Opinión Internacional

Corte Penal contra el terrorismo

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Crimen contra la humanidad

El 11 de septiembre ocurrió una nueva tragedia para la humanidad. Esta vez fue contra la ciudad más universal de todas: Nueva York, lugar de encuentro de las diferentes culturas, los negocios, la academia, el arte, la libertad y todo lo bueno que exista en el orbe. Nadie puede dudar que NY se ha convertido en un ícono de la universalidad de culturas, razas, religiones e inmigrantes en la era contemporánea. Lo ocurrido en el World Trade Center, así como lo del Pentágono en Washington, demuestra que la realidad supera la imaginación, ninguna película había podido reproducir hechos tan duros y trágicos como los que ocurrieron. Al inventario histórico de violaciones de los derechos humanos se agrega este crimen horrendo, injusto e inaceptable, producto del terrorismo, el odio y el atraso cultural.

Posición de Amnistía Internacional

Amnistía Internacional ha condenado con energía todo acto terrorista, venga de quien venga: se trata de un problema de principios en lo cual dicha práctica niega lo esencial: la vida humana y el conjunto de derechos de los seres humanos. En el caso reciente de EUA, la indignación es mayúscula, debido al significado de la pérdida de vidas y al símbolo que representa la agresión a civiles desarmados, sin aviso alguno. La salida debe ser justa, ejemplarizante, inmediata y enérgica.

Este crimen alevoso y cruel no puede quedar impune. Como solución, AI ha impulsado la aplicación del derecho penal internacional, antes que preferir la respuesta armada. Hoy, más que nunca, hace falta crear el Tribunal Penal Internacional, tal como la ha pedido AI al mundo desde hace varios años. De existir esta alta Corte, se castigarían los delitos de lesa humanidad de forma rápida, con lo cual se prevendrían la autodefensa y las guerras, también indeseables y fuentes de errores y de todo abuso.

El Estatuto de Roma

Mediante este instrumento se crea un Tribunal Penal Internacional de carácter permanente, a los fines de procesar los delitos de genocidio, crímenes de lesa humanidad, delitos de guerra y la agresión armada e ilegítima. Asimismo, el Estatuto contiene el procedimiento para enjuiciar a los acusados de tales crímenes y las penas que corresponderían a los culpables. Los antecedentes de esta Corte son los Tribunales de Nüremberg, Tokio, Ruanda y Yugoslavia que fueron creados para fines específicos, luego de lo cual desaparecen.

El Estatuto de Roma fue aprobado por 130 países, incluidos muchos musulmanes, pero hasta ahora solo 42 lo ha ratificado por lo que faltan 18 ratificaciones para que cobre vida este importante Tribunal. Venezuela fue el 11° país en hacerlo, lo que le ha valido el reconocimiento internacional. Recientemente, el Reino Unido lo hizo también, con lo cual se añade un significativo aliado a la idea de la creación del Tribunal Permanente. Los Estados Unidos lo firmó el diciembre de 2000, pero falta su ratificación, la cual se espera ansiosamente.

La jurisdicción penal internacional funciona de manera complementaria, es decir, solo cuando un país no puede o no quiere tipificar los delitos y establecer el debido proceso para permitir su rápido enjuiciamiento, con las garantías constitucionales adecuadas. Ello quiere decir que el Tribunal Penal Internacional solo actuaría cuando no existan mecanismos legales o situaciones políticas apropiados en los países donde se cometan los actos violatorios de los derechos humanos.

Significado del terrorismo

Todo acto terrorista es una gravísima violación de los derechos humanos. El terrorismo es una de las amenazas más severas contra la vida y la libertad humanas. Los terroristas desprecian los derechos de sus víctimas, aun cuando justifican que su actuación se hace en nombre de unos principios o creencias, en contra de cualquier manifestación de fe o valores diferentes. Lo terrible del terrorismo es su irrespeto a lo distinto, lo cual debe ser combatido por medios violentos y sin compasión alguna. El terrorismo es segregativo, discriminatorio, intolerante y antidemocrático, sentencia a los demás a la destrucción sobre la base de prejuicios.

