El cambio social
No hay hambre en Venezuela, dice la FAO. La pobreza disminuye radicalmente, dice el Gobierno. Yo constato, sin embargo, que en Venezuela existe una división creciente entre los pocos que tienen mucho y los muchos que no tienen nada.
Ya no se trata solo de que el país está dividido en dos mitades por razones político-electorales. Tenemos además la división de la familia venezolana por razones socioeconómicas. Y como lo repito con ocasión y sin ella, «reino dividido no prevalecerá». La división no pronostica nada bueno. Las tensiones sociales y económicas pueden conducir a conflictos inmanejables.
Hay centenares de miles de venezolanos desempleados o con empleos muy precarios. Hay miles de jóvenes que consideran que su empleo es la delincuencia. Hay jóvenes universitarios que lograron graduarse, al precio de muchos sacrificios, que no consiguen empleo. Hay madres de familia que no logran hacer el mercado. Hay unas colas indignantes para comprar leche o para acceder a Mercal. Hay trabajadores que sienten que el salario pierde su poder adquisitivo todos los días. Hay empresarios que tienen que cerrar sus empresas y otros que no encuentran ambiente para abrir nuevas empresas. Hay maestros y profesores pésimamente remunerados. Hay agricultores que ya tiraron la toalla y abandonan los campos para aumentar los cinturones de miseria de las grandes ciudades.
Pero el Gobierno cree que la pobreza está desapareciendo. Y lo cree porque los programas sociales y las misiones han tenido la virtud de amortiguar los efectos de la pobreza. Esos programas alivian la pobreza, pero no la erradican. Además, esos programas son sostenibles en la medida en que el precio del petróleo se mantenga siempre creciente. Si el precio del barril se estabiliza o disminuye, la catástrofe económica conducirá a descubrir que el problema de la pobreza no lo habíamos erradicado.
El problema social se resuelve con más y mejores inversiones que generen más y mejores oportunidades de trabajo y con más y mejor educación y, particularmente, educación para el trabajo. De modo que las nuevas generaciones encuentren empleos modernos, útiles, productivos, estables y bien remunerados, y que a través de un gran esfuerzo educativo podamos capacitar a esos jóvenes para alcanzar un futuro mejor.
¡No es regalando pescados sino enseñando a pescar como saldremos del hambre y del atraso!