Un ex-Papa en la sombra
Desde finales sel siglo XIX, el sistema de Westminster –una forma de gobierno parlamentario del modelo político del Reino Unido- ha dado origen al llamado „gabinete en la sombra“, un gabinete alternativo al gobernante, conformado por parlamentarios de la oposición o por minorías que no tienen participación en el gobierno, bajo la dirección de un líder opositor. Activado inmediatamente después de una elección, sus miembros forman los correspondientes „ministerios en la sombra“, como contrapartida al gobierno, que en caso de una elección exitosa formarían el nuevo gabinete. Los miembros de ese gabinete se conocen como „ministros en la sombra“.
Un Papa en la sombra.
El teólogo católico Hans Küng es uno de los críticos más enérgicos de la Iglesia Católica desde dentro de la misma. Estuvo de acuerdo con la dimisión de Benedicto XVI cuando éste anunció que, sencillamente, no podía más con su ejercicio papal. Su predecesor, Juan Pablo II había manifestado que tenía que escenificar su muerte, por lo cual continuó en la función papal hasta el agotamiento físico extremo y la muerte. Benedicto escogió otra manera para mostrar, que cuando un Papa ya no es más capaz de ejercer su papado debe darse por vencido. Según Küng, esa es la interpretación correcta, la que con toda seguridad será compartida por las grandes masas de la Iglesia Católica. Küng recuerda, que “Durante los últimos años del papado de Juan Pablo II ya no teníamos un Papa que reinara, sino una Curia que conducía a la Iglesia en lugar del Papa.” Pero también alertó: „Con Benedicto XVI hay la amenaza de un Papa en la sombra“, en declaraciones recientes dadas al semanario alemán Der Spiegel. Continuó expresando, que a pesar de la renuncia, Joseph Ratzinger, ya ex-Papa, podría continuar teniendo influencia en el Vaticano, indirectamente.
Y existen razones para ello. Benedicto XVI se ha asignado a sí mismo un lugar dentro del Vaticano después del anuncio de su renuncia al papado. Además, conservaría a su secretario privado, el apenas en enero de 2013 consagrado arzobispo Georg Gänswein, alemán, quien simultáneamente permanecería como Prefecto bajo el nuevo Papa, en una controvertida y peligrosa dualidad de funciones. „Esto es un nepotismo de nueva clase, que en el Vaticano aun no se evalúa“, expresa Küng. Hay que recordar, que Gänswein fue seminarista de la retrógrada Hermandad Sacerdotal de San Pío X, fundada por el ultraconservador y ya fallecido arzobispo francés Marcel Lefebvre, que casi produjo un cisma en la Iglesia.
„En fin, a ningún párroco le gusta que su predecesor se instale al lado de la casa parroquial y observe todo lo que hace.“ Como sucesor de Benedicto XVI, Küng desearía ver „…un Papa que, mentalmente, no viva en la edad media“, sino que „esté abierto hacia el rumbo de la reforma y lo moderno.“ El teólogo continúa: „Sin la desactivación de la corte romana y una reforma de la Curia, a ningún nuevo Papa le será posible lograr apertura ni salida alguna.“
Tal vez para atenuar este tipo de críticas, Benedicto XVI manifestó frente a un grupo de sacerdotes romanos pocos días después de su anuncio, que ello significaba también su retiro de la vida pública, oculto del mundo, sin cargo alguno, refugiado en la oración y la meditación. Habría que concluir, que esta actitud sería la más deseable y saludable para el bien de la Iglesia Católica y su feligresía.
¿Quién es Hans Küng?
Küng es un sacerdote católico nacido en Suiza en 1928, que se destacó como brillante téologo y profesor de la misma en la universidad alemana de Tubinga, en la cual fue director del Instituto para Investigación Ecuménica. Al igual que Joseph Ratzinger, con quien estableció tempranos lazos de amistad, fue nombrado Perito en materia de teología para el Concilio Vaticano II al comienzo del mismo, en 1962, por el papa Juan XXIII. A sugerencia de Küng, Ratzinger dejó la universidad de Münster y fue admitido en Tubinga como profesor de teología dogmática.
A finales de la década de 1960 Küng se hizo el principal teólogo católico-romano en rechazar públicamente, como no había sucedido desde el siglo XIX, la doctrina de la infalibilidad papal, uno de los dogmas angulares de la Iglesia Católica, lo cual expuso particularmente en su libro de 1970 “¿Infalible? Una pregunta”. Por tal posición, así lo cree Küng, en 1979 la Conferencia Episcopal Alemana le retiró la licencia de enseñar como teólogo católico-romano, pero pudo continuar haciéndolo como teólogo ecuménico en la universidad de Tubinga, hasta su jubilación en 1996. Hasta hoy Küng persiste en su crítica, entre otros asuntos, sobre la infalibilidad papal, la que él considera como “hecha por el hombre” (y por lo tanto reversible) más que instituida por Dios. Es tal su fuerza e influencia intelectual, que no ha sido excomulgado ni le han sido revocadas sus facultades sacerdotales.
La obra de Küng.
