Carta a Maduro. Oiga el clamor de la justicia
.
Don Nicolás Maduro Moros, perdone usted mi atrevimiento de escribirle, de su historia se cuanto usted mismo ha dicho, especialmente en el Teresa Carreño, al lado de valores humanos que adquieren dimensión de lo inmenso, como el maestro JA Abreu, cuya obra es de universal y permanente reconocimiento y también conocemos de sus sacrificios por el bien de los niños y jóvenes, en beneficio igualmente de sus progenitores, de la sociedad toda, dado lo óptimo de sus resultados, demostración cuya validez se prueba por sí misma y, acompañado de otros señores muy importantes, como dioses, el presidente de Uruguay, el de Nicaragua, los del Caribe y los de etcétera, todos presentes en la proclamación virtual y la legitimación real del ejercicio presidencial, en ausencia, del comandante Chávez, quien gobernará así desde aquí en adelante y hasta que el pueblo quiera, lo cual nos ahorra esas cosas de la interpretación de la constitución, siempre falible, y que dios nos ilumine para ahorrarnos todo esto de confrontaciones, definiciones, interpretaciones, hermenéuticas inútiles, porque, es siempre sabio y constitucional recurrir al pueblo, pero como no es siempre fácil alcanzar y traducir toda la verdad del pueblo, nos premió Dios con Chávez, que él sea el pueblo y siendo así, porque así es, lo reitera usted, la suprema corte, algún sacerdote muy pío, en VTV y demás todos los canales, siendo Chávez el pueblo y el comandante y supremo líder del proceso del pueblo, él decide por el pueblo, sus decisiones son del pueblo, solo que así son mas rápidas y eficaces las acciones que se han de ejecutar.
Como dije no sabia nada de usted y empecé a reconocerlo allí en ese acto en el Teresa Carreño, un especie de palacio de la lujuria de la Cuarta República, de donde el proceso ha sacado a los malos sacerdotes y comerciantes de ese templo; lo escuché a usted decir que viene de abajo y que todos los que allí estaban de abajo vienen y que, gracias a la revolución que han ascendido y llegado hasta allí para quedarse. Fue enternecedora la síntesis de su vida. De obrero del metro a presidente real, y de un muchacho que apenas con dificultades podía cantar rancheras, hoy se puede sentar a la diestra de Don JA Abreu y compartir la batuta con Dudamel. Y todo eso gracias al proceso que lidera, manda, comanda, nuestro Presidente HR. De allí también de cuanto dijo y repite, se que tiene usted por el señor presidente comandante una fe mística, el comandante es la verdad, el camino, la vida y el jefe a quien hay que jurarle obediencia y fidelidad, incluso en el más allá de este acá.. En días del anterior diciembre lo vi cuando el sumo señor presidente lo ungía como su heredero. De allí empecé a tomar en serio su presencia y hasta me gustó la idea de verlo presidente. Aun sin saber quien es usted, pero el que sea seglar, quiero decir no militar, me parecía bueno. Y no es que por definición ser militar es malo, sino por eso que decía Bolívar, los militares tienen – eso si por definición – que ser servidores para la defensa de la patria. Para obedecer el orden civil y el rechazo categórico a que se ocupen del gobierno. Y, es inevitable revisar que, en nuestra América Latina, las experiencias con los gobiernos militares han sido de tal magnitud trágica, colmadas de aberraciones contra los derechos humanos, el derecho a vivir, en donde la tortura, la muerte, son medios de su diario hacer para ejercer y permanecer en el poder, donde el silencio obligado es una buena manera de morir. Los gorilas, con el perdón de estos nobles bichos, en Chile, Argentina, Brasil…se escucha del vientre de la tierra a la sangre inocente reclamando justicia.
Otra visión que de usted tengo me la dio un nieto muy pequeño, de esos que uno desea que fueran ciertamente mejor afortunados con otro abuelo, dadas mis incapacidades para satisfacer sus inquietudes del saber. Preguntan cosas y se plantean casos y uno responde con lo mejor de si. Pero, entonces, es como si les dieran cuerda, indagan mas, y por qué y por qué, y mi abismal ignorancia se refugia en el silencio, ese cómplice donde solemos esconder nuestras limitaciones, pecados, en fin…El presidente es san Nicolás, viste de rojo y me traerá regalos. Me llamó la atención esa percepción de usted. Y, ¿por qué crees que es san Nicolás?, me atreví a replicarle, “porque se viste como Nicolás, y es grandote y tiene un bigote grande negro como cuando estaba joven San Nicolás”. Bueno, agregó, porque yo creo que los viejos tienen el pelo blanco, como tú, pero que fueron jóvenes, como mi papá. Eso me dijo y se fue a mirar el mundo en su computador.
