Nuevos fracasos en la guerra contra las drogas
(%=Image(8022526,»L»)%)Buenos Aires (AIPE)- Paraguay y Argentina están conmocionados por el asesinato de Cecilia Cubas y el transporte de drogas a través del aeropuerto internacional de Buenos Aires, Ezeiza.
La hija del ex presidente paraguayo Raúl Cubas fue secuestrada por un grupo del Partido Patria Libre (PPL), el 21 de septiembre y luego asesinada, aun cuando se pagaron 800.000 dólares por el rescate. Los secuestradores recibieron ayuda y asesoramiento de las FARC. Colombia ofreció enviar a Paraguay a Rodrigo Granda, el llamado «canciller» de las FARC que hasta hace poco vivía en Caracas, si ese país solicita la extradición para juzgarlo por su vinculación con el secuestro y asesinato de la joven.
El secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, viajará a la Argentina el 7 de marzo para tratar sobre mejoras en los radares en nuestro país, que asegurarían una mejor intercepción de vuelos ilegales vinculados al narcotráfico o al terrorismo. Pero el problema es que mucha droga viaja en los vuelos legales.
El 16 septiembre de 2004, en Madrid, se incautaron 60 kilogramos de cocaína en valijas marcadas «Embajada argentina en Madrid”, que venían desde Buenos Aires en un vuelo de Southern Winds, empresa privada argentina, asociada con la nueva estatal Lafsa. La denuncia se realizó aquí un mes después y luego de hacerse pública el 15 de febrero se procedió a la remoción de 17 oficiales la Fuerza Aérea Argentina. Entretanto, las filmaciones de 150 cámaras de seguridad fueron borradas.
«Es imposible que una carga de 60 kilogramos no sea detectada por los dos escáneres -de la Policía Aeronáutica y de la empresa de aviación- y de los perros», dijo la Fuerza Aérea. En 2004 se incautaron 264 kilos de cocaína en Ezeiza, pero a nivel mundial se calcula que lo incautado es entre el 8% y el 12% de lo que pasa por los aeropuertos. Irónicamente, el lugar donde la situación es más grave es en EEUU, aun con los sistemas más modernos y sofisticados.
A los muchos que proponen la legalización de las drogas, como la revista británica The Economist, se sumó el Premio Nóbel de Economía Gary Becker. En una publicación reciente, «The economic theory of illegal goods: the case of drugs», Becker, Kevin Murphy (de Chicago) y Michael Grosman (NBER) concluyen que «combatir las drogas legalizándolas y fijando un alto impuesto es más eficiente que continuar prohibiéndolas».
¿Por qué la guerra contra las drogas no se gana? Porque el juego consiste en no ganarla. Así se justifican enormes cantidades de dinero para «combatirla», a la vez que se promueven altos precios y millonarias ganancias a narcotraficantes que gozan de monopolios y que al ser clandestino su consumo no se puede prevenir, detectar ni curar.
El narcotráfico se nutre de mano de obra barata entre los desocupados, que abundan gracias a inflexibles leyes laborales en la región y de los campesinos cultivadores que prefieren sus más altos rendimientos. Así vemos que una hectárea cultivando coca produce unos 7.500 dólares al año contra 600 dólares cultivando café y 1.000 dólares cultivando cacao.
Entre los grupos violentos están los terroristas, en particular las FARC que, según Ted Galen Carpenter, de Cato Institute reciben unos 600 millones de dólares al año del narcotráfico. Muchos de estos grupos guerrilleros desaparecerían si no fuera por el financiamiento que logran con el tráfico de drogas.
El diario La Nación de Buenos Aires informó que 50 toneladas de cocaína circulan anualmente en la Argentina y que apenas unas tres toneladas son decomisadas.
Para terminar con el narcotráfico hay que legalizar el consumo, lo cual a su vez permitiría un mayor control, como sucede con el tabaco y el alcohol. Es realmente trágico que a los jóvenes a quienes no se les venden cigarrillos ni cerveza tengan más fácil acceso a la cocaína.
(*): Miembro del Departamento de Investigaciones de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE).