Globovisión
Es natural el interés y la preocupación que despierta en su personal y en los televidentes la venta de Globovisión. Más que un canal, la estación se convirtió a lo largo de estos años en una sentida referencia para millones de venezolanos. En “Globovisión 15 años” un libro que escribió Macky Arenas el 2010 cuenta con lujos de detalles, el proyecto, el nacimiento y los pasos iniciales del primer canal de noticias venezolano. Guillermo Zuloaga, Nelson Mezerhane, Alberto Federico Ravell y María Fernanda Flores, entre otros, juntaron esfuerzos para su aparición. En aquella época CNN desde Atlanta desataba la onda de los canales especializados en la transmisión de noticias y reportajes periodísticos.
Las circunstancias políticas que vivió el país a partir de 1999 impusieron cambios de diversas naturaleza a los cuales no escapó el tema de la información. La propuesta de Chávez establecía limitaciones e imponía riesgos hasta entonces desconocidos para los medios. El país se polarizó políticamente entre quienes asumían el proyecto chavista y quienes persistían en la necesidad de mantener el régimen democrático.
Desde los medios estatales se trató de orientar la noticia y sesgar los hechos con una visión ideológica, en un país que durante cuarenta años había conocido un juego abierto y plural de las ideas. Ningún medio escapó a esta endemoniada dinámica, menos aún podía hacerlo un canal especializado en las noticias y los análisis durante 24 horas continuas. De esta manera, Globovisión sin proponérselo, se convirtió en una referencia involuntariamente política.
Durante los años de grave tensión del 2001, 2002, 2003 y 2004 el canal se hizo entonces una inevitable referencia para los venezolanos que adversaban un proyecto cuyos objetivos eran contrarios al concepto de la libertad de expresión. Recuerdo una tarde de septiembre del 2002 cuando Leopoldo Castillo quien venía de conducir un programa radial, me invitó a compartir el programa inaugural de “Aló Ciudadano”. Era un día domingo y el espacio buscaba ofrecer una respuesta al ya famoso “Alo Presidente”. A los días la situación política se hizo más tensa, se produjo el paro petrolero y el programa que estaba confinado a las tardes dominicales se extendió a toda la semana con tres horas de duración.
La anécdota viene a cuento porque ahora Globovisión, después de enfrentar procesos administrativos, demandas y acosos de todo tipo, ha cambiado de dueño en una operación mercantil que no tendría nada de criticable. En ella entra a jugar de nuevo la presencia de Castillo en el equipo directivo aunque se anuncia que será por breve plazo. Ese solo hecho, más allá de cambios editoriales, hacen que la presencia del “ciudadano” sea una garantía de que la información veraz y el análisis certero seguirán presentes en las pantallas del 33.