Finalmente, me vi en la necesidad de buscar más para saber quien es usted. Y recordé la sentencia, seguro grata a usted, de que “por los hechos (sus frutos) los reconocerás” tal dice Mateo que Jesús dijo y que si hay algo de cuya verdad no podemos dudar está allí, en esa verdad irrefutable, acabada, completa. Tarde o temprano los hechos dirán quienes somos, que somos. Y nada ni nadie puede zafarse de esta verdad, bien sean buenos los hechos o pecados sean, construcciones o destrucciones sean, nadie puede escaparse de esta verdad inmensa, indestructible, plantas, animales, o eso que somos o decimos ser, humanos, nos definen los frutos, los hechos y ni la más prefecta de las hipocresías puede esconder. El adulterio, el plagio, el crimen, la bondad, la honradez, el amor, el placer,…todo medible es según los hechos son y no hay noche de lunes o de sábado donde podamos esconder el mal o ver brotar el bien. Allí están, allí somos. Si es blanco y de ojos azules es mío, exclamó un sátiro de oficio. Si es bueno y justo es el hijo del bien y para el bien, replicó una mujer tan bella y tan perfecta como la Magdalena. A diario lo único que digo a mis nietos y a los seres que amo, que lean a Mateo 7:15, 16,…20. Nos reconocerán por nuestras obras. Y es así y así es y así será! No podemos escondernos de lo que hacemos, lo hagamos solos o con el otro compañero del mal o del bien obrar.
Pues bien, por sus obras, las suyas, sus actos, sus haceres ya se quien es usted. Lo supe por sus hechos. Sus hechos o des-hechos, como máximo jefe del país, del gobierno, ungido del señor presidente, transubstanciado en usted está y se ve. Ha usurpado el estilo, la voz, la pose, la palabra, timbre, tesitura, tono del señor presidente. Nadie se escapa de sus imprecaciones, maldiciones, amenazas. Nadie. Ni el imperialismo ni Capriles. Ni nadie quien disienta. La verdad no es asunto de usted. La tolerancia no es asunto de usted. El perdón no es asunto de usted y su moral y su noción del bien, depende de quien está con usted o quien usted cree están en contra de usted. Sabe, Presidente Nicolás, según he cuidado de ver los hechos suyos, sus gestos, su lenguaje, usted no solo es enemigo de la verdad, sino que le tiene miedo. El amor a la verdad o tener miedo a la verdad es la característica dominante de lo que es el ser humano o de lo que no es. Y es que amar o tener miedo a la verdad es la única forma posible de saber quien se es y qué somos y su inverso recíproco, quien o qué se es o no se es. La mentira como propósito de engaño es el mayor de todos los delitos que el ser humano puede cometer. Al final, engaña a muchos, mucho tiempo, pero el tiempo y la verdad están contra él, porque a pesar de su éxito, a pesar del placer que en el mentir de ese modo puede traer consigo, al final se engaña a sí mismo. Vale, señor Nicolás, esta verdad para la cama, para el altar o para las cimas del poder.
Así, pues, ya le he escuchado con atención meticulosa, auscultando sus discursos. Lo vi leer, en medio de las dificultades de vista y de actuación, cuando quiso usted llevar al extremo de la mimesis, el estilo del Presidente, pero el buen mimo requiere mas ensayos. Chaplin ensayaba miles de veces cada gesto, cada paso. Claro, era Chaplin!, a quien meto en esto por su amor a la libertad. A propósito, señor Maduro, La Carta, que usted leyó, señor don Nicolás, es fácil demostrar que no la escribió el presidente. Perdóneme este excurso, pero jamás el presidente podría asumir una palabra de Walter Benjamin, filosofo, poeta, traductor exquisito, entre otros de Baudelaire.…lejos, demasiado lejos de esta cosa extraña que se llama chavismo, porque estuvo muy lejos del terror nazista, del terror del estalinismo, lejos muy lejos del sionismo, pero muy cerca al misticismo judío, porque estuvo siempre lejos, muy lejos, del dogmatismo. Por su obra lo reconocerás. Pero, en fin, algún pésimo teórico y mal poeta del régimen estuvo detrás de esa fulana carta … no se si en Cuba alguien del régimen lo haya citado alguna vez, porque es imposible justificar ese modelo de oprobio a partir de Benjamín, y si eso hubiese ocurrido gustoso se volvería a suicidar. Ese poetastro que escribió ese discurso ha haber sabido que el poeta se suicidó en España, como su última manera de enfrentar y desenmascarar el oprobio del nazismo y del franquismo, vale decir, como su última manera de afirmar, con su propia vida, el valor de la libertad.
Pero de usted supe de vedad quien es, porque yo podía excusar su papel de poseso, total, nuestro presidente es santero, marialionsero, islamita, católico, apostólico, cristiano, zamorano, y mas y mas es y todo eso junto es él, tiene, pues, poderes para incorporase en un médium idóneo que algo tenga de correspondencia con él. Además el presidente cree que Cristo, Bolívar se incorporan en él, mesías, libertador, pero, en su caso y situación, me bastó su actitud, su conducta, su decisión de no escuchar, quizá ni leer la carta que Ivana dirigió a usted y a todos los que tienen y disfrutan el poder con usted, para saber quien es usted y como son quienes andan con usted. El rechazo a la razón y a la bondad lo definen. No ver, ni escuchar a esa niña de 15 años, es tener miedo a la verdad que es y está en Ivana, a quien su régimen le secuestró a su padre, lo enjauló, no solo para desgarrarlo y arrancarlo de sí mismo, de su familia toda, (no lo han logrado!) sino para que todos viéramos lo que puede pasar a quien como Simonovis actúan asumiendo el compromiso, la responsabilidad de su competencia para salvar la vida, aferrados a la verdad, a la fe y al amor también.
Usted respondió como usted es. Por los hechos lo reconozco. No solo puso en duda la autenticidad de la carta, con lo cual la condena a ella, por falsa, embustera, incapaz, inepta, sino que además acusó, porque usted quiso, a quienes usarían de esa bella criatura su tristura, su dolor, como manipulación para conspirar, desde luego, contra el régimen. Alguien debió decirle que esa carta es de puño, letra y alma de esa niña. Que dudar de ella en estas circunstancias también es una abominable acusación contra ella, tanto o igual de perversa como es negar la verdad de ese texto. Todas y cada una de esas palabras, todas y cada una de sus oraciones, son verdaderas, son la verdad. ¿Sabe? Eso que usted hace es terrorismo de estado para lograr en cada quien un estado de terror, de tal magnitud que nos haga abúlicos, que nos haga ataráxicos y que, por tanto la vida no nos importe, que no nos importemos nosotros mismos, y, en consecuencia, que no nos importen la vida, los sueños de los demás y que nos acostumbremos a asesinar con nuestras propias manos la dignidad, la libertad.
De su insania, señor, no me preocupo por usted, hasta podría pedir a Dios lo alcance su misericordia y su justicia y pueda usted tener la posibilidad del arrepentimiento y de pedir perdón. Creo saber que hizo a gran parte del pueblo alemán confiar en Hitler. Puedo entender a quien consciente traiciona a un ser bueno a cambio del placer con otro ser infiel. Tal vez sea complaciente con mis errores y me esconda en el silencio para justificar mis yerros, mis pecados también, pero invoco a Dios, que me de la capacidad para, desde mi humildad, pueda contribuir a tener consciencia de cuanto debo hacer y que útil sea, quiero pedir a Dios me de la mano, la valentía, para mirar la dignidad inmensa, ejemplar de la Niña Ivana y mirar a los ojosa de quien que la dignidad, la verdad, el amor y la fe llevan como los valores esenciales de su ser. Se que saldremos de esto, que a la Niña Ivana sus lágrimas bañaran su felicidad. Lo se, y ello será posible si se alcanza y asume La consciencia como la capacidad para reconocerse tal cual se es, la consciencia para renunciar a ese ser como se es. Tarea de todos es.