La pobreza intelectual del liderazgo
En las discusiones internas de los partidos en Venezuela, no está presente el intercambio o la confrontación de ideas. Por lo que las decisiones por lo general, están vacías de contenido programático. Esta falta de confrontación de ideas, hacen de la estructuras de los partidos un cascaron vacío como una vez sentenciara Carlos Andrés Pérez, los partidos se ocupan preferiblemente de dirimir o moderar las aspiraciones personales o de grupos que giran alrededor de determinados dirigentes nacionales y/o regionales, lo que hace que sus aportaciones a los problemas del país o de las regiones, sean prácticamente nulas.
Esta crisis intelectual de los partidos no adolece de traumas epistemológicos, pues sus discusiones están muy alejadas de las biografías y los prólogos de las academias políticas. Lo de ellos es la preocupación electoral por los cargos públicos, vale decir, el poder, por el poder, los políticos venezolanos de hace un poco más tres décadas, no tienen preocupación de trascendencia histórica, como la tuvieron Rómulo Betancourt, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Carlos Andes Pérez, Gonzalo Barrios, Arístides Calvani, “Pepe” Rodríguez Iturbe, Joaquín Marta Sosa, Domingo Alberto Rangel, Teodoro Petkoff, Gustavo Machado, Luis Herrera Campins, entre otros.
La dirigencia política de estos tiempos, es muy superficial (con sus extrañas excepciones), pues padece de una grave Anorexia Intelectual, no leen, no investigan, no estudian, es decir, cero preocupación por la formación. Basta escucharlos hablar sobre los problemas del país o de las regiones, para darnos cuenta de la pobreza de sus discursos y de su lenguaje.
Venezuela es hoy un país en ruinas y las alternativas de cambio carecen de espectro intelectual y es que basta conversar con muchos de los dirigentes actuales de las direcciones políticas de los partidos, para sentirnos rápidamente frustrados e indignados, pues la pobreza de su lenguaje les imposibilita plantearse problemas más allá de la estrictamente cotidianidad del activismo político, es decir, sus temas son eminentemente electorales acompañado del “chismorreo” político, de las trampas y los reacomodos de los grupos internos en función de hacerse de algunos cargos públicos, que eufemísticamente llaman, espacios políticos.
A la mayoría de los dirigentes políticos, les importa un pepino explorar, indagar aprender, conocer, sobre la teoría de la separación de los poderes del Estado de Montesquieu o los aportes de Joseph LaPalombara sobre política comparada, o los aportes del sociólogo alemán y profesor del London School y de la Universidad Múnich Ulrich Beck sobre la Sociedad del Riesgo, o sobre el concepto de equilibrio en la teoría de juegos, del matemático estadounidense John Forbes Nash Jr, o sobre la doctrina de las condiciones de la democracia moderna de Norberto Bobbio, o sobre el Choque de Civilizaciones de Samuel Huntington, o sobre el Sistemas de Partidos y Polarización Política de Giovanni Sartori, para intentar entender y comprender un poco más, sobre la situación política de Venezuela. Podríamos continuar enumerando los aportes de tantos pensadores que se han ocupado a través de los años de las ciencias políticas, económicas y filosóficas, pero con esta muestra biográfica es suficiente. Quien quita y se les pueda provocar una embolia cerebral.
Para la gran mayoría de los hombres de las direcciones políticas de los partidos, todo lo anterior es “paja”, pues ellos están interesados es por la “pasta” (Dinero), como dirían los españoles. Lamentablemente estamos en manos de políticos ignorantes sin cultura, que conocen muy poco de política (para ellos la política son las trampas, y las marramuncias a la que nos tienen acostumbrados), de economía, de historia, de filosofía, etc.
Al nivel de esta reflexión, deseo aclarar que en personal, estoy muy lejos de la antipolitica, pues soy y he sido por más de 48 años militante de partido y como demócrata entiendo que no puede haber democracia sin partidos políticos, pero desafortunadamente en las direcciones políticas de los partidos hay muy pocos hombres de Estados, por lo que los hombres de las direcciones políticas de los partidos, son una pésima caricatura de líderes políticos, que se ocupan preferiblemente de lo que encuentran útil para la “comercialización” política. Por plantear esto al interior de mi partido, he tenido que pagar un alto precio, pues les resulto muy incómodo para sus intereses mercantiles de la política.
En una oportunidad un entrañable amigo que fue Gobernador de mi Estado (Zulia), me dijo: “mira Miguel, en política para tener éxito tienes que tener votos o dinero”, y yo le riposté, y las ideas no cuentan, y este amigo me dio como respuestas, “a esa vaina nadie le para hermano”. Lastimosamente los partidos han mutado hacia el personalismo, a las facciones de grupos que hacen de la práctica política componendas que no están sustentadas en la discusión de ideas, sino en las trapisondas y en el embrollo político. Venezuela vive hoy una de sus peores situaciones políticas y económicas de sus últimos 50 años, y el liderazgo en todas sus expresiones parece no tener pistas de lo que está ocurriendo, pues su aldeanismo político no les permite visualizar un rumbo a seguir.
En materia económica por ejemplo, no existe claridad si se está apuntando a una política liberal o keynesiana, todos los venezolanos (chavistas y opositores) apostamos por una propuesta de política económica que permita abatir significativamente la pobreza, lo cual pasa por mejorar los salarios, que a su vez pasa, por definir una política antiinflacionaria que devuelva el poder adquisitivo a nuestra moneda, lo que en nuestra opinión no se logra con la propuesta totalizadora de la competitividad y la economía de mercado como modelo insustituible del crecimiento económico. De allí que sea urgente una redefinición del gasto público para oriéntalo hacia a la inversión en infraestructura.
En economías en recesión como la venezolana, generalmente se postulan dos criterios macroeconómicos, el keynesiano que apunta a la inversión pública para reactivar la demanda, y los que apuestan por una política de ajustes que conlleva a ajustar a la política monetaria y fiscal (reducción del gasto público para corregir el déficit) acompañada a su vez, de una estrategia de apoyo al crédito y al sistema financiero. Pero como quiera que no tenemos espacio para profundizar en esta discusión macroeconómica, basta con decir que, los venezolanos estamos sometidos a una presión emocional muy intensa, producto de la incertidumbre asociada a la crisis económica, de allí que requiramos de señales claras que permitan alcanzar de manera sustentable el desafío de describir con entera claridad, el proceso económico que nos va permitir alcanzar el objetivo de reactivar la economía, que es a lo que todos estamos apostando.
Pero es tanta la pobreza intelectual que surge de los discursos de nuestros dirigentes políticos, que nos hace temer que los resultados puedan ser un desastre, pues una medida de ajuste estructural que lleve a una austeridad fiscal, empeoraría la depresión económica en la que nos estamos hundiéndonos. Mirémonos por un momento, en el espejo de los ajustes de los países de Europa.