Elías Pino: Al venezolano se le hizo pensar que es incompetente desde la colonia
Más de 200 años de historia republicana y nuevamente el estado de Venezuela se ubica en el foco de atención. Desabastecimiento de alimentos básicos y medicinas, altos índices de criminalidad, conjugado a una profunda crisis social y política, han provocado que esté en boca de la comunidad internacional el devenir del país en los últimos meses.
Para muchos expertos la responsabilidad de esta situación recae principalmente en la gestión del gobierno, encabezado por el presidente Nicolás Maduro y, a su vez, por su antecesor y principal impulsor de la autodenominada «Revolución Bolivariana», Hugo Chávez. No en vano realizan estos señalamientos, pues, este proyecto político lleva liderando la nación desde hace más de 17 años.
Sin embargo, la coyuntura actual pareciera estar más vinculada a la apertura de la etapa democrática republicana que se dio a mediados del siglo pasado, los conflictivos procesos que antecedieron este hito, marcados en gran medida por la apatía, impregnada en la población venezolana desde los orígenes de la época colonial, hechos que hoy en día siguen siendo materia de estudio para entender el porqué de nuestro presente.
Elías Pino, historiador, profesor universitario e Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, concuerda con este argumento, pues -dice- «el presente depende del pasado, no solo porque lo produce sino también porque los motivos y los intereses procedentes de su seno siguen presentes (…) Están allí, en el centro o en la periferia, como parte de la misma estructura».
Es por ello que destaca la llegada de los viajeros españoles a tierras americanas como un acontecimiento que dejó una huella imborrable en el pensamiento y posterior desenvolvimiento de nuestra naciente sociedad. Una cultura que impuso el conquistador y que posteriormente se convertiría en un “establecimiento continental”.
Desde su perspectiva histórica, ¿cuál fue el hecho que caracterizó la formación del carácter del venezolano?
Cuando nosotros (los venezolanos) nos preguntamos cómo somos debemos remitirnos al periodo colonial. En el caso de Venezuela, existieron unos documentos muy importantes que se traducen de una manera distinta y que nos hace distintos, dejando una huella indeleble. Estos escritos fueron las Constituciones Sinodales de 1687. Son la Ley Canónica, es decir, un manual de conducta establecido por Dios a través del Obispo de Caracas, en aquella época era Diego de Baños y Sotomayor. Fue una disposición que necesariamente se tenía que obedecer. Eso ocurre en el periodo fundacional, cuando nos estamos formando como sociedad. No la puso ni Hugo Chávez ni Rómulo Betancourt, sino el mismísimo Dios. Aceptada absolutamente y rigió desde 1687 hasta 1904, sin ningún tipo de protesta o alguna leve crítica ni en escrito, pensamientos o actitudes. Imagínate todo lo que ocurrió en ese periodo: primero el poblamiento que se convierte en cultura colonial, luego la independencia, después el liberalismo, las guerras civiles, Gran Colombia y su separación, la creación de la autonomía, el ciclo laico de Venezuela, y tras todo eso la Ley Canónica no es tocada ni con el pétalo de un rosa.
Además en aquellos años también se formó la idea de que Venezuela es un paraíso terrenal, una tierra de gracia
Así es, porque Cristóbal Colón tenía conjuntivitis, pero también tenía una lectura medieval del mundo. Por eso cuando llegó a América la catalogó como un paraíso terrenal, pero lo llamativo es que ese argumento se prolongó a través del tiempo, como dijo Alonso de Ojeda: Esta tierra de Gracia. Los republicanos nos encargaríamos de convertir ese mito en realidad. Una forma de verlo es con un símbolo fundamental de la patria: el Escudo Nacional. Es la comunicación de la abundancia, las muestras de ese paraíso salen por las cornucopias que nos llenan sin tener que trabajar, como sería en un paraíso.
Además, Bolívar en una oportunidad habló en el Correo del Orinoco del nacimiento de una gran nación que se llamaría Colombia, llena de esmeraldas y montañas, confirmando esa idea, casi sin pensarlo. Y luego sale un pozo de petróleo que ratifica la sensación colombina de que vivimos en el paraíso. A nosotros eso se nos va remachando a través de los padres de la patria.
Volviendo a las Constituciones Sinodales, ¿qué se determinó allí?
