Godzilla repotenciado, por Aquilino José Mata
Por: Aquilino José Mata
Cuando todo parecía ya contado respecto al famoso monstruo japonés, aparece un nuevo filme de la franquicia, Shin Godzilla, que la resetea para aportar no solamente un nuevo diseño de la mítica criatura, sino también una historia que es una afilada crítica en torno a la mala gestión por parte del gobierno nipón tras la tragedia de Fukushima, añadiendo una visión contemporánea al trasfondo social y político que ya tenía Japón bajo el terror del monstruo (1954), la película seminal de Ishiro Honda.
Los Estudios Toho, propietarios de la franquicia, lanzan de esta manera la película número 29 de la saga, que serían 31 en total, si contamos las dos producciones estadounidenses. Ahora nos encontramos con la que podemos considerar una de las mejores, para no decir la mejor: una reinvención que obedece a la acertada decisión de encargarla a dos creativos forjados en el anime -la técnica de animación japonesa-: Ideaki Hanno, consagrado por la exitosa saga Evangelion, y Shinji Higuchi, uno de los máximos especialistas en efectos visuales de la industria cinematográfica nipona.
Recordemos que el origen de Godzilla, el lagarto gigante que surge en la posguerra, está ligado al apocalipsis nuclear tras las dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. El retorno del nuevo engendro, que se alimenta de residuos nucleares depositados en el fondo del mar, emerge esta vez en el marco del reciente accidente nuclear de la central de Fukushima, que mantuvo en vilo a todo un país, al vivir de nuevo una pesadilla radioactiva.
Todo empieza cuando una extraña criatura sale a tierra desde la bahía de Tokio. Se trata del primer aporte de esta entrega. Es un ser en formación que pronto adquirirá la forma definitiva. Shin Godzilla combina a la perfección unos notables efectos especiales, generando una iconografía de enorme poderío visual, incrustando al monstruo sobre los paisajes urbanos de Tokio, con una narración espléndidamente dosificada para que jamás decaiga la atención del espectador.
En paralelo a las acciones destructivas de Godzilla, vemos cómo el gabinete gubernamental de crisis intenta dar respuesta al estado de emergencia creado. Reunión tras reunión entre el Alto Mando Militar, una flamante ministra de Defensa y el Primer Ministro, último responsable de la cadena que debe aprobar las difíciles decisiones de cómo derribar al monstruo produciendo los menores efectos colaterales posibles, evidencian, a veces de forma muy pintoresca, el peligro que supone para la comunidad otro monstruo: el de la burocracia.
Shin Godzilla renueva con lucidez y buenas ideas la saga. En sus imágenes va escrita una implícita carta de amor a la primera película que originó todo, la creada por Hishiro Honda, titulada Japón bajo el terror del monstruo. No es casual que hasta la fecha este nuevo filme haya recaudado a nivel mundial 77 millones de dólares en unas pocas semanas. Y es que, si el primer Godzilla parecía significar una amenaza de amplio espectro metafórico contra el país del sol naciente, ahora prácticamente lo podemos considerar un embajador de la cultura popular japonesa y son ellos los que entienden y manejan mejor su propio mito.
El verdadero protagonista de la función continúa siendo Godzilla. Aparece con toda la épica del espectáculo en imágenes a medio camino entre la poética de la destrucción y el inevitable cariño de los realizadores hacia su figura. Frente a la ineptitud humana, el público siempre se pone a favor del bando de Godzilla, y los aplausos al verlo son inevitables. Bien lo dice Shinji Higuchi, uno de sus directores: “A lo largo de sus 62 años, Godzilla ha tenido muchas facetas. Comenzó siendo una criatura sin sentimientos, encarnación del peligro nuclear. Luego se convirtió en defensor de la humanidad frente a otros monstruos, e incluso ha terminado siendo el amigo de los niños. Para los japoneses es un personaje entrañable”.
Como ocurre en la animación en general, si queremos zambullirnos en algo nuevo, distinto y genuino, nadie mejor que los Estudios Toho en la industria japonesa para ponerlo en valor lejos de la autocomplaciente previsibilidad del cine de Hollywood. Shin Godzilla, hay que decirlo, es un filme impresionante e inteligente.
En síntesis, esta película supone un nuevo punto de partida. No es un remake, porque no se parece argumentalmente a la película original de Ishiro Honda, así que es más correcto tratarla como un reboot que presenta de nuevo al monstruo y lo convierte otra vez en una seria y temible amenaza, lejos de las revisiones pop y kitsch que se sucedieron a lo largo del siglo XX.
Shin Godzilla se convierte así en un interesante punto de regreso al inicio. Una demostración de que a poco más de 60 años de su creación, la franquicia tiene muchos lugares, estilos y temas por explorar. Bienvenido sea el rey de los monstruos.