La rebelión constitucional del pueblo venezolano
Nadie podrá reprochar a la MUD –no la máxima, la única representación política de la oposición venezolana- no haber recorrido paso a paso las normas constitucionales para llegar al RR16. Nadie podrá decir tampoco que la AN, desde el momento en que obtuvo la aplastante victoria del 6-D, no abrió al régimen una perspectiva de gobernabilidad. A ese régimen –cualquier gobierno democrático lo habría hecho- habría bastado reconocer la existencia de poderes independientes al interior del Estado. En lugar de eso desconoció a la AN por medio de un TSJ elegido a dedo por el mismo Maduro. El RR-16 surgió, en consecuencias, como resultado del desconocimiento del Parlamento por el Ejecutivo. Sin el 6-D no habría habido RR. Del mismo modo, sin RR el régimen no habría chocado nunca consigo mismo.
Nadie podrá afirmar que los partidos democráticos no asumieron la línea revocatoria con extrema constitucionalidad. Desde las primeras convocatorias, antes aún de la firma del 1% , acataron las disposiciones del CNE, aún las más arbitrarias. Incluso, cuando llegó el momento de firmar el 20%, a pesar de la monstruosidad emitida por la CNE, la de contar ese 20% por estado, el RR16 siguió inalterable su camino. Fue entonces, cuando el régimen advirtiendo que ya no podía frenar el RR16, decidió liquidarlo (no suspenderlo como reza el eufemismo) mediante un golpe de Estado, robando al pueblo su derecho a elegir, es decir, suprimiendo al pueblo como entidad política (un pueblo que no elige no es pueblo). Con ello el régimen cruzó definitivamente la línea que separa a una no-democracia de una abierta dictadura.
Nominalistas obsesivos afirmarán que esa no era la primera vez en que el régimen rompía con la Constitución, que esa más bien ha sido su norma y que por lo mismo, ya era una dictadura desde mucho tiempo atrás. Concedido. Pero una cosa es definir a una dictadura en términos jurídicos y otra en términos políticos.
La dictadura se definió a si misma, no jurídica sino políticamente, el 20 de Octubre de 2016. Desde ese día ya no es una dictadura tácita, es explícita. Ya no es de jure, es de facto. Ya no es reversible, es irreversible. Mas todavía: ya no es solo una dictadura de ejercicio, es además de origen. Pues al suprimir las elecciones el régimen destruyó la razón (electoral) de su origen, hecho que advirtió con claridad, desde la OEA, su Secretario General, el socialista Luis Almagro. O como expresó no con menos claridad el socialista español Felipe González: el régimen presidido por Maduro ya no acepta ningún tipo de elección.
Al impedir la rebelión electoral, la dictadura deberá enfrentar una rebelión constitucional: La rebelión constitucional del pueblo venezolano. Rebelión declarada por Henrique Capriles y por Henry Ramos Allup, este último en representación de la AN, el día 21 de Octubre de 2016.
El RR16 ha cumplido uno de sus cometidos. Enfrentado a la inminencia de una derrota, el régimen tenía solo dos posibilidades. O daba curso legal al RR según lo establecido en la Constitución, aceptando –como ocurre en un régimen democrático- la posibilidad de perderlo, o lo frenaba convirtiéndose en dictadura. La primera posibilidad habría sido la mejor, quizás más para el chavismo que para la oposición.
El chavismo, si hubiera seguido las reglas mínimas del juego, podría haberse reconstituido como el partido de la oposición a un futuro gobierno, con muchas posibilidades de retornar (los países latinoamericanos tienen muy corta memoria). Pero habiéndose impuesto el sector más violento, el más anti-democrático, el más anti-político del chavismo (sus símbolos son Diosdado Cabello y los hermanos Rodríguez) será muy difícil a los chavistas arrancar de su piel el tatuaje dictatorial que los marca.
Declarado como dictadura explícita, el régimen ha sellado su destino: el nombre de Maduro figurará al lado del de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Hay en consecuencias una relación estrecha entre el 6-D, el RR16 y la rebelión popular del pueblo venezolano.