Uno de los puntos fundamentales para entendernos es que allí se estableció la ineptitud del venezolano. Se nos hizo pensar que no somos competentes y que por ello necesitamos ayuda. Además se nos dividió en dos tipos de personas: Los padres de familia y la multitud promiscual.
Los Padres de Familia fueron aquellos, según la Ley Episcopal, que tenían servidumbre y propiedades entregadas por el monarca, por tanto tienen la obligación de pagar esos beneficios enseñando a los que se catalogarían como incompetentes, es decir, la multitud promiscual (negros e indios y las criaturas nacidas de su mezcla), casi todo el pueblo de Venezuela.
¿Por qué se establecieron estas diferencias?
Porque consideraron que esta multitud no era capaz de entender los dogmas de la religión católica, ni las pautas de la civilización, y por eso se tenía que estar sujeto a inspección de los Padres de Familia. El mensaje era que aquella Multitud no era competente para resolver el rompecabeza de la vida y por consiguiente había que darles luz.
Estamos en el 1687 y se decreta que la mayoría del pueblo de Venezuela no sirve para enfrentar los desafíos de la vida, y no lo dice un conquistador o aventurero, lo dice la Madre Iglesia, y no hay ninguna actitud ni individual ni colectiva que reaccione contra esa declaración de ineptitud.
Pero por su condición, estos Padres de Familia gozaban de una gran influencia. Además de fungir como una especie de guías en favor de Rey, ¿cuál fue su papel durante aquellos años?
Ellos eran la cúpula de la sociedad por disposición del Rey y de Dios, y posteriormente de este grupo emergerían los próceres de la independencia. Se diría entonces que dejaron sus beneficios para convertirse en portavoces de una sociedad moderna e igualitaria. Es probable que no, lo cual se confirmó con el discurso de Angostura. Bolívar es el padre de familia que se proclama como pedagogo de la sociedad. «Tú no puedes, eres como Ícaro, no sabes volar pero yo te enseño, así que te aguantas», dijo entonces.
A partir de ese pensamiento, ¿nace esta tendencia hacia un Estado con políticas proteccionistas que dominaron durante gran parte del siglo XX?
Más que un Estado se empezó a formar una élite desprendida del tronco colonial que se va a encargar del territorio. Él (Bolívar) habla como el presidente de una República que va a existir y para ello quiere instituciones pedagógicas que se pueden relacionar con el Estado.
Es decir, ¿no se estableció una idea de libertad verdadera, a pesar de haber salido de la opresión de la Corona española?
Sí, pero se promulgó una idea de libertad controlada porque se impregnó en la gente que no tenía posibilidad de manejarla. Eso era como ir a una escuela de manejo para que el pedagogo blanco instruya, sea a Bolívar o alguien parecido.
¿Y cuánto afectó esta insistencia en rebajar las capacidades de los venezolanos en el desarrollo del país?
Bueno en que esta declaración de ineptitud condujo a la imposibilidad de congeniar con el trabajo. Muchos pardos de la época creían que no era necesario hacerlo porque siempre serían pobres, según la disposición eclesiástica.
Cuando salimos de la Gran Colombia y entramos a Venezuela se funda la sociedad económica de amigos del país que le va a decir al venezolano que debe ir a trabajar, ¿pero acaso ellos eran idiotas que en el año 1830 no sabían que el trabajo es importante? Lo que ocurrió es que nadie se los había dicho.
Entonces comienza toda una enseñanza para demostrar que el trabajo es importante y de él se obtienen riquezas que son buenas.
Este fue un pensamiento nuevo y capitalista que choca con las Constituciones Sinodales y las costumbres coloniales. Ahora sí se está ante una verdadera revolución. Lo lamentable es que esa intención no tuvo asidero. En el camino hubo un golpe de Estado y se regresa al control militar y de la Iglesia, es decir a lo infructuoso del pasado.
Pareciera entonces que las situaciones siempre ubican la necesidad de un militar en el poder
No tanto de un militar, sino de que estuviese alguien. Todo esto que parece aislado, no lo es y no tiene solución de continuidad. La prédica fundamental de inicios del siglo XX hasta la muerte de Juan Vicente Gómez es sobre el César Democrático, es decir, la sociedad no es competente para llegar al estadio superior que plantea Augusto Comte en el catecismo positivo. Para ello se necesitaba a un hombre fuerte y bueno que algún día nos haría republicanos y democráticos. Eso lo plantean todos los grandes autores de la época, como Vallenilla Lanz y José Gil Fortoul.
