quiso decir con todas sus letras, que a todo delincuente, por el hecho de serlo, le debe corresponder a corto plazo, en lo inmediato, de una vez, por una parte su detención, seguida del proceso judicial en que las evidencias conduzcan a dictarle una sentencia proporcional a los delitos cometidos, y que tendrá que pagar en vivo y directo en una cárcel, prisión, penitenciaría, penal. La otra opción que Benavides prevé para quienes delinquen, cuando no ocurre la anteriormente mencionada, es la de que, acorralado por las fuerzas del orden y en un rapto de prepotencia, el delincuente no esté dispuesto a rendirse ante quienes lo buscan con el auto de detención, la orden tribunalicia que les autoriza a detenerlo, para que vaya a seguir la pauta de la primera opción ya señalada, en cuyo caso temerariamente se enfrenta a tiros contra los funcionarios representantes de la Ley y la Justicia, y son altas las probabilidades de que resulte muerto en tales circunstancias. Caso de que sea herido y llevado a un centro hospitalario, recupere su vitalidad normal, volvemos a la primera de las opciones; Tribunal, Juicio, Condena, Cárcel.

No creo que nuestro ya famoso Benavides haya querido burlarse de nosotros con una jocosidad, algo como que “eventualmente el delincuente pudiera ir a dar a la cárcel, quizás por alguna falta menor, o una confusión, algo ni remotamente conectado con los delitos graves que hubiera cometido, por lo que lo de la cárcel es un eufemismo para significar que a lo mejor, ¡ quién sabe !, en algún momento de su vida, el delincuente puede conocer la cárcel por dentro, aunque sólo sea por unas horas o pocos días”. Tampoco creo que Benavides, con la segunda opción ofrecida, se nos haya puesto de lo más filosófico, queriendo decirnos que tarde o temprano todos vamos a morir, inclusive los que hayan sido delincuentes. Sinceramente, no lo vi en plan socrático, refiriéndose a la muerte como el gran Manrique; “Nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir”. No, definitivamente la mayoría de quienes supimos de la noticia, nos fuimos todos, agarraditos de las manos, de bruces contra una aseveración (Benavidesiana la llamarán los estudiosos de esta corriente en el futuro) que colocaba bien juntitos los cuatro términos involucrados, Delincuentes – Cárcel – Cementerio y Ahora. Benavides no planteaba algo parecido a esas ofertas inmobiliarias, en las cuales usted cancela hoy la Reserva, le dan de uno a tres meses para pagar la Inicial, chin chín o fraccionada, y hasta le permiten que vaya adelantando parte de lo que resta. Pero resulta que la casa o apartamento que usted está adquiriendo, está “en proyecto”, o sea, usted la ve en los planos, sobre papeles, mucho diagrama, muchas líneas, hasta videos con las imágenes digitalizadas en las que se ven las viviendas, los carros, los peatones, las maticas, pero todo eso es puro diseño, en tinta o alta definición. Pueden pasar años, muchos años, mientras eso por lo que usted ya canceló una Reserva y la Inicial, se convierte en casa o apartamento, con permiso de habitabilidad y llave en mano.

¡Qué va ! Benavides es un hombre serio, y de ñapa, militar. No podría ser que el honesto Benavides haya lanzado esa declaración como una carnada, equivalente a las campañas publicitarias que engarzan a los que salen corriendo a reservar, y hacen maromas para pagar la elevada Inicial, pensando que mientras más rápido paguen más rápido les dan la casa. Por ningún lado Benavides nos dijo que su demoledora afirmación no era más que un proyecto, tampoco declaró en voz bajita que “algunas condiciones aplican”. Nada de eso. Dijo lo que dijo refiriéndose al aquí y al ahora.

Y yo, volviendo al título, sinceramente espero que tenga absoluta razón, y que veamos los frutos de su razonamiento lo más inmediatamente posible. Que no tengan  los delincuentes más opciones que la cárcel o el cementerio, en perentorio lapso, a muy corto plazo (estas dos palabrejas deben ser primas hermanas). Venezuela será un mejor país, los venezolanos, la mayoría al menos, sentirán más sosiego y se reducirán todas esas tensiones que tienen a un bojote brincando de la bailoterapia al Prozac, de los libros de Paulo Coello al té mixto con manzanilla, malojillo, yerbabuena (y su chorrito de ron, para los más incrédulos y desesperados).

Si lo que Benavides anuncia, se cumple, unos pocos delincuentes atolondrados se habrán ido al más allá, por intentar zafarse de la averiguación y el auto de detención, por las malas, si los policías a cargo del procedimiento tienen mejores armas y puntería. Pero los que se salven del juicio, los que van a sentir el rigor mortis, serán la minoría. El grueso de los delincuentes tendrá que enfrentar la humillación merecidísima de ir esposados al Tribunal, donde les leerán los cargos, mostrarán las evidencias, argumentarán los atenuantes y agravantes del caso, escucharán su respectiva sentencia, que purgarán completita en la cárcel (no por cuotas, como el jefe de la banda de Los Invisibles, que va preso un trimestre sí, un semestre no).

Y casi toda Venezuela se sentirá satisfecha, más segura, y orgullosa de vivir en un país donde la Justicia se impone y los ciudadanos comunes y corrientes podemos sentirnos más tranquilos, porque nuestras vidas, nuestro patrimonio y los proyectos que hemos pensado realizar a corto, mediano o largo plazo, están más seguros, con menos amenazas y obstáculos. Cuando la convicción de Benavides haya sido llevada a la cruda realidad, estaremos avanzando hacía la Prosperidad y el Desarrollo. El país, y los individuos que en la actualidad son víctimas de la Delincuencia, esa que se apertrecha en los Ministerios, las Gobernaciones, las Alcaldías, los Institutos Autónomos, para guisar sus negociados milmillonarios siempre a su favor, en contra de los dineros que son del pueblo. La Constitución establece lo que debe hacerse, ergo, todo lo que vaya en contra de lo que se expresa en sus contenidos, debe ser delito, ergo, todos los que violen la Constitución son delincuentes. ¡ Erga !

Caerán los que asignan contratos a dedo sin llamar a Licitación, o viciando las Licitaciones, los que adquieren  bienes y mercancías con sobreprecio, los que compran alimentos a punto de vencerse, o por su incapacidad dejan que se pudran cientos de miles de toneladas, los que se lucran manteniendo por exagerados lapsos containers en almacenes que cobran elevadas sumas en dólares cada día, los que hacen engorrosos los trámites para que los ciudadanos puedan adquirir su cupo legal de dólares viajeros (por los cuales pagan de su propio dinero, no son un regalo del gobierno) a la vez que envían, por los caminos verdes, en maletines o transferencias de raras triangulaciones, fortunas para beneficiar a sus amigotes en otros países, los que hipotecan a la Nación pidiendo grandes sumas en préstamo -que malbaratan- ofreciendo en pago el petróleo que está aun en el subsuelo, negándole su administración a las generaciones venideras, los que se lucran a expensas del fisco a través de negociados con empresas de maletín nacidas pocos días antes de la firma del contrato, ó a través de la oferta de Bonos, de la asignación de dólares legales o la venta en el mercado negro de los dólares que obtienen con ventajismo y trácalas.

Ay Benavides, si fuera verdad que los delincuentes que hacen dinero facilitando el tráfico de armas y drogas en las cárceles, serán presos en esas mismas cárceles donde su impudicia y ambición permitió tantos atropellos, vejámenes, crímenes y degeneración, en perjuicio de la población enclaustrada. Si fueran presos todos los que practican la matraca, en sus múltiples variantes, en las alcabalas, en las oficinas donde se expiden los pasaportes, los permisos, todo tipo de trámite convertido en vía crucis, que se suaviza con un pago proporcional al tormento y la demora que se evitan. Es un sueño colectivo poder ver detenidos y enjuiciados a todos los que auspician la doble y triple cedulación, las nacionalizaciones express, los muertos que votan, los vivos que adulteran resultados, en actas, o en la dupla programa-fibra óptica, más potente que el photo shop para maquillar cifras y desconocer la voluntad popular. Los funcionarios que incumplen las funciones por las que cobran un sueldo, los que abusan del poder temporal para favorecer a su secta, los que siembran el odio entre hermanos, apoyan bandas criminales o terroristas, entregan el país a un régimen dictatorial fracasado y vividor. Los que despojan de su propiedad a un buen hombre, desoyen sus reclamos, lo secuestran y lo dejan morir.

Ojalá sea verdad lo que usted declaró, Benavides, sobre el destino de los delincuentes.

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