Opinión Internacional

Las dificultades de la paz palestino-israelí

Las conversaciones entre árabes palestinos e israelíes continúan sin arrojar posibilidades cercanas de un acuerdo de paz. El reciente asesinato de un colono judío y del director de la televisora estatal palestina fueron tomaso como indicadores negativos para un convenio próximo. Sin embargo, tanto palestinos como la elite política judía actualmente en el poder y encabezada por Ehud Barak, siguen extremando esfuerzos por alcanzar un acuerdo contra reloj. Primero, antes que Bill Clinton abandonara la presidencia de los Estados Unidos (EE.UU.) y ahora, antes que se produzcan las elecciones para Primer Ministro en Israel. Proceso eleccionario en el cual Barak, no luce con muchas posibilidades de ser reelecto.

En tal sentido, piensan israelíes laboristas y palestinos en la necesidad de un convenimiento de paz antes de las próximas elecciones en la medida que:
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  1. Las posibilidades de una reelección de Barak son distantes y el ascenso del partido Likud al poder dificultaría más todavía un acuerdo de paz cercano y duradero. El candidato de ese partido, Ariel Sharon, ha develado un plan de negociación que de entrada no resulta en nada atractivo para los palestinos.
  2. El ascenso de George W. Bush a la presidencia de los EE.UU., también se torna un posible indicador de más adversidades para los palestinos. Cabe recordar, que en el lanzamiento de su candidatura y programa de gobierno en el año 2000, Bush manifestó claramente, en lo que corresponde a su política exterior en el Medio oriente, que fortalecería su apoyo a Israel, reconocería las aspiraciones de éste con respecto a Jerusalén como capital del Estado judío e impulsaría un acercamiento más estrecho con Arabia Saudita y las demás petromonarquías del Golfo Arabe-Pérsico, a quienes calificaba como los “amigos de los Estados Unidos en la región”.

Al respecto el programa señala:

    “In the Middle Oriente, the advancement of US interests requires clear and consistent priorities as well as close cooperatin with America´s friends and allies. We have four priorities for the Middle East. First, we seek to promote and maintain peace troughout the region. Second, we must ensure that Israel remains safe and secure. Third, we must protect our interests and ensure the reliable flow of oil from the Persian Gulf. And four, we must reduce the thereat of weapons of mass destruction in the region. Because America cannot achieve these objetives by acting alone, US policy must rest leadership that can build strong coalitions of like-minded states and hold them together to achieve common aims” (Plataforma del Partido Republicano para la Elección Presidencial 2000)

Con relación a Israel manifestaron los republicanos:

    “Its important for the US to support and honor Israel, the only democracy in the Middle East. We will ensure that Israel maintains qualitative edge in defensive technology over any potencial adversarios. We will not pick sides in Israel elecctions. The US has a moral and legal obligation to maintain its Embassy and Ambassador in Jerusalem. Inmediately upon taking office, the next Republican president will begin the process of moving the US Embassy from Tel Aviv to Israel´s, Jerusalem” (Plataforma del Partido Republicano para la Elección Presidencial 2000)

Dado lo que al menos discursivamente ha sido señalado como política exterior republicana en la Región del Medio Oriente, es de esperarse una preocupación legitima por parte del pueblo palestino. A esto debe sumarse, para incremento de las preocupaciones, la existencia de un gabinete republicano de línea dura en materia de política exterior y seguridad y defensa.

(%=Image(1101316,»L»)%)Planteadas así las cosas, resulta lógico pensar que tanto laboristas israelíes, palestinos y el mismo Clinton estuvieran aspirando lograr un acuerdo de paz, aunque solo sea marco, antes que las condiciones políticas cambien sustancialmente tanto en los EE.UU. como dentro de Israel mismo.

No obstante, en lo particular considero que solamente es posible alcanzar una paz próxima y duradera en la medida que amabas partes consideren aspectaos tales como:

  • Las partes deben flexibilizar sus convicciones religiosas e ideológicas, especialmente sus aspiraciones sobre la ciudad de Jerusalén, por parte de Israel, y acerca de los refugiados del lado palestino.
  • Cada pueblo debe llegara una disposición plena para la paz sobre la base de un consenso entre las fuerzas vivas de cada sociedad. Esto evitaría que un posible acuerdo de paz tuviera condición inestable debido a que algún grupo de presión dentro del pueblo palestino o israelí no lo consienten.
  • Ambos actores –palestinos e israelíes-, podrían tomar nuevamente en cuenta, como un punto significativo de referencia, la todavía vigente Resolución 181 (II) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del 29 de noviembre de 1947. La misma contempla el Plan original de partición del territorio de Palestina: partición del territorio en dos partes; una para la creación del Estado hebreo con 51% del territorio y otra para la creación del Estado Palestino con 49% de la superficie de la región; Jerusalén como ciudad internacional bajo supervisión de la ONU.
  • Israel debe asumir la devolución de los territorios ocupados desde la Guerra de los Seis días de 1967, de acuerdo a las resoluciones 242 y 243 de la ONU.
  • Incorporación al proceso de paz de nuevos facilitadores distintos a los tradicionales: EE.UU., Inglaterra, Francia, Rusia, Egipto.
  • Actores internacionales que han financiado el conflicto asistiendo política, económica y militarmente a las partes, deben moderar y recanalizar esa asistencia. En el caso de Israel, los EE.UU. y los grupos privados judíos en todo el mundo; en el caso de los árabes, los países petroleros.
Milko Luis González Silva: Profesor de petróleo y Geopolítica del Medio Oriente, Escuela de Sociología FACES/UCV; Investigador Petrolero IIES/FACES/UCV. Derechos de difusión del artículo ÓQuantum Investigaciones y Consultoría Integral. Todos los derechos reservados.
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