¿Resistencia o diálogo?
Aquí no hay diálogo posible desde lo político; el precario gobiernito en su soberbia piche se sigue comportando como si en las elecciones hubiera borrado con sus votos a sus adversarios. Sería exacto afirmar que es él quien desconoce a la Alternativa Democrática, a que sean los opositores los que se nieguen a admitir el ilegítimo gobierno de Maduro. Esta situación de por sí, traba cualquier iniciativa de diálogo y no al revés, en tanto que la acción de los demócratas se enmarca en cuestionar, ya no en sí mismo a Maduro -podría haber sido otro el candidato oficialista-, sino los mecanismos constitucionales, legales, institucionales y electorales que viciaron su elección.
Insistimos en que al no haber una aceptación de la realidad política que refleja, en el mejor de los casos para los «bolivarianos», como expresión de la mitad del país, no se puede dar lugar a acercamientos, pues encima de esto impulsan un persistente ejercicio de linchamiento, golpes parlamentarios, indiscriminada represión de la camarilla burocrática de enchufados, reforzada por la indignidad de la FAN, la Tibi y sus socias de cocina y otras fichas del PSUV: la Defensora del Pueblo y la Fiscal General en comisión de servicios bajo la modalidad revolucionaria de delincuencia organizada.
Para colmo, Capriles viene siendo hostigado en su condición de gobernador con el propósito de destituirlo, lo mismo que el alcalde Ocariz, víctima de artificiosos paros de transportistas tratando de fuñir a la población con el caos, inspirados por toda la vehemencia del enorme amor que son capaces de prodigar los «revolucionarios».
¿Puede carburar un diálogo en estas condiciones, aun en el caso de que la Alternativa Democrática acepte sentarse en una mesa para abordarlo? Algunos dirán que justamente por eso debían intentarlo. Es posible que en principio quienes piensen así, tengan razón. Pero ahora mismo hubo un acuerdo con los mayordomos castristas para reiniciar las sesiones legislativas por ellos dinamitadas en su afán de desconocer a la oposición.
Qué ocurrió. Chucky, el «Cabello» diabólico, se encargó de dañar el arreglo desafiando a Maduro, dando a su vez los pasos de representar una fracción, que además de disputarle el poder a éste, se lanza por la vía de una cruda confrontación sin importarle las peligrosas consecuencias que tendría para la quebrada legitimidad que se viene llevando por delante a toda la nomenclatura que incluye al propio Cabello. En este contexto, ¿con quién se va a dialogar, con Maduro o con el jefe de la AN? Si se observa bien, aquí los únicos ceñidos a la
Constitución militan en el campo democrático. Sobre los procedimientos legales en curso se sostiene la resistencia, respaldada por la contumacia de las desvergonzadas que se negaron a una auditoría integral. El diálogo no está reñido tampoco con las movilizaciones ni con la protesta. Por el contrario, estas acciones lo promueven. Pero ellos no lo van a entender así. La oposición convertida en decidido Movimiento Nacional por el cambio, se viene manejando en sus tiempos.
El momento del masivo y pacífico asalto a la calle se acerca.
No importa cuánta tropa ponga Maduro para disuadirla.
Una camarilla corrupta e impopular que sufre la enfermedad de la hegemonía sin tener músculos y se niega a reconocerlo, no tiene otro destino que su extinción.