Esto no es Navidad ni un viernes de quincena, es una pesadilla
Esto no parece un viernes de quincena en diciembre, de esos que todo colapsaba pero por compras navideñas. El caos no vino acompañado de calles llenas de gente, donde se escuchaban al mismo tiempo las luces y demás adornos musicales. Ni los empujones de este día eran porque el venezolano cobró la quincena y estaba haciendo compras de última hora para las hallacas, los regalos o los estrenos.
La abundancia de aquella Venezuela parece desvanecerse en una terrible realidad del socialismo del siglo XXI. Los tumultos de este 16 de diciembre no eran para comprar la oferta de Navidad y darse un «gustico», de esos a los que estaba acostumbrada la población. La aglomeración ahora era para suplicar la venta de comida o alimentos.
A esta horrenda súplica, que muchas veces hace que la gente llegue a su casa con las manos vacías luego de 12 horas de cola, ahora se le suma el dinero en efectivo; el nuevo artículo de lujo.
Esta semana de diciembre, que antes estaba llena de fiestas, amigos secretos y otros rituales sociales, así como de compras de regalos, estrenos e ingredientes para las hallacas, fue la más terrorífica para los venezolanos al iniciarla con un ultimátum: En 72 horas los billetes de 100 bolívares (el de más alta denominación) no valdrán nada.
Colas interminables para depositar el “marrón”; colapso de puntos de venta; cajeros sin dinero o que seguían emitiendo los billetes de 100 bolívares; gente sin efectivo pidiendo en las calles para poder pagar el pasaje y llegar a su casa, fueron algunas de las historias que marcaron esta semana.
No es Navidad, no es quincena, por lo menos para los venezolanos. Hay desesperación porque no hay dinero en efectivo para pagar un autobús o el Metro, para comprarse un agua o echar gasolina. Hay desespero por adquirir comida y medicinas. Además, colapsan los puntos de venta y corren los rumores.
Esto no fue un viernes de quincena, de esos a los que estábamos acostumbrados los venezolanos. Hubo protestas, saqueos, descontento, malestar, desconcierto. ¿Perdimos el país?
