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El prodigioso y oculto talento de Maduro

Maduro es altísimo, su estatura es un factor primordial en la conjunción de elementos que hacen posible su extraordinario talento para hacer difíciles cálculos a distancia, talento que mantuvo totalmente oculto hasta el primer día de septiembre cuando, contrario a la promesa que se había hecho a sí mismo de no mostrar su privilegiada condición, para no opacar aún más a quienes conforman su entorno, mediocres heredados, parte del legado que recibió de sus padres putativos, Hugo y Raúl, junto con el “Plan de la paaaatriaaa”, dos prendas de vestir con las que no se puede disfrutar en ningún evento, zapatos de concreto y camisa de fuerza que lo presionaron por el embudo rojo rojito del “socialismo del siglo21”, esa engañifa que a él más que a muchos le consta que es el absoluto gemelo del socialismo del siglo 20. Porque vivió en las entrañas de la sucursal que la casa matriz instaló en el Caribe y, por ironía del destino le tocó encargarse de la sucursal de la sucursal. Una manera de pagar la beca estudiantil de la que disfrutó durante su estadía en La Habana, desde donde recibe sus directrices (o va él directamente a buscarlas, cuando se siente muy arrinconado o la Cuaima lo ladilla demasiado. Total, como decían cuando el bagre, “jefe es jefe manque tenga cochochos”, y los reales son para gastarlos -aunque no sean suyos, ni esos viajes sean imprescindibles, en realidad la mayoría han sido perfectamente inútiles-, porque a medida que ha aplicado las medidas que le recomiendan los expertos habaneros, la cosa se le ha ido poniendo como a las púberes, cada vez más peluda).

Pero volvamos a lo del talento que por su sorprendente modestia ha mantenido oculto. Cuando en alguna porción del planeta se produce una manifestación, por el motivo que sea, siempre surge la preocupación por saber cuántos participaron. Hay diversos métodos para medir multitudes, y los resultados con cualquiera de ellos son aproximados, dado que no hay manera de pasar lista como en un salón de clases, o contar las butacas si se trata de una sala de Cine o Teatro. Se puede distribuir a los miembros de un equipo para que cuenten el número de personas que pasan frente a cada uno de ellos, a lo largo de una franja espacial y un lapso de tiempo, durante varios momentos, antes, durante y después del clímax del evento. Se pueden estudiar fotos aéreas de la muchedumbre, poniendo cuadrículas para calcular con más precisión la cantidad de personas en cada cuadro, tomando en consideración que la densidad por metro cuadrado aumenta en relación inversamente proporcional a la distancia al escenario donde ocurre lo esencial (Concierto, Inauguración, Acto político, Pachanga popular, etc). Mientras más cerca de la tarima, menor distancia, mayor es el número de asistentes que se apretujan, más densidad por Mt2, para disfrutar de la cercanía de los protagonistas del evento que los congregó allí, cantantes, poetas, líderes. Cuantificar una multitud requiere no sólo de varios expertos, también recursos tecnológicos y tiempo para interpretar toda esa data, que nunca dará resultados perfectos, siempre aproximaciones. Pero la colosal estatura de Maduro, en combinación con ese don natural que tiene para los números y las númeras, le permite medir con absoluta precisión, no sólo la cantidad exacta de personas presentes en el acto que él convoca y perifonea (lo cual ya es para asombrarse), sino que ese ultrasensorial mecanismo que mantuvo en secreto hasta ahora, le permite calcular, con un margen de error de menos dos a más dos individuos/individuas, la cantidad de apátridas y apátridos que -organizados y pagados por la embajada de los yunaited esteits, ¿cuándo no?- se apersonaron en tres avenidas -distintas y distantes entre sí, pero bajo control del SEBIN en todo momento, que no les quepan dudas ni dudos– en respuesta al esquema de golpe suave y guachamarón que la ultra derecha burguesa, oligarca y pitiyanqui prepara desde que el Lenín de Sabaneta se escondió en aquella vieja casona que hoy resguarda su facsímil en cera, aquel golpe bueno y filantrópico del 4F92, que dejó a todos los venezolanos satisfechos y a la espera de más verbenas como aquella, pletóricas de cotillón y amooooor.