Toda guerra es indeseable y destructiva, pero el terrorismo es peor que una guerra. La diferencia es clara: mientras que aquella se somete a reglas cada vez más rigurosas, a controles internacionales más efectivos y está a la vista de todos, el terrorismo actúa en desmedro de cualquier principio y a la sombra de lo clandestino, donde el derecho internacional está ausente y es imposible la mesura, el escrutinio internacional y el autocontrol.

El terrorismo es ilegal, contrario a las normas de derecho interno de los países y violatorio de los tratados internacionales. Muchas legislaciones lo contemplan como un delito de los más graves. Las guerras están sometidas a controles jurídicos para evitar mayores daños, pero el terrorismo se escapa de cualquier limitación, lo cual permite la desproporción letal de sus efectos. Asimismo, se ha hace imposible la reparación de los daños o la indemnización a las víctimas.

De otra parte, el terrorismo financia sus actos con fuentes ilegítimas, ilegales y delictivas, tales como las drogas ilícitas y el contrabando. Así las cosas, no solo es reprochable la organización terrorista por su naturaleza y fines sino que por sus actividades y fuentes de financiamiento se hace doblemente execrable.

El terrorista basa su eficacia en la sorpresa: mientras menos se sospeche de ese agente del mal, más artero es su delito. La ventaja para el terrorista es la mayor desventaja para las víctimas. El cálculo del éxito terrorista le confiere mayor perfidia, ignominia y alevosía al acto criminal, con lo cual se agravan los efectos, lo que es una de las metas que se procura con el acto de terror.

El terrorismo aprovecha la vulnerabilidad: se trata de atacar a los más débiles. Las víctimas preferidas son los pobladores indefensos e inocentes, sin armas y a horas en las que nadie piensa en cómo repeler el ataque que se ignora. Así las cosas, no se trata e un daño colateral que afecta a civiles inocentes: la esencia del acto terrorista es causar ese daño que escandalice y le quite el sueño a los sobrevivientes. Ese poder de representación del acto terrorista es su valor agregado.

El terrorista es cruel: no le importan las consecuencias, salvo que no sean letales. En su cálculo perverso, la idea es causar el mayor daño posible. El sufrimiento se convierte, así, en fuente de placer y sadismo. Mientras más sufra la víctima, el goce de ver sufrir se multiplica. La moral terrorista se confunde con el placer de ver sufrir. Tal crueldad solo es posible en mentes insanas, capaces de total inhumanidad.

El terrorista es un fanático que siente que con su acción llena un contenido religioso, político, nacionalista o racial. El fanatismo le hace condenar a quienes siente que son distintos, así sea toda la humanidad o un pobre niño victimizado. El fanatismo y los fundamentalismos, cualquiera que sea su origen, son las principales causas de la irracionalidad de los terroristas. La emocionalidad del acto terrorista tiene la lógica de la pura destrucción y la muerte, sin cortapisas.

El terrorista es cobarde: no da la cara, se esconde en la oscuridad de la noche, la emboscada y la traición. El odio que motiva su acción se estimula con el terror de las víctimas. Así, el pánico instintivo de quienes huyen de un ataque terrorista realimenta el odio insano de los verdugos. Ese efecto detestable le produce placer a los cobardes.

El terrorista desprecia la vida de los demás: se siente dueño de las víctimas, su vida y sus bienes. El terrorista es un asesino que planifica su golpe de forma fría, calculada y artera. La ejecución de un acto terrorista es sangriento, desprovisto de piedad. Un terrorista es peor que los homicidas de ocasión. El terrorista posee una visión del mundo que percibe a sus víctimas como el enemigo a demoler y destruir sin compasión. Así, el suicidio y el homicidio en masa pasan a ser una unidad destructiva que amenaza a todo ser viviente.

El terrorismo busca el poder, pero se disfraza de ideales y razones políticas, religiosas o nacionalistas. No existe crimen que sea altruista. La base esencial de los terroristas es el egoísmo puro, el deseo de imponer su fuerza brutal de odio e intolerancia para fulminar a las víctimas.

