Estados Unidos, Iraq y el sistema internacional
Hace poco más de una década, con el fin de la Guerra Fría, la caída del Imperio Soviético y el derrumbe de la utopía comunista (aunque algunos en Venezuela todavía no se han enterado), se terminó el siglo XX y entramos en un período de transición. Un período caracterizado por un ingenuo optimismo, la democracia y la economía de mercado habían demostrado su superioridad y era sólo cuestión de tiempo para que todos los países del mundo se encaminaran por el camino de la razón y el progreso. Para muchos había llegado el fin de la Historia (Fukuyama “dixit”). Las relaciones internacionales se reducirían, básicamente, a resolver los problemas económicos y comerciales. En el mundo desarrollado, había llegado la “nueva economía” de la bonanza sin fin.
El 11 de septiembre del 2001 inicia el siglo XXI, se acabó la transición, el sueño terminó en pesadilla, la Historia ha resurgido y es horrible. Los Estados Unidos, el gran vencedor de la Guerra Fría, perdió su “virginidad”. Se extinguió para siempre la invulnerabilidad de su territorio continental, preservada durante dos guerras mundiales. A diferencia de Pearl Harbour, el enemigo no es un Estado, sino una compleja y organizada red de terroristas fanatizados, que sin embargo tienen el apoyo de algunos Estados, los “Estados forajidos”, y se reproduce y se desarrolla particularmente en los territorios de los “Estados fracasados”, como Afganistán y Somalia. Se acabó el concepto absoluto de la soberanía nacional. La distinción entre asuntos internos y externos se difumina. El ataque al régimen de Saddam Hussein hay que analizarlo, básicamente a la luz del 11 de septiembre, el petróleo es un factor relevante, sin embargo, hay que comprender que los Estados Unidos tienen suficientes, abundantes y seguras fuentes de suministro petrolero, actuales y potenciales, para no requerir, existencialmente las reservas de Iraq. Para los dirigentes norteamericanos, particularmente hombres como Rumsfeldt, Wolfowitz y Armitage, la verdadera pesadilla es un ataque terrorista con armas de destrucción masiva y la permanencia de Saddam en el poder era, antes o después, la garantía para la realización del sueño de Osama Bin Laden. El enemigo de mis enemigos es mi amigo, así lo entendió el anticomunista Churchill cuando en 1941 apoyó con entusiasmo a la Unión Soviética atacada por Hitler. Frente a la perplejidad de algunos conservadores británicos, aclaró que apoyaría al mismo Satanás para enfrentar al enemigo prioritario. Por eso no importa que Saddam, como antiguo miembro del Baath panárabe, secularizante y socialistoide, sea ideológicamente contrario al fundamentalismo islamista de Osama. Para ambos, el enemigo prioritario son los Estados Unidos.
Entre los miembros de la Unión Europea rige la kantiana “paz perpetua”, negociaciones y derecho, eso sí, con la garantía de la defensa externa norteamericana. En el resto del mundo, quien más y quien menos, seguimos viviendo peligrosamente, en la anarquía hobbesiana , en otras palabras, en la “selva”.