De la rendición de cuenta
Yerros incluidos, la cuenta ministerial generaba anteriormente una polémica parlamentaria de innegable trascendencia. Por ejemplo, hemos tenido ocasión de leer el Diario de Debates de la Asamblea Nacional Constituyente y del Congreso Nacional de finales de los cuarenta, dando aviso de una pormenorizada deliberación de la Memoria y Cuenta de cada uno de los ministerios, cuando no la celebraban las comisiones respectivas; hacia finales de los noventa, fuimos promotores de la – acaso – primera discusión interneteana en el país del mensaje presidencial de Caldera y una evaluación del informe de los despachos a través del correo electrónico; e, incluso, disculpen la inelegancia, nuestra primera incursión en el palco de la Cámara de Diputados fue con motivo del segundo informe presidencial de Pérez en los setenta, quedando deslumbrados los liceístas que acudimos a un foro tan intenso.
Momentos difíciles también caracterizaron esa viva formalidad republicana, como la evaluación de la gestión del entonces ministro de la Defensa Nacional, Carlos Delgado Chalbaud. El libre intercambio de ideas, a pesar de la delicada situación de aquellos años, reivindicaba la necesidad de realizar la instancia parlamentaria, institucionalizando las diferencias.
Recientemente, el Vicepresidente Maduro ocurrió ante la Asamblea Nacional con su (SIC) tren ejecutivo, consignando los gruesos volúmenes. Por más de dos horas, estelarizó la sesión, pródigo en datos hasta electrónicamente expuestos, que merecen la atención examinadora de los diputados oyentes, pues, por ejemplo, si bien acertó en el retrato de la llamada cultura de la muerte, olvidó – nada más y nada menos – que cumplieron catorce años en el poder.
Ha acontecido antes, el oficialismo no debe escurrirle el bulto a la consideración de todos y cada uno de los informes ministeriales, añadida la versión vicepresidencial, ora en la plenaria de la Asamblea Nacional, ora en las comisiones permanentes. Por lo demás, la oposición tampoco, pues, negadas las fuerzas gubernamentales en la cámara, es necesario hacer un riguroso balance a través de las asambleas ciudadanas, medios convencionales y digitales.
Finalmente, contando con la mayoría de votos en la plenaria y en las comisiones, el Vicepresidente y los ministros, como otros altos funcionarios que se requieran, no deben temer a la personal defensa de la gestión. Y hasta es de muy mal gusto que los diputados del PSUV avalen tan cómoda postura, sin precedentes en nuestro historial.