En Barcelona la estupidez reemplazó a la ciencia
(%=Image(8022526,»L»)%)Buenos Aires (AIPE)- La verdad es que muchos congresos y conferencias que reúnen a intelectuales terminan siendo una farsa, en la medida que son influenciados por motivaciones políticas y dependen de dinero de los gobiernos.
Recuerdo que me pidieron colaborar en la organización de seminarios internacionales para promover las privatizaciones en la Argentina en los años 90. Promover privatizaciones era loable, pero la organización del congreso dependía de dinero del gobierno y de compañías que aspiraban comprar las empresas estatales para disfrutar de privilegios monopólicos. Además, el éxito de la conferencia dependía de la participación de altos funcionarios, incluyendo al Presidente, ya que no se trataba de privatizaciones reales –la venta o liquidación en un mercado libre–, sino de transferir empresas estatales a manos privadas, argentinas o extranjeras, que operarían bajo «marcos regulatorios» que podían cambiar sustancialmente la naturaleza del negocio. En consecuencia, para los compradores potenciales era extraordinariamente importante el contacto directo con los políticos reguladores antes de proceder a adquirir esas empresas del estado.
La moraleja de esta experiencia personal es que en ese seminario organizado por una renombrada organización privada no se podía hablar mal ni del gobierno ni de las empresas que intentaban quedarse con privilegios monopólicos. Recuerdo que se me exigió que retirara una columna que había enviado a un periódico, criticando severamente el monopolio de Aerolíneas Argentinas, en trance de ser adquirida por la entonces estatal Iberia. En otras palabras, se trataba de un proyecto para hacerle propaganda al gobierno.
El reciente Forum Barcelona 2004 no fue una excepción. ¿Imagina usted una ciencia sin un resultado unívoco? Por ejemplo, donde dos más dos pueda ser cuatro o cinco o veintiocho. Es cierto que un edificio construido sobre roca necesita una estructura diferente que el construido sobre arena pero, precisamente, lo que esto demuestra es que como la ciencia es unívoca admite una sola verdad objetiva; al ser la base diferente, el resultado tiene que ser diferente.
Pero en Barcelona han decidido que no, que la ciencia puede tener diferentes resultados y así no hay soluciones unívocas. Todo vale con tal de no ofender a quien financia la farsa. Un grupo de economistas reunidos en la última jornada del Forum que duró casi cinco meses concluyeron que “no hay una sola vía para el desarrollo” económico y cuestionaron la eficacia de las recetas “neoliberales” en los países pobres. Participaron, entre otros, Paul Krugman, de la Universidad de Princeton; el Nóbel Joseph Stiglitz; Guillermo de la Dehesa, presidente del Centre for Economic Policy Research y el asesor económico de La Moncloa, Miguel Sebastián.
Krugman reclamó ayudas para evitar que los países en desarrollo “vuelvan atrás hacia un mayor proteccionismo”. En lo que coincidió con Sebastián, para quien si no se producen cambios “volveremos a todo tipo de intervencionismos, nacionalismos y proteccionismos”. Pero esto, en realidad, esconde que se pretende aumentar la intervención estatal que recauda por vía impositiva los recursos para «ayudar» a los países en desarrollo.
Stiglitz presentó la Agenda de Barcelona para el Desarrollo, en presencia del redactor del Consenso de Washington, John Williamson. Dicho consenso, suscrito en 1989 por funcionarios del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional “apuesta por aplicar recetas ultraliberales para impulsar el desarrollo económico mundial”. Según Stiglitz, “países como India o China han conseguido grandes éxitos con fórmulas diferentes a las consensuadas”. Es verdad que el Consenso de Washington contiene ideas mejores que las del opositor Consenso de Buenos Aires de Lula y Kirchner, pero cómo puede ser «ultraliberal» cuando proviene de bancos multiestatales como el Banco Mundial y el FMI. Si fueran realmente liberales comenzarían con la inmediata autoliquidación de ambas instituciones.
Al debate asistieron también ex dignatarios socialistas como el español Felipe González, el portugués Antonio Guterres y el francés Lionel Jospin. Es decir, los partidarios del estatismo llamaron a sus adictos para hacer propaganda política, supuestamente en nombre de la ciencia económica.
(*): Miembro del Departamento de Investigaciones de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE).