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Maduro no es el Papa, ni el Papa es Maduro

Aunque no nos haya gustado la congelación de las medidas de la Asamblea Nacional para enjuiciar políticamente a Maduro y otras acciones que otorga la Constitución al Poder Legislativo, lo cierto es que el liderazgo opositor no podía ignorar el «llamado urgente de la delegación del Vaticano y de la Conferencia Episcopal, a iniciar un proceso de diálogo nacional» a través del cual pedían «posponer las medidas anunciadas e intentar acuerdos de paz y entendimiento con el gobierno, por los que clama la comunidad internacional». No es lo mismo que convoquen a un diálogo «Maduro y sus amigos Zapatero, Leonel y Torrijos», a que lo haga el papa Francisco. Y no es lo mismo porque Maduro no es el Papa, ni el Papa es Maduro: «Hay que encontrar el camino de la paz en el marco de la ley y de la democracia», expresó el Papa a través de la mediación de su representante Claudio Celi. Como se sabe, la oposición está reclamando derechos pisoteados por el gobierno, tales como la recolección de firmas del revocatorio o, en su defecto, adelantar elecciones presidenciales; libertad de los presos políticos, retorno de los exiliados; atención urgente de las víctimas de la crisis humanitaria causadas por la corrupción y erradas políticas oficiales, y respeto a la AN, cuyas potestades han sido confiscadas por el régimen. Si Maduro pretende seguir ganando tiempo para continuar privándonos de nuestros derechos políticos y sociales, confiamos en que el mediador del Vaticano no avalará esa práctica que obligaría a la oposición a continuar en la calle y a la AN en su activa defensa de la democracia, tan escarnecida por Maduro. El «diálogo» de 2014 sirvió para descabezar el valeroso movimiento estudiantil (con numerosas muertes causadas por los cuerpos de seguridad y «colectivos» del régimen) y para condenar con pruebas amañadas –como recuerda la colega Marianella Salazar– a ciudadanos y estudiantes, entre ellos a Leopoldo López: «El inesperado diálogo de ahora –concluye Marianela– lo recibimos como un niño maltratado, que a cada momento espera el próximo golpe».

El mundo manifiesta su apoyo a la lucha pacífica del pueblo de Venezuela por la democracia y la libertad, y expresa su preocupación por el hambre, las enfermedades y penurias que han tornado miserable la vida de su población. Cientos de países y varios presidentes en ejercicio, como el peruano, el argentino, el brasileño, el paraguayo, el chileno, el español y otros, claman por el retorno de la democracia a nuestro país y han puesto grandes esperanzas en el «diálogo» que ,con la mediación del Vaticano, se inició la pasada semana. El papa Francisco dijo «apostar todo por el diálogo en Venezuela», a la par que elogió la «estatura política de los intermediarios Zapatero, Fernández y Torrijos», quizá con la idea de halar la brasa para la «sardina» papal, dado que los tres expresidentes llevan meses «mediando» sin que haya salido de su boca palabra alguna sobre «revocatorio», «respeto a la AN» y «liberación de los presos políticos», o mostrasen preocupación por la terrible crisis humanitaria. Quizá por eso, analistas, como Carlos Blanco, suponen que la política del Vaticano «se plegó a la operación Zapatero» y se alineó con «su estrategia que no sería la de evitar la violencia, sino impedir el cambio de régimen». Sin embargo, millones de personas, dentro y fuera de Venezuela, confían en que la mediación del papado obre el milagro de restituir la paz, cese la represión y violación de los derechos humanos y se restituyan los derechos a la salud, la educación, la alimentación, la seguridad y los derechos electorales. El Nuncio Apostólico aseguró que el papa Francisco «conoce muy bien la situación de Venezuela» y pidió al pueblo «tener confianza en el sumo pontífice». El secretario general de la OEA, Luis Almagro, saludó la mediación papal y dijo esperar que «el diálogo con mediación del Vaticano restituya la separación de poderes, los derechos electorales del pueblo y el respeto a la Constitución» y dijo «confiar en que el enviado del papa Francisco ayude a la liberación de los presos políticos, la agilización de los procesos electorales y la apertura de un canal humanitario». Esta semana leíamos que 50% de más de tres toneladas de medicinas enviadas por Chile a Cáritas de Venezuela el régimen las dejó vencer en el puerto de la Guaira, negado como está criminalmente a recibir ayuda internacional, mientras el pueblo se muere de hambre y de enfermedades curables, por falta de fármacos. Almagro, tras la suspensión del revocatorio, definió el régimen de Maduro como «dictadura» y añadió que esa decisión dejó a Maduro «sin legitimidad de origen». El expresidente boliviano Jorge Quiroga exigía esta semana que el «fin del embargo a Cuba y la paz en Colombia no pueden construirse a costa de tolerar una dictadura en Venezuela»; el cantante Rubén Blades acusaba que «Maduro ha optado por ignorar su propia Constitución» y el presidente peruano formalizaba su denuncia sobre “la alteración del orden constitucional y democrático en Venezuela”… Y así miles de exhortaciones para que cese la dictadura.

Maduro nunca ha jugado limpio y la curia lo sabe. La primera reunión del «diálogo» en el Museo Otero, no se ejecutó en la mesa instalada para la transmisión, sino en un salón apartado de la prensa (que no tuvo acceso al audio sobre lo que ocurría en la mesa central), para que creyéramos que la MUD era copartícipe de ese secretismo, mientras VTV vomitaba groseros insultos contra la oposición y daba la versión que favorecía al gobierno. Maduro sabe que necesita a la AN, pero como el escorpión de la fábula de Esopo, le clava el aguijón que impedirá la aprobación de los préstamos de la República, sin cuya anuencia la Venezuela de Maduro no recibirá ni un centavo en créditos externos, tal como han advertido firmas como JP Morgan. Libera a cinco presos políticos, a los cuales su Sebin había sembrado explosivos y otras falsas pruebas y aún se mantienen 111 presos políticos que Maduro usa como rehenes para hacernos creer que su liberación podría ser parte del acuerdo, como pide la MUD. Pero la naturaleza de Maduro es la del escorpión: le dan la gran oportunidad de salir del atolladero (casi 90% de rechazo popular, el país quebrado y una población hambrienta y desesperada dispuesta a no abandonar la calle hasta su salida del poder) y este activa su aguijón contra la paz, encarcelando a 17 jóvenes en Aragua; su Sebin secuestró en la clínica donde iba a ser operado de emergencia al diputado Rosmit Mantilla y lo encarceló en una celda de castigo sin agua, luz, ni atención médica. «La inmunidad no te salvará de un carcelazo», gritó el escorpión al diputado de VP, Freddy Guevara, a quien llamó terrorista mientras ordenaba a sus poderes llevarlo a la cárcel, al tiempo que sus esbirros niegan las visitas a los numerosos presos políticos de VP, incluidos Leopoldo López y Ceballos. Y la guinda de la torta: el jueves, un Maduro desquiciado porque la oposición está firme en sus reclamos electorales, liberación de presos políticos, respeto a la AN y desactivar la crisis humanitaria, vocifera en cadena, para estupefacción del mediador Vaticano: «La oposición no entrará a Miraflores ni con votos, ni con balas». Consummatum est…

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