Lo que no pasará en 2017
Miguel R Carpio Martinez
@carpioeconomics
Parte de mi día a día como docente es verle la cara al futuro cada vez que me paro frente a mis alumnos. Dado lo que vivimos (este híbrido entre World War Z, I am Legend y Taxi Driver) con frecuencia, ese futuro me pregunta sobre lo que viene.
Hiperinflación, contracción económica, pérdida de poder adquisitivo, inseguridad, imposibilidad de adquirir un apartamento, un carro o cualquier activo que apuntale el patrimonio y mucha desesperanza. Ese es el ahora.
¿Profesor esto va a mejorar? ¿El 2017 va a ser peor? ¿Me quedo en Venezuela o me voy? Nada fácil dar respuesta a estas interrogantes. En especial cuando las respuestas no contribuirán a mejorar los ánimos de aquellos que, desesperadamente, buscan un motivo para esperanzarse.
En el 2017, bajo el mejor escenario, las cosas seguirán igual. Quizás el precio del petróleo aumente, llegando a los $60 o $70, sin embargo, esto no mejorará la solvencia del Gobierno. Lo ingente de sus compromisos y la ineficiencia que lo caracteriza, continuará incentivando el financiamiento del déficit fiscal. Esto aunado a un aparato productivo nacional mermado y una escasez de divisas que limitará severamente las importaciones.
En otras palabras, la demanda contará con combustible (dinero inorgánico) pero la oferta está accidentada en el hombrillo. En ese entorno, no es posible que la inflación pierda bríos.
Por otra parte, si las exportaciones no tradicionales están de pésame y las petroleras no generan suficientes divisas, es irrelevante preocuparse por el precio del dólar. Estamos hablando de un mercado con oferta limitada, en el que las fuentes de la oferta han sido apaleadas. Sin oferta, no hay mercado, si no hay mercado no hay precio.
En un escenario como ese el precio lo ponen los pocos que tienen acceso a la mercancía (dólar) y la demanda es infinita, no podemos esperar una apreciación de la moneda. Todo lo contrario, el bolívar cada vez valdrá menos (mucho menos).
Hemos sido testigos como progresivamente han ido muriendo distintos mercados e industrias, ello a causa de la eficiente operación de la anarquía, la falta de instituciones robustas y la desinversión. Son pocos los que quedan en pie y que con fe luchan por seguir adelante con sus proyectos, otros pocos se arriesgan a entrar.
Sin embargo, en una coyuntura como esta, el Gobierno debería apuntar por reglas del juego claras, instituciones fuertes e independientes, seguridad jurídica y respeto al sector privado. Esto ayudaría que los pocos valientes que quedan se multipliquen y aumente la producción nacional, así como el empleo y el bienestar de la sociedad.
Mientras el futuro sea gris como lo es actualmente, esos pocos irán extinguiéndose. Llevándonos a una situación que nadie quiere ni puede proyectar. Una especie de Armagedón. ¿Cómo no van a querer irse nuestros jóvenes? Ellos solo quieren vivir tranquilos, vivir bien. Pero mientras las cosas no cambien eso no pasará ni en 2017 ni nunca.
¿Solo debe cambiar el Gobierno? No. Cada uno de nosotros debe cambiar. Siempre le digo a mis alumnos que mi definición de un profesional exitoso, pasa por ser un profesional honesto.
Adam Smith no estaba equivocado con su “mano invisible”. El trabajar honradamente no solo nos beneficia personalmente, también nos beneficia en colectivo. Siempre habrá manzanas podridas, pero no por eso debemos corrompernos todos.
*Economista
Profesor UCAB