El RR16 no ha fracasado. Todo lo contrario. Sin desaparecer del horizonte político, ha permitido que en su nombre la lucha haya tomado una forma superior: la defensa de la Constitución. En otras palabras: desde el RR16 ha nacido un movimiento constitucional y constitucionalista. Así como el RR16 iba más allá de la MUD (logró articular políticamente al 80% de la ciudadanía) la lucha por la reconstitución política de Venezuela va más allá del RR16.
Los tramos que seguirán después del golpe al pueblo serán los más difíciles. El SEBIN (La Gestapo del chavismo) asesorado por agentes cubanos, continuará deteniendo a dirigentes políticos. Los grupos para-militares (mal llamados colectivos) seguirán asolando las calles. El TSJ dictará sentencias difamatorias en contra de todo político que desafíe al régimen. No estamos inventando nada. Todo eso ya está ocurriendo.
La intensidad de la represión irá en aumento. El mismo dictador lo dijo: el turco Erdogan, al lado suyo, será un niño de pecho. Razones que obligan a toda la oposición a intensificar al máximo sus relaciones de unidad interna. La llamada Salida del 2014 ya es un episodio que quedó atrás. No vale la pena seguir discutiendo sobre eso. La historiografía del futuro enjuiciará y dictaminará.
Hoy, la amenaza viene desde otra esquina: la de los dialoguistas, personajes que han pisado la trampa tendida por el régimen y su ayudista, el español Rodríguez Zapatero.
Los dialoguistas son quienes al confundir el bienestar de sus dirigentes con el del país, confunden, además, los verbos dialogar y capitular. Naturalmente, ya llegará el momento del diálogo como hoy ya llegó el de la verdadera salida. En política todo tiene su momento. Equivocar el momento –lo saben los venezolanos muy bien- se paga muy caro.
Ahora, precisamente en estos momentos, la correlación de fuerzas es ampliamente favorable a la oposición. Esa oposición tiene a su favor a la mayoría, la hegemonía, la legitimidad y la Constitución.
La mayoría es indiscutida. La oposición ha arrebatado, además, las calles al chavismo. La hegemonía en el campo de las ideas es imponente. Al lado de la oposición se encuentran los máximos representantes de la cultura, de las artes y de la religión. La legitimidad, a su vez, yace en la propia defensa de la Constitución.
Esa Constitución, chavista en sus orígenes, hecha suya por el pueblo y por la oposición, es y será guía y objetivo de uno de los movimientos de liberación política más importantes de la historia latinoamericana.
Y las FANB ¿sacrificarán todo en nombre de un régimen minoritario, corrupto y anticonstitucional enquistado en el poder, a cambio de miserables privilegios? La oposición -lo ha reiterado Capriles- no los quiere como golpistas, ni siquiera en contra de Maduro. Solo les pide no disparar sobre el pueblo. Probablemente –al fin y al cabo, también son ciudadanos- si la oposición continúa siendo mayoritaria y masiva, no lo harán.
Volveré a escribir sobre este tema después de “la toma de Venezuela” convocada por la MUD para el día Miercoles 26 de Octubre. Día simbólico. Será el mismo día en el que la ciudadanía venezolana se preparaba para entregar tranquilamente su firma revocante. Tal como debe ser, tal como volverá a ser.
- PS. Después de dar término a este artículo leí que destacamentos armados del chavismo dirigidos por el alcalde Jorge Rodríguez, ante el beneplácito de la GNB, irrumpieron en la Asamblea Nacional con el objetivo de acallar a los parlamentarios de la oposición.
Esa es la perfecta imagen de lo que es la Venezuela de hoy. El protagonizado por esos maleantes ha sido quizás el mejor discurso pronunciado en la historia de la AN. Esa violencia organizada desde la brutalidad del poder ha desenmascarado la naturaleza del régimen mucho mejor que todas las palabras de todos los parlamentarios de la oposición. Las fotos ya está dando vuelta en el mundo.