La obra escrita de Küng es vasta. Ha escrito alrededor de 40 libros. Los tópicos abordados en sus libros, ensayos y artículos conforman los aspectos nucleares de sus críticas a la Iglesia. Ha sido honrado con alrededor de 30 premios, numerosos reconocimientos y más de 15 grados académicos honoríficos.
A principios de la década de 1990, Küng inició el proyecto sobre Ética Global, un intento de describir lo que tienen en común las religiones del mundo y el esbozo de un código de reglas mínimas de comportamiento que cualquiera puede aceptar. En este sentido, Küng se aproximó a la proposición del bioquímico norteamericano Van Rennselaer Potter, quien en 1970 había acuñado el término Bioética (ética en las nuevas tecnologías) y establecido las bases de una bioética global y profunda. Su proyecto culminó en el documento presentado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas llamado “Un diálogo entre las civilizaciones”, al cual Küng fue asignado como uno de las 19 “personas eminentes” en tales asuntos. El documento definitivo fue completado poco después de los ataques terroristas de septiembre de 2001, por lo cual no fue cubierto por los medios.
En 1998 Küng publicó el libro “Morir con Dignidad”, conjuntamente con Walter Jens, en el cual acepta el controversial asunto de la eutanasia desde un punto de vista cristiano.
En un artículo titulado “Las Fallas del Papa Wojtyla”, publicado simultáneamente en Italia y Alemania en 2005, Küng argumentaba, que durante su papado el mundo esperaba un período de conversión, reforma y diálogo, pero por motivaciones de conveniencia política, lo que Juan Pablo II ofreció fue la restauración del status quo previo al Concilio Vaticano II, con lo cual bloqueó las reformas y el diálogo inter-iglesias, imponiendo el dominio absoluto de Roma. En otras palabras, los términos del Concilio tales como modernización, diálogo y ecumenismo fueron reemplazados por restauración, autoridad y obediencia. Esta tendencia continuó invariable con Benedicto XVI, sustentado sobre su brillantez teológica conservadora, tendencia que comenzó cuando abandonó Alemania en 1982, llamado por Juan Pablo II para dirigir la Congregación de la Fe, la proverbialmente antes temida y conocida Santa Inquisición. Como consecuencia, muchos obispos reformistas de todo el mundo fueron suspendidos, a teólogos les fueron impuestas sanciones disciplinarias, incluyendo a amigos y compañeros de los tiempos del Concilio.
En septiembre de 2005 Küng mantuvo una discusión amistosa y pública con Benedicto XVI en Castel Gandolfo. Durante cuatro horas conversaron sobre teología católica, ética global y las relaciones entre las ciencias naturales y la fe cristiana, en un “clima del amor por la Iglesia”. Benedicto XVI se esforzó en generar un clima agradable frente a su viejo compañero de Facultad. “Rápidamente conversamos como antes lo habíamos hecho”, dijo Küng y describió a su anfitrión como “excepcionalmente correcto”. Por ninguna de las partes hubo “puntas”, ambages ni polémica alguna. La transcripción del encuentro fue revisada por ambos participantes. Küng pensó que se iniciaba una etapa de apertura, algo así como un puente entre las dos posiciones, pero no fue así. Otros católicos críticos esperaron señales parecidas, las que, lamentablemente, no se presentaron.
Sin embargo, durante una entrevista dada al diario francés Le Monde en 2009, Küng criticó abiertamente a Benedicto XVI diciendo que la teología papal era la misma del Concilio de Nicea, que tuvo lugar en el año 325. Esto le ganó una reprimenda del Cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio.
En una de sus últimas publicaciones “El Comienzo de todas las Cosas” discute las relaciones entre ciencia y religión y analiza tópicos que van desde la física cuántica hasta la neurociencia. Comenta también el debate en los Estados Unidos sobre la evolución y llama ingenuos y poco ilustrados a quienes se oponen a su enseñanza.
En abril de 2010 publicó una carta abierta a todos los obispos católicos, en la cual criticaba a Benedicto XVI por su manejo de los asuntos litúrgicos e inter-religiosos, así como la falta de decisiones oportunas sobre los escándalos de abuso sexual que habían atrapado a la Iglesia Católica. En la carta llamaba a los obispos a buscar soluciones regionales, entre varias proposiciones y hasta a promover la convocatoria de un Concilio.
Obviamente, el Papa Benedicto XVI y el profesor Küng transitan dos caminos diferentes. Küng desea reformar la Iglesia para mantenerla viva. El Papa intentó protegerla y estrecharla cada vez más en un núcleo conservador, pensamientos que posiblemente sobrevivan con su sucesor.
Con la renuncia de Benedicto XVI, quien seguirá siendo llamado Su Santidad, quedan solamente pocas esperanzas para la escogencia de un nuevo Papa que recoja y practique las reformas truncadas del Concilio Vaticano II. Un Reformador que atienda el clamor mayoritario de la feligresía. La lucha por el poder en Roma ya se inició, entre reformadores y obispos que desean más libertad y los bloqueadores, que ajustan sus camarillas vaticanas por cargos, poder, majestad y prerrogativas.