Combate al terrorismo

La visión de los derechos humanos impide justificar una guerra, por muy necesaria que se piense que sea. Las guerras siempre las pierden los seres humanos, aun cuando la ganan los ejércitos y los Estados. Las víctimas de un conflicto armado suelen ser inocentes indefensos, quienes no son parte de las luchas. Las represalias siempre dejan un margen alto de error y sufrimiento en la población civil y los sobrevivientes. El progreso de la civilización estará garantizado por el avance del derecho, más que por la innovación de las armas, necesarias solo para la legítima defensa, según la Ley.

La humanidad ha sido víctima de una nueva agresión insólita e inédita. La solución justa contra el terrorismo ha sido propuesta desde hace décadas: la creación de un Tribunal Penal Internacional, el foro adecuado para procesar y castigar a los culpables. La guerra se ha justificado por la ausencia de un control jurisdiccional permanente. Por eso es necesario exigir a la comunidad internacional, la pronta ratificación del Estatuto de Roma.

Igualmente, es necesario establecer mecanismos ciertos, precisos y verificables de control de armamentos químicos, biológicos y de cualquier otra naturaleza que puedan ser usados por elementos inescrupulosos del terrorismo internacional.

Reforma del Código Penal venezolano

De otra parte, es necesario reformar el Código Penal para incluir el delito de terrorismo como un delito contra los derechos humanos. Los artículos 297 y 298 de ese instrumento contemplan el delito de terrorismo con penas de 3 a 6 años, con la posibilidad de aumento a 8 años según la gravedad de los daños. En caso de muertes o daños a la propiedad, originados por el acto terrorista, se aplicarán las penas correspondientes a esos delitos. Como puede verse, es necesario actualizar estas normas a la realidad actual, en la que el terrorismo es cualitativamente peor y más destructivo.

En la reforma del Código Penal que proponemos, la pena no debería ser menor de 15 años, por el solo hecho de intentar un acto terrorista. Por cometerlo y hacer que se pierdan vidas la pena debe alcanzar los 30 años de presidio. La manera de realizar la reforma sugerida debe tomar en cuanta el catálogo de delitos de lesa humanidad establecidos en el Estatuto de Roma, donde se encuentran tipificados tales hechos. Asimismo, se debe complementar el estudio con el texto aprobado por la ONU sobre los Elementos de los Crímenes del mismo Estatuto.

Desde el punto de vista procesal, el COPP establece el medio idóneo para el juzgamiento de ese delito, pero hacen falta la prisión adecuada para los culpables de ese delito. De esta manera, se completará el marco institucional y legal para el castigo de esos delitos.

La prevención del terrorismo es una materia de mucha importancia, si se toma en consideración la vulnerabilidad de las personas y los bienes en una sociedad democrática y pacífica. Por ello es necesario establecer controles rigurosos de armas y rechazar de manera enérgica cualquier manifestación adversa a los derechos humanos.

Conclusiones

Nunca habrá palabras suficientes para describir el sufrimiento humano causado por la violencia. En el caso del terrorismo es necesario agregar que se trata de una de las formas de violencia más injustas y violatorias de los derechos humanos. El ataque a las torres Gemelas de NY, al Pentágono y los otros golpes debe ser resuelto y castigado. Corresponde al derecho penal, tanto interno como el internacional, dar una solución jurídica a ese flagelo.

Amnistía Internacional pide, una vez más, que se hagan las reformas necesarias y que no se deje impune un delito tan grave, que ha puesto en peligro a la humanidad y afecta duramente la paz mundial. En ese esfuerzo es necesario el acuerdo de todos los Estados del mundo, sin excepciones. Finalmente, es necesario controlar las armas de todo tipo, a los fines de prevenir males mayores.

Coordinador de la Sección Venezolana de Amnistía Internacional
(Amnistía Internacional es una organización no gubernamental que fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz, en 1977. Se encuentra en 160 países y cuenta con más de un millón de miembros voluntarios).
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