El mensaje era: “Espere que usted es el republicano del futuro, mientras permítame pulirlo y luego veremos”. Ese postulado lo confirman 27 años de dictadura gomecista.
En el marco de las discrepancias entre Gobierno y oposición, ¿hay algún antecedente a las dificultades que actualmente enfrenta el país?
Hay que determinar que la historia no es comparable. Lo que pasa en un periodo anterior no se emulará jamás. Pero en términos generales se puede decir que hay situaciones tensas en la sociedad que procuran un cambio. No hubo peor crisis en nuestra historia que la de la independencia y la superamos sin necesidad de intervención extranjera, a fuerza de trabajo y fábrica de una nación y eso lamentablemente lo ignoramos. Venezuela se hace laborando en las fincas, en los negocios y bodegas, sin petróleo y sin oro. Pero primero había que realizar un gran reclamo ante la realidad de la nación. Lo importante de esa acción es que no se hace en contra del Rey de España, sino hacia el mismo proyecto republicano y el padre de este, Simón Bolívar. Los venezolanos de entonces tuvieron la valentía de enfrentar su destino y procurar la creación de un nuevo proyecto.
Podría decirse que tras estos últimos 17 años, ¿se ha transformado el pensamiento de incapacidad del venezolano dentro de la sociedad?
La educación del siglo XIX estuvo enfocada en mantener ese concepto de incapacidad. En el siglo XX no hubo una educación en la que se insistiera en lo cívico. Eran materias marginales que por consiguiente producían conductas marginales. En los únicos lugares que se pudo fomentar la pedagogía del republicanismo fueron las universidades. Y eso se debe a que la vida universitaria es proclive a la deliberación y a la discusión con el maestro, pero son focos reducidos que no llegaban al resto de la sociedad. Es un asunto de escuela y casa.
¿A qué se atribuye que siga costando tanto ese cambio?
A que no hay cosa más complicada en la historia que cambiar. Un historiador francés dijo en una oportunidad que la ‘historia es una prisión a largo plazo’. No se maneja por el reloj nuestro, sino por un calendario muy pesado y moroso. Por eso la gente no quiere revoluciones, sino continuar con la rutina y cuando se quiebra eso, se rompe el ritmo de la vida y se puede quedar ciego en un momento determinado.
El cambio que hoy en día se va a dar es consecuencia del que comenzó en 1958, es un mismo proceso, pero que está llegando a su final. La realidad lo agotó. El discurso del petróleo ya no es tan determinante, además la situación ya tocó a la puerta de cada uno. Es la historia personal que se convierte en un destino colectivo y así se hace la república.
Pero con manifestaciones como la del pasado 1 de septiembre, da la impresión que hay una ciudadanía mucho más activa
Es la realidad que existe ahora que reclama por una reacción distinta, mucho más ciudadana. Yo salgo por mis hijos, quiero el referéndum y nadie me mandó, es algo espontáneo. Cada contexto tiene su resorte y uno reacciona de acuerdo con el golpe de ese resorte. Eso es lo bueno de la historia, que es inédita siempre. No podemos saber que va a pasar.
En este escenario actual, ¿qué papel han tenido las redes sociales? ¿Cuán importante han sido?
Eso ha sido algo muy notable. Anteriormente, si se necesitaba enviar un mensaje de Caracas a Maracay y estaba lloviendo mucho era imposible que llegara la comunicación porque las bestias no podían pasar por el camino. La información de la República no existía y eso le pasaba a toda la ciudadanía porque estaban aislados. Ahora no solamente existe, sino que cada uno forma parte de ella a través de las redes sociales. La información llega, por más asfixiados que puedan estar algunos medios de comunicación a causa del Gobierno.
¿Y qué le falta aprender a los dirigentes opositores tras todos estos años de conflicto político?
Creo que seguramente están valorando mucho sus cualidades. La oposición ha hecho una gran labor de concertación y organización, imprescindible, pero deben entender que la fuerza no la tienen ellos sino la sociedad civil.
¿Cuáles serían los retos de la sociedad de cara a un eventual proceso de transición en el poder?
Los retos de esta sociedad son mayúsculos, pero pasan principalmente en que todos trabajemos y entendamos por fin que no somos ineptos sino todo lo contrario: Una sociedad de compromiso. ¿Nos vamos a comprometer cuando jamás lo hemos hecho? Ese es el gran desafío que tenemos como nación.