Fatal Incomprensión Cultural
Cuando el Mulá Mojámed Omar, le dijo a los afganos que se quedasen en sus casas porque «Los Estados Unidos no los iban a bombardear», el mundo ha debido comprender la extrema barbarie y el enfermizo fanatismo talibán, que lo que estaba buscando era usar a su propio pueblo como combustible para avivar la hoguera de una guerra entre civilizaciones. Igual propósito sirvieron las miles de vidas extinguidas en Nueva York, Washington y Pennsylvania, el 11 de septiembre.
Por otra parte, la repetición, en la noche del jueves 11 de octubre, por parte de George W.Bush, de que los gobiernos que amparen a terroristas pagarán un precio -advertencia hecha después que el presidente de la Liga Arabe de Naciones declarase que los países árabes «condenan el terrorismo, pero no aceptan intimidaciones»; es sólo más combustible para la hoguera.
Fuego avivado aún más -ese mismo día- cuando el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, rechazó un cheque por ¡diez millones de dólares! que recién le había entregado el príncipe heredero saudita como contribución para el World Trade Center Fund, al leer -el primero- el comunicado de prensa saudita que invitaba a los Estados Unidos a revisar su política exterior haciéndola más sensible a la causa palestina, «porque allí estaba una de las causas del ataque terrorista».
También contribuyen al incendio, las declaraciones del presidente venezolano y de sus ministros, de que «la guerrilla colombiana no es enemiga de Venezuela», que «el comunicado británico no contiene pruebas sino indicios de que Osama Bin Laden es culpable» y que «no podemos considerar terrorista a Illich Ramírez Sánchez, porque éste no ha cometido ningún delito en Venezuela.»
Ninguno comprende la cultura del otro
Cuándo los representantes del gobierno estadounidense repiten que «esta no es una guerra contra ninguna religión, ni contra el Islam, sino contra el terrorismo»; para luego añadir que «cualquier gobierno que ampare a los terroristas pagará un precio», demuestran desconocer que en el mundo musulmán gobierno e Islam; gobierno y religión, no pueden realmente separarse. También demuestran desconocer que los gobernantes musulmanes comprenderían perfectamente que los Estados Unidos bombardeasen a Afganistán, porque eso es lo que se llama «Talión», (Ojo por Ojo); pero les resultaría incomprensible que atacasen a otros países que no los hayan agredido previamente; porque eso sería -para ellos- imperialismo anti-islámico.
Por otra parte, el alcalde Giuliani no vió la rueda de prensa que ofreció el general musulmán Pervez Musharraf, presidente de Pakistán, el 8 de octubre; si lo hubiese hecho, habría observado que el general no se ofendió cuando un periodista le preguntó si estaba ayudando a los Estados Unidos porque éstos le levantaron las sanciones económicas y acordaron renegociar su deuda externa. Simplemente le aclaró a los periodistas que no se trataba de «un negocio»; sino de seguir la filosofía de su gobierno de mantener inmutable el interés nacional, mientras que toda política gubernamental -como, por ejemplo, su relación con el régimen talibán- debe, en el interés nacional, necesariamente ajustarse al ambiente predominante.
El alcalde Giuliani hubiese comprendido, que un gobierno que conoce íntimamente al Medio Oriente -como lo es la monarquía saudita- le estaba diciendo ¡cortésmente! a los Estados Unidos -que si desean beneficiar su interés nacional de combatir el terrorismo internacional- deben dejar de manejar sus relaciones con Israel, como si fuese una prolongación de su política doméstica. No se trataba de un «negocio» (revisar su política exterior a cambio de diez millones de dólares), sino que los musulmanes ven que son numerosos los votantes judíos en los Estados Unidos. Además, los musulmanes -y los judíos- saben, que cuando una pequeña y permanente población judía retornó a Jerusalén en los tiempos del reinado del Califa Umar II (717-720) habían estado ausentes de esa ciudad por un espacio de 500 años.
Por otra parte, -y para intentar ser justos- los verdaderos palestinos, -los filisteos- (los que existían en los tiempos de los reyes David y Salomón), nunca ocuparon todo el territorio que reclaman hoy como suyo. Estaban restringidos a una pequeña porción ubicada -más o menos- alrededor de la actual «Franja de Gaza». El lugar se llamaba Filistía y sus pueblos más importantes eran -de sur a norte- Gaza, Ashkelón, Ashdod y Joppa. Antes de la creación del estado de Israel en 1948, no existían en la región, «palestinos» sino «árabes». Se comenzó a llamar palestinos -y así se mantiene hasta hoy- a todos aquellos árabes que como consecuencia de las numerosas guerras árabe-israelitas que se sucedieron a partir de 1948, se vieron convertidos en refugidos al tener que emigrar forzozamente a los países árabes vecinos (Jordania, Siria, Líbano, etc.)
Todo se inició, porque los judíos se cansaron de errar por el mundo. Y especialmente, después del Holocausto, necesitaban -como razón de vida o muerte- una patria propia. Y los británicos, convencidos por Ben Gurión, les dieron un territorio que pertenecía a los árabes; quienes ante la concesión, reaccionaron egoísta y xenofóbicamente, negándose a aceptar el territorio concedido a ellos como estado. Aún hoy, no comprenden la vital necesidad de una patria judía. No comprenden que idénticamente igual que ellos, los judíos primero se dejarán matar que perder a su patria. No es -estrictamente hablando- un problema religioso (ese argumento es más pretexto que realidad); porque si así fuese… ¿Cuál porción de Palestina le dejarían musulmanes y judíos a los cristianos?.
Tampoco los chavistas
Cuándo el gobierno venezolano, después de regresar el barco lleno de militares estadounidenses que navegaban hacia el estado Vargas para ayudar en su recuperación; después de negar permiso para que aviones estadounidenses dedicados a la lucha contra el narcotráfico sobrevolasen el espacio aéreo venezolano; después de armar un alboroto afirmando que una base de lanzamiento de satélites comerciales era una fachada para una base militar estadounidense en el Esequibo; y después de pedirle a la misión militar terrestre norteamericana que desocupase las edificaciones que usaban en Fuerte Tiuna… vieron que el coloso del norte seguía manteniendo relaciones cordiales con Venezuela y «no pasaba nada»…
Quedaron convencidos que «la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos», llegó a Venezuela con la «quinta república» para quedarse. Pero todo eso cambió a partir del 11 de septiembre de 2001. Los chavistas aún no se dan cuenta, Por ello, el gobierno venezolano está cometiendo un fatal error al hacerle ver a los Estados Unidos, que seguirá albergando en territorio venezolano, a terroristas internacionales.
Finalmente, ni los musulmanes ni los gobernantes venezolanos, comprenden totalmente, lo que significó para los Estados Unidos, la pérdida de más de ¡cinco mil! vidas. Ellos no sólo contabilizan las pérdidas de las personas físicas. Contabilizan además, algo mucho más valioso para ellos: las miríadas de contribuciones individuales al progreso de «América» que hubiesen aportado esas personas, de haber tenido la oportunidad de culminar la totalidad de sus vidas. Los musulmanes contabilizan a la «comunidad» y los gobernantes venezolanos a la «sociedad», donde las individualidades no tienen el mismo valor. No comprenderlo, provocará «the wrath of America».
¿Reflexionará alguien… o seguirán haciéndole todos el juego al extremismo?.