Hambre y miseria
Cumbo es una pequeña población barloventeña fundada en el siglo XVI por negros cimarrones escapados de las costas, que hoy tiene una población cercana a los 7 mil habitantes. Está ubicada en el municipio Andrés Bello, bajo el manto de ese ilustre humanista venezolano y universal, a lo que se une el patronazgo de Santo Tomás de Aquino, Doctor Angélico de la Iglesia Católica y patrono también de las universidades, ambos velando por los humildes habitantes de Cumbo.
A pesar de tan influyente amparo terrenal y divino, Cumbo en estos tiempos revolucionarios ha quedado ubicado dentro de las “zonas de paz”, creadas por el régimen para “rescatar los espacios a través del deporte y la cultura y así disminuir los índices delictivos”, cuando en realidad son espacios en los que al retirárse los cuerpos de seguridad del Estado, quedó la “custodia y protección” de la población en manos de bandas delincuenciales que, libres ya de cualquier freno o bajo la complicidad de las autoridades oficiales, han tomado esas zonas por asalto, para desespero de sus humildes pobladores.
En medio de asesinatos, descuartizamientos y otros horrores criminales nunca sancionados, ahora las bandas han decidido invadir las Casas de los Abuelos, que en número de 37 ha instalado el gobierno de Miranda para atender a unos 1.200viejitos. La casa de los abuelos de Cumbo es una de ellas, tomada por asalto ¿Qué buscan? Comida. Luego de saquear las casas para llevarse computadoras y enseres varios, ahora buscan comida, lo único que quedaba. A punta de pistola se imponen sobre las promotoras, exigiendo ser servidos, quitando el plato a los abuelos que temerosos, van dejando de asistir y de nutrirse con el único bocado diario que muchos tienen oportunidad de ingerir. La pérdida de peso, unos 2 Kg por mes, es evidente en gran parte de los abuelos.
Bien dice una angustiada promotora que las casas de los abuelos se están convirtiendo en comedores del hampa. No es solo en Barlovento sino también en Valles del Tuy y en cualquier territorio convertido en “zona de paz”.
En el otro extremo de la escala vital están los niños. Encuestas realizadas en Miranda indican que al igual que en todo el país, 50% de ellos se van a dormir sin haber cenado, con las consiguientes repercusiones negativas en su desarrollo físico e intelectual. Con el programa de alimentación escolar MiPAE de Miranda se atiende a más de 103 mil estudiantes, de los cuales un tercio declara que esa es la única comida que hacen al día. Tan grave es la situación que este año, con los poquísimos recursos disponibles en la gobernación, se implementó un programa de Escuelas Solidarias en las zonas más depauperadas del estado, a través del cual se alimentó a unos 8 mil niños durante el período vacacional de agosto, con el apoyo de unos 400 voluntarios.
Hoy en día la miseria ha llegado a tal punto que se calcula en 17% la población venezolana que está buscando sustento en residuos de restaurantes o basura, al punto de que algunos gerentes de supermercados y otros establecimientos de alimentos han empezado a separar los residuos vegetales de los proteicos, en ánimo de “facilitar” el trabajo de recolección a quienes hurgan en los desperdicios. Un espectáculo bochornoso, humillante, que nos aflige en lo más profundo del ser, impropio de un país que recibió y dilapidó un millón de millones de dólares en estos 17 años de desenfreno revolucionario.
No en balde, el gobernador de Miranda ha emitido el decreto 2016-0182 (Gaceta Oficial Estadal 4471, 08/09/2016) a través del cual se declara la crisis alimentaria en todo el territorio estadal, a los fines de promover la activación de mecanismos de cooperación, apoyo y solidaridad que permitan afrontar la referida situación de infortunio que azota a la población del estado. Al mismo tiempo, se eleva un exhorto al Poder Legislativo Regional para que active los mecanismos que permitan atender las carencias presupuestarias de los programas de atención a niños y abuelos, en ánimo de paliar sus necesidades nutricionales, seriamente mermadas por la crisis alimentaria actual.
Bien decía Tomás de Aquino, patrono de Cumbo, que “la justicia es la firme y constante voluntad de dar a cada uno lo suyo”. Y en eso estamos, un pueblo abrumado que espera la oportunidad del referendo revocatorio en 2016 para enderezar nuestro destino en un ambiente de justicia y paz.