BASURERO: fuente de alimentación del Socialismo del siglo XXI
Dime que comemos
¡Mierda!
Gabriel García Márquez.
Si los basureros pensaran, si los vertederos tuvieran conciencia de sí, si las letrinas fueran reflexivas, si los chiqueros tuvieran opinión, si las cloacas opinaran, si los albañales meditaran y las pocilgas deliberaran, seguramente le hubieran otorgado el más alto reconocimiento – un nuevo Premio Nobel de la Suciedad – a la Revolución Bolivariana.
Esta excelsa e incomparable experiencia debería con toda justicia revolucionaria, erigirle un magno y soberbio monumento al Pipote de basura, a esos a los que cotidianamente acuden los hambrientos súbditos bolivarianos a fin de disputar – y no muchas veces obtener – los necesarios alimentos que no encuentran más en bodegas, panaderías, abastos, pescaderías, charcuterías, supermercados o mercadillos vecinales.
Gran aporte ecológico y humanitario el que los seguidores del Comandante Eterno han hecho a la historia de la reconciliación del hombre con su ambiente, sin necesidad de desarrollar largos y tediosos procesos de reciclaje de desechos de todo tipo, más propios de las sociedades capitalistas, boyantes y desperdiciadoras.
La FAO, ACNUR, UNICEF, y la devaluada ONU, – la OEA no – están muy pendientes de la contribución calórica y proteínica que los basureros socialistas venezolanos, los vertederos bolivarianos, vienen haciendo en pro de la salud, la robustez, el aumento de talla y el vigor que experimentan los hasta ahora sufridos súbditos bolivarianos que – por efecto de las más revolucionarias y eficientes decisiones de la Revolución – se han convertido en los ciudadanos más saludables del planeta. Los desechos de los restoranes, de las cadenas de comida rápida, de las areperas que antes tenían como sucio e indecoroso deleznable destino alimentar a los marranos en las cochineras neoliberales, ahora son el más preciado manjar que puede saborear el Hombre nuevo hecho en Socialismo.
Es cierto que los traidores responsables de la Guerra Económica le niegan al felicísimo pueblo bolivariano, chavista y socialista, la harina e maíz pre-cocida, el pan de trigo nuestro de cada día, las sardinas, el jamón, el café, el azúcar, la pasta, la leche y tantos de esos productos inútiles y prescindibles que el capitalismo salvaje promueve para alienar a los pueblos en la abundancia.
Ya los gastrónomos rojo – rojitos están elaborando una carta gourmet para la cocina del aprovechamiento socialista que dejara – con la boca abierta y salivando – a más de un cocinero mediático de esos que cocinan en las televisoras del Primer Mundo, puercas lacayas del imperio.