Antonio y Leopoldo
El 19 y el 18 de este mes cumplieron dos y tres años de prisión, respectivamente, Antonio Ledezma y Leopoldo López. Son dos casaos emblemáticos de la persecución política que el régimen ha desatado contra quienes lo adversan. Después de cuarenta años de vida democrática (1958-1998), el país, en manos del chavismo, ha encallado en un nuevo despotismo.
Leopoldo López, líder del partido Voluntad Popular, pronunció un discurso el 12 de febrero de 2014 en ocasión de la celebración del Día de la Juventud, fecha en que los venezolanos rendimos homenaje a los estudiantes de la Universidad y del Seminario de Caracas que, bajo el comando de José Félix Ribas, en 1814 participaron en la batalla de La Victoria. Leopoldo denunció la nueva crisis que desde el advenimiento del ahora llamado “socialismo del siglo XXI” vive el país, las violaciones de la Constitución, el uso del poder judicial para reprimir la disidencia política, el hambre que asoma su rostro en todo el territorio nacional, la inseguridad que se expresa en una de las más altas tasas de homicidios del mundo, y la corrupción que carcome a la Administración Pública. Planteó la necesidad del cambio, de buscarle una salida a la tragedia que vivimos, y la respuesta de los dueños del poder ha sido condenarlo a la cárcel, donde, además, se irrespeta a su madre y su esposa los días de visita. Con dignidad y valentía, desafía desde Ramo Verde a los que temen verlo libre en la calle.
Antonio es la otra gran víctima de la furia antidemocrática de los que han convertido a Venezuela en un coto de caza para sus tropelías. No le perdonan que los haya derrotado dos veces, con amplia mayoría, en las elecciones de la Alcaldía Metropolitana de Caracas. Tampoco les bastó recurrir a la vergonzosa y descarada trampa de crear una estructura administrativa paralela a la Alcaldía, sino que la felonía tenía que trepar a la ignominia de arrebatarle la libertad. En un libro que ha escrito sobre su cautiverio, Antonio recuerda que creció “rindiéndole honores a los mártires de la resistencia contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez “, y que el ejemplo de ellos le sirvió para estar dispuesto a “aguantar lo que hubiere que soportar si se trata de apalancar una buena causa”. Sabíamos que esa, y no otra, sería su actitud frente a la camarilla civil-militar que nos está abochornando ante el mundo.
Honor a Leopoldo y Antonio.