Venezuela hoy
La Unidad democrática ha logrado que el apoyo al régimen pase del 63%, obtenido en las elecciones presidenciales del 2006, a más o menos la mitad del electorado, en el marco de un descarado ventajismo gubernamental, que incluye la amenaza a funcionarios públicos, medios de comunicación independientes y ciudadanos en general, utilización masiva de recursos públicos, voto asistido ilegal y votos dobles y falsos en varias regiones del país. Sin embargo, a pesar de todo esto, el logro de la Unidad ha sido una hazaña impresionante frente a un petroestado que ha tenido petróleo a precios altos durante más de una década. Efectivamente, el poder del régimen se asentó básicamente sobre el carisma del “jefe supremo”, una chequera petrolera abundante y sostenida y la carencia de una alternativa democrática creíble. El carisma desapareció, la chequera está fuertemente disminuida y la Unidad ya es una alternativa creíble.
La Unidad es una coalición de partidos y grupos que tienen ideologías y visiones diferentes. Los miembros de la coalición han logrado un acuerdo básico en cuanto a un programa mínimo común de gobierno y es lógico que así sea por ser una coalición pluralista. Pero el problema actual no es lo que habrá que hacerse al final del régimen, sino las diferentes lecturas de la situación y la definición de la estrategia y las tácticas que hay que implementar en el próximo futuro. En la oposición, dentro y fuera de la Unidad, hay un debate entre básicamente dos grupos. El primero pone el acento en una salida relativamente “rápida” del gobierno de Maduro, dejando de lado la absoluta minoría que piensa en vías inconstitucionales, la mayoría de estos sectores plantea la Asamblea Constituyente y el referéndum revocatorio como mecanismos y una estrategia de confrontación continua con el gobierno y las tácticas de la movilización de calle como presión. En cambio, el grupo mayoritario en la Unidad, piensa que, sin descartar una salida anticipada del gobierno de Maduro, hay que ocuparse prioritariamente de terminar de construir una mayoría sólida de oposición, que quizás podríamos definir la obtención de por lo menos el 55% de apoyo popular. Para eso hay que aprovechar el descalabro socioeconómico que el régimen “comunistoide” ha provocado con la inflación más alta del continente, recurrentes devaluaciones, creciente desempleo, escasez de productos básicos y una infraestructura y servicios públicos colapsados. En mi opinión, los partidarios del primer grupo deberían plantearse si están dadas lo que los marxistas llaman las “condiciones objetivas“, para un llamado a una Constituyente o a un referéndum revocatorio, con la actual “correlación de fuerzas”. A los partidarios del diálogo, en cambio, les recuerdo que para dialogar, así como para bailar tango, se necesitan dos.
La desastrosa situación socioeconómica y el consiguiente descontento popular se incrementarán en los próximos meses, creando nuevas condiciones objetivas, que habrá que evaluar. También en el oficialismo la comprensión de la gravedad de la situación socioeconómica está favoreciendo la posición de los que consideran conveniente abrir contactos con sectores de la oposición.
La Unidad debe enfocarse principalmente en el esencial tema socioeconómico que afecta a todos los venezolanos, pero particularmente a los más pobres. Finalmente, lo que quiero que quede claro es que el debate es inevitable, pero la Unidad es indispensable.