Opinión Internacional

El Islam: ausencia de lo lúdico

La identidad frente al otro

Si algo le es inherente a las religiones es su sentido
de solemnidad; la medida de ese trance de vínculo con
lo sagrado, intimida y obliga a la sumisión, el miedo
a lo divino, a la ira de Dios, no hay espacio para el
«juego» ante lo «imprescindible». El mundo cristiano,
no sólo no fue ajeno a esto, y como todos sabemos,
antes de que se impusiera la seglarización de sus
costumbres, fue especialmente intenso por siglos en
subordinar toda la vida de la sociedad a la autoridad
de la religión. Sólo el tiempo y muchos cadáveres han
hecho de la religión en occidente, una -muy
importante- de las muchas dimensiones que adquiere la
vida del hombre. No obstante, ni la religión ni las
confrontaciones en otros niveles de la vida de
occidente, están cerca de haber sido resueltos, y las
luchas dilemáticas por afirmar la tolerancia es un
continuo desafío de nuestro presente y nuestro futuro.

Pero si algún aporte ha hecho occidente al drama de la
intolerancia(del cual es coautor de primer orden) es
haberle introducido elementos lúdicos a los distintos
niveles de la existencia, vale decir, que la política
como instrumento del orden y la convivencia y con ella
la religión, están subordinadas a un compromiso, a lo
que comúnmente llamamos reglas de juego formando
planos o niveles en que se manifiesta la vida, pero no
son necesariamente ni siquiera éstas las más
importantes. Existen una infinidad de fines, tales
como: el amor, el arte, el deporte, los negocios, la
amistad sin que tengan que poseer conexiones
religiosas ni políticas. En contraposición a esta
visión lúdica, está un concepto de la vida ya sea
política o religiosa, o ambas a la vez, de afirmación
extrema y radical de la identidad frente al otro, que
se manifiesta en términos de combate existencial, pero
de tal magnitud y relevancia que deben sacrificarse
otros valores.

Modernidad y tradición

De alguna manera el mundo islámico se ha debatido por
muchos años entre modernidad y tradición, perdurando
hasta ahora las posturas conservadoras; algunos de
estos países se encuentran alineados a occidente por
conveniencias económicas, pero también por razones
defensivas(ejem. Arabia Saudita, Egipto) procurando
detener la agresión de sectores radicales, tanto de
otros Estados del área como de grupos que aspiran al
poder; curiosamente éstas alternativas son aún más
regresivas en su propuesta integrista de tradición
religiosa. Y por otro lado se encuentran los casos de
otros países en abierto enfrentamiento y resistencia
modernizadora(Siria, Libia, Irán, Afganistán, etc.).

Transformación lúdica

Pero si algo deseo hacer relevante en este escrito, no
es un análisis de la composición política y religiosa
cada nación islámica, sino algo que les es común, sean
estos países moderados, alineados, o radicales, y es
su homogénea ausencia de sentido lúdico.

Lo lúdico es añadirle a la vida elementos menos
formales, es decir, el de que hay cosas tanto o más
importantes que la política y la religión y que nos
deben conducir a que no la tomemos a veces tan
excesivamente en serio, pudiendo contribuir
decisivamente hacer que nuestra vida sea menos ingrata
y más armoniosa, sin que ello sugiera para nada en el
caso del mundo islámico una rebelión contra Alá, el
Corán, ni las leyes islámicas; estoy convencido que
la flexibilización de la legislación islámica es
cuestión de tiempo, además de necesaria para contener
su acelerada decadencia aferrada equivocadamente a una
tradición despótica y anacrónica, pero no es nada
inverosímil que el universo musulmán se vea renovado
-ante los viejos y nuevos desafíos- con nuevos
liderazgos desde dentro de si mismo en una liberal y
consistente dirección creadora.

Aunque de Mahoma no se tiene ningún retrato, entre sus
descripciones se dice que » tenia los dientes
espaciados, y en ocasiones reía tan fuerte que se
retenía las ijadas y enseñaba hasta las muelas.» Si
esto es cierto, no hay duda que Mahoma de reírse, su
personalidad tenía alguna conexión con aspectos
lúdicos de la existencia.

Pocos espacios para el deporte

Una de las cosas que llama la atención en los países
árabes y en la mayoría de las naciones de religión
musulmana, es que el deporte y los héroes deportivos
ocupan poco o ningún espacio, esto está
relacionado- por supuesto- con lo que hemos venido
señalando, la ausencia del sentido lúdico. La
religión, las abluciones y los ritos son de tal manera
invasivos que los ídolos y los personajes notables se
contrae a líderes religiosos y ensotanados ayatolaes.

Aunque el fútbol ha tenido en los últimos 25 años un
cultivado y vertiginoso desarrollo en Arabia y los
países del golfo pérsico, está lejos de ser un
revolucionario desideratum a la influencia casi
lacerante de la religión, el deporte en fin, no es un
protagonista de la vida de los musulmanes.

Persuadidos estamos que de introducir y descubrir la
magia que encierra las prácticas y competencias
deportivas como actividad lúdica por excelencia, en
toda la multitud de opciones que la integran, dotarían
a su sensibilidad de nuevas fórmulas para excitar sus
pasiones, fantasías y sueños y de una exitosa fórmula
de bienestar.

La religión de Alá no le resulta incompatible(hasta
donde sabemos) la actividad deportiva, hasta el punto
que muchos deportistas afroamericanos han abrazo la fe
islámica, entre ellos nada menos que Muhamad Alí en el
boxeo y Kareem Abdul-Jabar en el baloncesto por
nombrar sólo dos que son considerados de los mejores
exponentes de todos los tiempos en sus respectivas
disciplinas.

No consideramos necio ni trivial expresar que, una
manera de quebrar la avasallante presencia de la
religión en la vida de los musulmanes, es que puedan
asumir alguna vez el espectáculo deportivo sin
complejos, celebrando sus propios ídolos y el de otras
naciones. Después de todo, países tan rigurosos en
otros tiempos en sus costumbres como Japón, Corea y
China son entusiastas promotoras y practicantes del
deporte incluyendo el béisbol, sin que ello les haya
restado un sólo milímetro a sus valores e identidad.

Conclusiones

Algunos de los contenidos de la experiencia histórica,
nos indican que, el entretenimiento (el juego) situado
en forma consciente, no fuera, sino dentro de la vida
ordinaria, introduce un medio genuino de reflexión, al
plantearnos de que la vida, y sus aparejadas y serias
obligaciones, no deberían tomarse siempre total y
rigurosamente en serio, pues hay cosas en la
existencia humana, todavía más importantes vinculadas
estrechamente al compromiso de reivindicar el placer
de disfrutarla, en el sentido festivo, lúdico;
minimizando los sentimientos de peligro, hostilidad y
amenaza que inevitablemente percibimos de la vida en
común.

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