Participativo y protagónico
En una de las primeras difusiones con las cuales abobaba a los inanes que se deleitaban con sus cadenas, Boves II acuñó la frase que aparece como título hoy. La sonora locución era una suculenta carnada que los crédulos se tragaron con el anzuelo, el sedal y hasta el plomo porque el tipo se arropó con lo establecido en el Art. 62 de la Constitución, el cual señala expresamente que “Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos (…) La participación del pueblo (…) es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo…”. Pero su actuación no pasaba de ser —empleo un venezolanismo—otra “bajeada” de una serpiente ponzoñosa para adormecer a la víctima que va a comerse. En todo caso, los incautos oyentes creían que el pitecántropo se refería a la primera acepción que el mataburros nos ofrece para el verbo “participar”: “tomar parte en algo”; y que lo de “protagonismo” implicaba que ellos iban a “desempeñar el papel más importante en cualquier hecho”, para seguir con las acepciones del DRAE. ¡Para nada!, lo que el muerto eterno tenía en mente era la tercera definición: “noticiar, comunicar”; en fin, hacerles saber qué era lo que él había decidido y que ellos debían acatar sin rechistar. Y, de paso, que el único protagonista era él: su barinesa majestad; que el pueblo iba a ser solo extras en el reparto, el montón amorfo que asintiera dócilmente a las burradas salidas de la primera jeta de la república.
Como contraprestación a esa sumisión de las masas, el primer perifoneador de Venezuela, además de seguir aturdiéndolos con consignas, muy de cuando en cuando los calmaba con unas migajas y con más medidas populistas de esas que solo han servido para quebrar a la nación. Su heredero —el animal que cree que puede acallar las caceroleadas dándole empujones a una viejita margariteña— creía que podía seguir con la misma receta. Es que ni él ni sus “economistas” se habían percatado de que ya no podían mantener la regaladera. Cuando, ¡por fin!, tomaron conocimiento de la dura realidad que les había legado el muerto difunto, inventaron lo de la guerra económica, lo del golpe de Estado (con nueva versión de los paracachitos y todo) y demás zarandajas. Quien sí se dio cuenta de la incapacidad del régimen para cumplir hasta con los más elementales deberes de un gobierno, como es asegurar una aceptable alimentación de la población, fue el pueblo; despertó del adormecimiento producto de 18 años de bajeos y entendió lo que hemos estado diciendo desde el primer día: que los actuales detentadores del poder para lo único que son buenos es para robar.
¡Y salió como ríos de sus humildes barriadas el 1-S para, ahora sí, ser participativo y protagónico! A algunos los emocionan las fotos tomadas desde los drones por sobre la Francisco de Miranda. Y en verdad son sensacionales. Pero, en lo personal, la que me dice más de esa jornada es la del torrente humano, con camisas blancas, que salía de La Vega a unirse con sus paisanos y hermanos en el este de la ciudad ante la mirada atónita de un grupito con franelas rojas que —aunque puestos allí para inhibir a los manifestantes— no pudo sino dejar pasar al gentío. Esa, y la de la gente de Carpintero bajando a unirse a la Toma de Caracas fueron las que más me llenaron.
Fotos que debió tener presentes la hija de mister Magoo —por lo ciega y por los anteojotes— cuando intentaba convencer al cuerpo diplomático de que dizque solo eran 30 mil los manifestantes. ¡Hay que ser bien desfachatada para afirmar tamaño bulo! Que lo diga José Temiente, pase; en fin de cuentas, tenemos más de medio siglo encallecidos en contra de sus mentiras. ¡Pero de alguien que despacha desde la Casa Amarilla! Uno tiene que maravillarse de esa manía tan roja de designar a personas en los cargos no por lo que saben y pueden lograr para el país sino por el carné político. Solo pensar que esa machorra se sienta en la misma silla que usaron Consalvi, Calvani e Iribarren Borges —por mencionar solo a tres— le causa escalofríos a uno. Por estar ocupada con lecturas mandadas por el Partido Comunista de Cuba, Delsy Eloína nunca se enteró de aquello de W. Churchill: “el celo y la eficiencia de un representante diplomático se mide por la calidad, no por la cantidad de la información que aporta”…
Nadie en su sano juicio puede negar que la convocatoria de la MUD para el 1-S fue un exitazo. La jactancia de Torrealba cuando le dijo al ilegítimo que no convocaba para la avenida Bolívar porque le iba a quedar chiquita estuvo justificada por lo demás. Me siento orgulloso de haber viajado a Caracas, pese a las trancas artificiales que nos pusieron. Como cerrar uno de los tubos del túnel de La Cabrera porque iban, ¡qué coincidencia!, a asfaltarlo. ¡A asfaltar algo que tiene piso de concreto! Ni para esos inventos son buenos. En todo caso, estoy feliz de haber participado. Y, ¡ojo, Delcy Eloína!, muerto de la risa porque era tanta la gente que había delante de mí en la Río de Janeiro, que no pude pasar del puente Veracruz. Imposible dar un paso más hacia El Rosal. Solo en ese tramo debía haber más del doble de lo que dijiste en tu patraña ante los embajadores…
Y el miércoles siete, te vamos a meter otra gentará. Esta vez, en cada capital de estado…