Opinión Nacional

Del diario de Julio C. Salas

A los escritores que no se plegaron a las dictaduras de Cipriano Castro (1899-1908) y de Juan Vicente Gómez (1908-1935) les quedaba el exilio o el silencio. Si no se iban, tenían que refugiarse en sus obras, evadiendo toda referencia pública al régimen imperante. Manifestarse abiertamente contra el caudillo era pagado con largos carcelazos en La Rotunda o en el castillo de Puerto Cabello, sufriendo vejaciones y torturas.

A Julio César Salas (1870-1933), intelectual merideño de obra importante, en aquel país atrasado y aislado, contemporáneo de la dictadura castrogomecista, no le quedó otra opción que escribir sus críticas en un diario íntimo. La profesora Susana Strozzi tuvo acceso a éste y escribió un análisis de la vida y obra del agricultor, abogado, editor, periodista, académico, etnógrafo y sociólogo en su libro “Palabra y discurso en Julio C. Salas” (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1992), del cual tomamos las citas siguientes.

En febrero de 1918, Salas resume de esta manera el desempeño del hombre de La Mulera: “Continúa Juan Vicente Gómez adueñado del poder indirectamente, pues habiéndose hecho nombrar Comandante en Jefe del Ejército Nacional y teniendo a su devoción las guarniciones y los jefes militares, realmente no se hace en ninguna materia sino meramente su voluntad. No obstante que funciona una situación de mampara o gobierno semi-constitucional que ha puesto en manos de Victorino Márquez Bustillos, especie de monigote que está adscrito a la cuerda que reposa en manos de Gómez, quien así se ha adueñado del país sin responsabilidad en su dirección política y administrativa y aún de la propia riqueza privada, industrias, etc.”

Refiriéndose al caudillo anterior, don Cipriano, escribió en 1901: “He aquí el gobierno del Cacique de Capacho. He aquí la Restauración. De qué? Se podría preguntar, que nadie a fe mía respondería que es la de las leyes, pisoteadas hoy más que nunca; ni la de la dignidad nacional ultrajada en la persona de los conspicuos venezolanos que este Castro ha reducido a prisión. Restauración de qué? No del honor nacional, pues no se paga la deuda exterior, ni aún sus intereses. Cuando sobra dinero del sudor del pobre agricultor [es] para enriquecer favoritos corrompidos, pagar lujurias y comprar armamentos para regalar a los revolucionarios de la hermana república de Colombia.”

Salas tomó de Juan Vicente González las siguientes palabras, como epígrafe para el prefacio de “Civilización y Barbarie”: “Tan incapaz soy de adular al poder de la multitud, como al de un hombre, y desdeñoso por carácter de la popularidad que se compra de ordinario a precio de la virtud, y que honra menos de lo que dura”. Por ello, después de dudar si aceptaba la invitación a una fiesta donde estaría Castro, Salas resuelve asistir, y luego experimentar la ínfima venganza de insultarlo en la intimidad de su diario: “rato desagradable al contemplar al macaco dando brincos ridículos con airecito de pueblo muy marcado y con la lujuria estampada en la fisonomía; mucho adulador servil”.

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