Qué ciudad queremos
En un país como Venezuela, donde 2 de cada 3 habitantes viven en áreas metropolitanas de más de 100 mil habitantes, existe una muy alta correlación entre la calidad del medio urbano, el potencial de desarrollo socioeconómico y el nivel de vida de la población. Por eso, frente a las coyunturas electorales de 2012 y 2013, es obligatorio debatir acerca de la clase de ciudad necesaria para afianzarse en el camino del progreso.
Hoy por hoy la clave de una ciudad exitosa es su capacidad de generar innovaciones en el competido campo de las nuevas tecnologías, para lo cual necesita atraer a los mejores talentos, que privilegian las urbes donde imperan la tolerancia y la pluralidad en todos los órdenes de la vida y ofrecen, además, un medio urbano de calidad.
Entonces esa ciudad debe favorecer el contacto y la convivencia entre todos sus habitantes, generando espacios públicos plazas, parques, aceras, que estimulen los principios y valores de la vida comunitaria; que no se pierda innecesariamente el tiempo en la maraña del tráfico y se abatan las barreras entre sectores. Que sus habitantes, niños y ancianos incluidos, puedan desplazarse libremente por todas partes sin temor a ser asaltados o agredidos; que instrumente un eficaz combate a la delincuencia y respete la propiedad privada; que reconozca y aproveche el extraordinario espíritu emprendedor de los habitantes de los barrios de autoconstrucción que, contra viento y marea, se han ganado un lugar en la ciudad, por lo cual su hábitat merece ser dotado de las mejores infraestructuras y equipamientos, integrándose con el resto de la ciudad. Que sea capaz de ofrecer a todos escuelas públicas de la mejor calidad, así como empleos dignos para que nadie tenga que mendigar nada al gobierno.
Hoy las ciudades venezolanas se colocan en las antípodas de esta descripción, pero con los recursos de que se dispone solamente faltaría lucidez intelectual y voluntad política para alcanzar esas metas en breve plazo, como lo han hecho otras ciudades del continente que partieron de condiciones no muy diferentes. Pero hay que exigir ese debate no sólo a los candidatos a las alcaldías sino, en primer lugar, a quienes aspiran a la Presidencia de la República: el objetivo será inalcanzable sin la cooperación de todos los niveles de gobierno.