Servicio funerario gratuito
Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida. Mario Benedetti
Esta Revolución Bolivariana no es tan peor como lo indica el siempre insidioso Imperio norteamericano. Pronto, muy pronto, en la acostumbrada y fastidiosa cadena nacional, el Designado anunciará la creación de la nueva misión revolucionaria: ENTIERRO BOLIVARIANO.
Esta nueva iniciativa socialista es producto de un largo y sesudo análisis por parte del Consejo de Ministros de la Revolución, que, en vista de la cantidad creciente de muertos por hambre, paludismo, falta de medicinas, médicos insuficientes, zika y dengue, malaria, ajuste de cuentas, ajusticiados en los operativos de las OLP, fallecidos en asaltos y secuestros, asesinados por encargo, atropellados y víctimas de los innúmeros accidentes de tránsito causados por el mal estado de las autopistas, carreteras, calles, caminos vecinales y trochas, ha decidido tender una mano solidaria a los incontables fallecidos del proceso.
La misión – por razones humanitarias socialistas – no distinguirá la causa de la muerte ni la condición social o ideológica de los beneficiarios de esta igualitaria iniciativa revolucionaria, el lema es. Si los matamos en vida, los ayudamos en la muerte.
Los afortunados beneficiarios de este programa que hemos copiado, como tantos otros, de la Isla de la Felicidad, entenderán que es un gesto de solidaridad tanto para el muerto como para con sus familiares; el gobierno revolucionario espera que sea reconocido en toda su dimensión humanitaria y sirva de ejemplo para otras naciones donde – paradójicamente – tanto la vida como la muerte valen por igual. En la Venezuela Socialista cumplimos a cabalidad lo repetido hasta la saciedad por el Comandante Supremo: Patria, Socialismo y Muerte.
Por supuesto que ciertas restricciones aplican: en virtud del carácter ateo de la Revolución no estarán permitidos rezos, novenarios, misas, jaculatorios, responsos, rosarios, rogativas, funerales ni velorios o lápidas. El entierro por razones de economía de escala será exprés: el muerto saldrá de la casa o de la morgue directamente al cementerio, donde el encargado de la misión esperará a que haya un número suficiente de cadáveres para enterrarlos en una fosa común, solidaria y revolucionaria, a fin de dar fiel cumplimiento al principio de igualdad – que no de libertad –, el norte del proceso revolucionario.
Las urnas serán de cartón resistente pintado de rojo, llevarán los respectivos ojitos del Comandante Eterno, quien protegerá a sus muertos como no pudo hacerlo en vida en razón de tanta guerra asimétrica y de las constantes amenazas del Imperio. Ciertamente, los sufridos súbditos bolivarianos comparten a plenitud lo expresado por Francis Bacon: “He meditado a menudo sobre la muerte y encuentro que es el menor de todos los males”