OIT, una visita oportuna
Pasó navidad con su carga de buenos deseos. Pasó también una reunión presidencial con alcaldes de oposición, en fingida apertura al diálogo. Y en medio de esa atmósfera angelical, el régimen desechó un indulto a favor de Iván Simonovis al remitirlo a la palabra imposible del difunto y al sumiso TSJ.
También despidió de su trabajo a Iván Freites, presidente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de Falcón, y despachó a Rubén González, secretario del Sindicato de Trabajadores de Ferrominera, a una nueva audiencia el 17 de enero por juicio en su contra, ambos sometidos arbitrariamente a decisiones violatorias de la libertad y el fuero que los ampara en funciones sindicales (Constitución, Ley del Trabajo -LOTTT-, Convenios de la Organización Internacional del Trabajo -OIT-).
¡Qué desatino el de un gobierno «obrerista» contrariando los derechos de los trabajadores! Evidencias sobran: 345 contratos colectivos vencidos; más de Bs. 20 mil millones en pasivos laborales adeudados; acoso y expulsión de obreros; más de 3 mil manifestantes y 230 sindicalistas sometidos a procesos judiciales por protestar.
A través de la LOTTT, el régimen inventa un absurdo registro único de sindicatos, violatorio de las normas de la OIT suscritas por Venezuela; interfiere inconstitucionalmente a través del CNE con más del 90% de los comicios sindicales; omite la obligada consulta tripartita; desnaturaliza a la organización sindical como representante de la clase trabajadora, para responsabilizarla además por la protección del pueblo, la independencia y la soberanía nacional.
Nada más oportuno entonces que la visita por 5 días, a partir del 27 de enero, de una misión tripartita de alto nivel de la OIT, que por solicitud inicial de Fedecámaras y apoyo de diversas centrales y sindicatos, evaluará la sistemática violación oficialista a los derechos de empresarios y trabajadores venezolanos.
En 2013 las protestas en el país ocurrieron a razón de unas 9 diarias, cerca de 3 mil, casi la mitad por conflictos laborales y atropellos antisindicales. Al carecer de conexión entre ellas, su efecto global ha sido exiguo. Sabiendo eso, el régimen juega a crear sindicatos paralelos, usando el viejo recurso de dividir para reinar.
La mesa está servida para la oposición, si sabe manejar sus cartas: son pocas las elecciones sindicales ganadas por el régimen, múltiples los dirigentes que le han retirado su apoyo, miles las protestas callejeras. Un movimiento laboral unido daría significación y fuerza a esas expresiones aisladas de crisis social, como ya fueron en el pasado. Es hora de que nuestros líderes, la MUD, la oposición asumamos también el tema sindical como otra prioridad en 2014. Mañana será tarde.
PS: A propósito de la violencia sin fin, tomo como propio el texto de Willy McKey «Generación Orwell». http://is.gd/6i8Nwg