Peligrosa incertidumbre
Lo que está viviendo el ciudadano común de Venezuela trasciende todas las predicciones hechas hasta ahora. Sabíamos que estábamos mal y, por obra exclusiva y excluyente del régimen gobernante, caminamos aceleradamente hacia peor. Existe en la nación una mezcla extraña de rabia con resentimiento, de resignación pesimista con relación a lo que puede venir ahora y también de expectativa vigilante sobre la conducta del liderazgo político del país.
Una vez más la Iglesia, en reciente comunicado de la Conferencia Episcopal, marca la pauta a seguir por todos los que queremos un cambio definitivo y profundo. Especialmente dirigido a la dirección política que pareciera vivir en otro planeta y no sabe, no puede o no quiere actuar decididamente frente a la dictadura. Todo está a la vista y los problemas sobre diagnosticados. También las soluciones. Pero nada será resuelto mientras el señor Maduro y sus cada día más reducidos alabarderos, civiles y militares, se mantengan en el poder.
Hay que dejar de lado las pretensiones personales y los intereses de grupos específicos que luchan por cuotas de poder abiertas y encubiertas. Otros sueñan con el protagonismo de una transición que no será obra del Espíritu Santo, sino de un pueblo que reclama la presencia a su lado de verdaderos dirigentes que estén en la política para servir y no para servirse. El aparatoso fracaso del mal llamado “diálogo”, dejó enterrados en el lodo los sueños de una salida electoral a corto plazo. El referendo revocatorio o el adelanto de unas elecciones generales eran alternativas válidas. Resultaron fallidas. El gobierno ha dado explicaciones variadas dejando claramente establecido que su único interés es ganar tiempo y permanecer en el poder por tiempo indefinido. La oposición ha sido muy pobre explicando el fracaso del revocatorio y el diferimiento inexplicable de las elecciones de gobernadores y legisladores regionales. ¿Por qué?
Lo importante ahora es no abandonar a un pueblo estafado con las recientes medidas monetarias y cambiarias. Torpes, mal implementadas y, por supuesto ideologizadas. Buscan en definitiva, lavar dinero sucio robando la plata del pueblo limitando sus derechos, acorralar a la banca y liquidar lo poco que queda del comercio formal e informal. Algún día se sabrá la verdadera motivación de la mayor estafa sufrida por este pueblo en toda su historia. Será más temprano que tarde, pero ocurrirá.
Invito a todos mis compañeros y amigos, a toda la dirección política del país y a quienes quieran escuchar en las fuerzas armadas, a leer con detenimiento la posición de la CEV y, de compartirla, a tomar el rumbo que corajudamente señalan nuestros prelados.
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