Pues Maduro, al que muchos llaman “diente roto” y “desde el jardín”, dejó atónitos a los científicos del mundo entero al indicar que a su acto habían asistido trescientas mil personas, y que la sumatoria de las serpenteantes muchedumbres, alegres y multicoloridas, que desde todas las porciones de Caracas marcharon hacia sus tres espacios de convergencia, le dio un total exacto de Treinta mil escuálidos, acá no hay margen de error, lo del -2+2 aplica para las ñángaras y los ñángaros que hicieron temblar el pavimento de la avenida Bolívar, hasta los tequeteques desde El Calvario hasta el Jardín Botánico de la odiosa y contrarrevolucionaria U U UCV. En la foto que puso Diosdado en Twiter no aparece ni la mitad de los que fueron, el galán de El Furrial -a tono con Maduro- se comportó como un caballero digno y Mazocotudo, no quiso mostrar la espectacular asistencia roja rojita en su apogeo, para no golpearnos más con esa innegable demostración de superioridad numérica (luego se dijo que esa imagen era del 2012, pero todos sabemos que Diosdado es incapaz de difundir una falsedad o hacer maldades. Él mejjjmo tomó esa foto como a las 5 pm, con el repele de los milicianos y colectivos que más se encariñaron con esa avenida, por confirmarles que estarán en el poder hasta el dos mil siempre). Y como lo que está a la vista no necesita anteojos, se sobreentiende que por cada opositor hay diez feligreses de la religión del charlatán eterno, Maduro no lo dijo por magnanimidad, pero nos enseñó el tramojo. Lleva meses, junto a su CNE y su TSJ, buscando la forma de hacernos entender -sin humillarnos- que es una terrible pérdida de tiempo y de prestigio seguir empeñados en el REVOCATORIO, porque la Matemática no falla, y estamos condenados a lograr uno de cada once votos. Él lo demostró plenamente al dar sus cifras, venciendo su natural modestia y rompiendo el juramento de Omertá, que no se supiera de sus privilegiadas dotes para medir multitudes. Por cada disociado que no lo quiere -por obvios y graves desequilibrios mentales, que en la añorada URSS del querido camarada y padrecito  Stalin, eran tratados con esmero y eficiencia en la red hospitalaria denominada GULAG-, hay diez que lo adoran, lo veneran, y están más que dispuestos a gritar “Con hambre y desempleo, con Colas y Bachaqueo, con Maduro me resteo”. En Villa Rosa, Margarita, para calcular la cantidad de vecinos que lo caceroleaban, como la triangulación la hace desde su cabezota pero debe estar a la intemperie, sin muros ni obstáculos entre la antena, que es el bigote, y la multitud a calcular, se salió de la camionetota para hacer un paneo a su alrededor, y ya había calculado que no pasaba de siete la cantidad de inconformes que “van pa’l cielo y van llorando”, cuando le acomodaron un cucharonazo detrás de la oreja derecha, que le desalineó el bigote e interrumpió la digitalización de la data recolectada visualmente. Pero pasado el susto, se consoló al sacar la cuenta y saber que 70 Villarroseños lo adoran, y por reacción agradecida, al siguiente día les envió 70 bolsas CLAP y cuatro autobuses full de enfranelados rojos, para que garantizaran que los 7 malucos de esa urbanización no fueran a practicar Bullying con la mayoría roja rojita, y les quitaran las bolsas. Por si las moscas, la Casa Militar ya puso a Villa Rosa en la lista negra, por ahí no vuelve a pasar Nicolás.

Si la MUD antepone su terquedad y desoye esta valiosa información que por pura generosidad nos obsequia Maduro, se expone a una derrota y a un derroto de consecuencias y consecuencios mortales para ese piche 9,09% que conforma todo el capital humano de que dispone la contrarrevolución en Venezuela.  ¡¡ Cacerola y Muerte, Correremos ¡!

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