Opinión Nacional

¿Otra revelación del pajarito?

El ilegítimo anunció esta semana que 900 mil personas no votaron por su candidatura el 14 de abril y que conoce con precisión, con los respectivos números de sus cédulas de identidad, quiénes fueron.

Esta revelación es sumamente grave y ha ocasionado un severo daño adicional a la credibilidad del sistema electoral venezolano del cual la población tiene ya más que justificada desconfianza. El solo hecho de que cuatro de los cinco integrantes de la directiva del Consejo Electoral sean militantes del partido de Gobierno y en consecuencia fieles lacayos del jefe del Estado, quien funge como jefe de esa organización política, es motivo más que suficiente para desconfiar del órgano electoral.

Con todo, para la elección presidencial el electorado puso de lado sus suspicacias y aceptó las seguridades de que su voto es secreto y que «sólo Dios y el propio votante sabían por quién sufragaba cada quien. «El sistema electoral venezolano está acorazado» nos decía una y otra vez la presidenta del CNE. «Es el mejor sistema electoral del mundo». También los voceros de la oposición nos dieron la seguridad de que las máquinas de votación son inmunes a cualquier intento de manipulación para alterar los resultados electorales.

Sobre esta base acudimos multitudinariamente a las mesas de votación, confiados en que nadie podía alterar nuestro voto. Pero luego comenzaron a emerger las denuncias de atropellos, abusos, amenazas, extorsiones por parte de elementos del partido de gobierno, y, lamentablemente también, por parte de integrantes del Plan República. La Mesa de la Unidad Democrática tiene registrados y documentados más de tres mil casos de interferencias de todo orden en el ejercicio ciudadano del sufragio.

Pero ahora, el propio titular de la jefatura del Estado, proclamado como tal por un CNE tramposo que le atribuyó una mayoría de votos resultante de una manipulación de los verdaderos resultados, le ha dado una estocada final a la confianza de los venezolanos en el sistema electoral.

La afirmación del ilegítimo acerca de los 900 mil votos que tiene identificados estuvo precedida de una campaña de destituciones de empleados y funcionarios en la administración pública y en las empresas estatales, de amenazas de despidos y de represalias contra electores que supuestamente no sufragaron por el candidato oficial.

Sin pretender contradecir a Eugenio Martínez, pienso que la historia de los 900 mil votos, puede tener su origen en alguna de las siguientes cuatro eventualidades:

1) Que el ilegítimo ha recibido información acerca de los verdaderos resultados de la elección y dispone de datos que el público general desconoce, lo que implicaría una conducta absolutamente delincuencial del CNE, que se suma a todas las irregularidades que ha cometido o que ha permitido se cometan a lo largo del proceso electoral.

2) Que se trata de un bluff, de una burla, del ilegítimo, lo cual no sorprendería conociendo su naturaleza inmadura. Una vez más estaría demostrando que, a pesar de su tamaño físico, el cargo de jefe del Estado le queda grande.

3) Que fue una nueva revelación del mismo pajarito que le anticipó que él sería el vencedor en la contienda electoral presidencial reciente.

4) La combinación de las tres anteriores.

Cualquiera que sea el origen de esa afirmación, se trata de un hecho sumamente grave que no tiene precedentes ni tiene cabida en un Estado democrático. Sabemos que esto último le importa un bledo al régimen y más bien sus acólitos celebran esta nueva barrabasada del ilegítimo como si se tratara de una gracia muy divertida.

Pero jugar con la buena fe y la confianza del venezolano puede resultar muy peligroso. Encima de que más del 50% de los venezolanos, incluso numerosos militantes del oficialismo estamos seguros de que hubo fraude el 14 de abril, el hecho de afirmar que tiene contabilizados e identificados 900 mil votantes, hace todavía más frágil la incipiente legitimidad de quien usurpa el sillón presidencial.

A todas estas el CNE no ha dicho «ni ñe», con lo cual contribuye a deteriorar todavía más el poco prestigio que pudiera quedarle y a corroer aún más la confianza del venezolano en el sistema electoral.

El ilegítimo y el CNE le deben al electorado venezolano una explicación clara y contundente. Tienen que decirnos si es verdad o es mentira lo de los 900 mil votos. Si es verdad deben decirnos cómo logró saberlo. Si es mentira tienen que decirnos qué persigue el ilegítimo engañando una vez más al pueblo. De lo contrario, más nunca nadie querrá acudir a las urnas electorales a depositar un voto que sabe de antemano que será burlado miserablemente.

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