Judicial

Hijos de la cárcel: La realidad de los niños con madres privadas de libertad (I)

Por Carla Michelotti y Eudomar Chacón

A simple vista, Nicole, Mauricio, Ezequiel, Augusto, Julián y Alberto son nombres. Nombres de seis niños, con experiencias, amistades y parientes diferentes. Pero a todos los une la misma realidad: son hijos de la cárcel.

Para 2015, en Venezuela había 2.761 mujeres privadas de libertad, de acuerdo con cifras del Observatorio Venezolano de Prisiones. Estas representaban 6% del total de reclusos que había en el país para ese año. Y eran menos de las 3.260 mujeres que estuvieron tras las rejas en 2014.

Lo que no se sabe con exactitud es cuántas de esas mujeres son madres. Esto a pesar de que el Gobierno tiene el deber de publicar estudios que permitan determinar la cantidad de niños afectados por el encarcelamiento de su progenitora, según la regla 68 de las Naciones Unidas para el tratamiento de las reclusas y medidas no privativas de la libertad para las mujeres delincuentes (Reglas de Bangkok), la cual señala:

“Se procurará organizar y promover investigaciones sobre el número de niños afectados por situaciones en que sus madres entren en conflicto con el sistema de justicia penal, en particular su encarcelamiento, y la repercusión de este último en ellos, a fin de contribuir a la formulación de políticas y la elaboración de programas, teniendo en cuenta el interés superior de los niños”.

En Venezuela son, por tanto, niños invisibilizados. No hay programas dirigidos especialmente a ellos. Y están a la deriva. Niños como Nicole, Mauricio, Ezequiel, Augusto, Julián y Alberto. Sus madres viven con privativas de libertad porque traficaron drogas, asaltaron, secuestraron… poco importa el motivo. La situación de todos es la misma: son víctimas de la situación carcelaria.

Sus historias le ponen rostro a la realidad que viven muchos otros pequeños: las condiciones de vida de niños que tienen —o han tenido— a su madre en prisión. Sin embargo, el retrato de los protagonistas de estos relatos no generaliza la vida de todos los menores de edad que viven una situación parecida. Ellos son solo unos pocos rostros entre un número incierto de hijos de los barrotes.

Es innegable que la madre tiene un papel fundamental en la formación de individuos sanos para la sociedad. Estas historias dan cuenta de ello. Nicole, Mauricio, Ezequiel, Augusto, Julián y Alberto viven la prisión de sus madres de diferentes maneras, pero todos se ven afectados por no tenerlas cerca.

Algunos se conocen, porque vivieron juntos en la antigua Casa Hogar “San José”, en San Antonio de los Altos —estado Miranda—; otros, probablemente, han coincidido en la cola para la visita mensual a las reclusas, a las que solo pueden entrar familiares directos, como ellos. Estas son sus historias:

La niña que vive en hogares pasajeros (II)

Foto: Pixabay

Sueños tras los barrotes (III)

Niños en la prisión

Ellos están condenados por una presunta estafa (IV)

Condena, juez

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