La paz y debate en Colombia
Después de la firma del Tratado de Paz en La Habana, entre el gobierno de Colombia y las FARC, que indica que el camino de la negocación era el único que podría poner fin a más de cincuenta años de guerra, se abre un intenso debate en la sociedad colombiana para que mediante el voto la mayoría decida si aprueba o rechaza los términos del acuerdo. Paralelamente la Conferecia de los Comandantes Guerrilleros de todos los frentes de las FARC se reunirán para decidir acerca de si refrendan o no el Tratado firmado por la alta jerarquía militar de esa organización que llama a la pacificación.
Y aunque el debate politico adquiera ribetes de polarización entre quienes tienen influencia importante en la conducción política de ese país, en torno a los términos del acuerdo, lo que queda fuera de toda discusion es el interés de la mayoría de los colombianos por poner fin a una Guerra que ha destruido la vida de centenaries de miles de colombianos, sin que haya posibilidades de cambio por esa cruenta vía, y alcanzar un estado de covivencia civilizada en el que impere la paz de una manera definitiva.
La discusión interna que obligatoriamente debe producirse en todos los comandos de las FARC, como sucedió en todos los frentes guerrilleros de América Latina después de la muerte del Ché Guevara en la selva boliviana, repercusión que al parecer había resistido la guerrilla colombiana, ya produjo las primeras consecuencias políticas, y no por cobardía, sino por evaluaciones objetivas de una nueva realidad que racionalmente los inclina a buscar la paz, negociando con el gobierno de Juan Manuel Santos, quien ha ofrecido garantías para el ejercicio libre de la política por medios legales.
El final de la violencia en Colombia ya está más cerca de lo que piensan los más dogmáticos y fundamentalistas jefes guerrilleros, que abandonaron las principales banderas de la liberación nacional, de la construcción de una sociedad democrática con justicia social, para caer en el narcotráfico y en una guerra que violaba todas los derechos humanos mediante el secuestro y asesinatos de inocentes trabajadores del campo que no se identificaban con sus ideas y acciones criminales. Y también una gran lección para algunos extremistas de la política, por lo que deben renunciar a su lógica de la venganza, en el interés de la nación colombiana.
Y si Colombia logra entrar en una etapa de pacificación que avance inexorablemente hacia un acuerdo definitivo, que inserte a la mayoría de los actuales guerrilleros en la lucha democrática, América Latina puede evolucionar, con mayores posibilidades de éxito hacia una comunidad de naciones democráticas, que les permita superar el atraso económico, la dependencia de materias primas y la pobreza. Colombia y Venezuela una vez que se haya realizado el Referendo Revocatorio del mandato del Presidente Maduro, y producido un cambio democrático y de progreso social, también entrarían en paz y podrían actuar conjuntamente para impulsar la Unión de Naciones del Sur (UNASUR)
Y aunque el debate revelará diversas diferencias, como corresponde a una sociedad democrática, la tendencia mundial hacia la globalización no sólo de la economía, sino también de la política democrática mediante la defensa de los Derechos Humanos, el combate al terrorismo, el narcotráfico y la corrupción, incorporará a Colombia al concierto universal de las naciones civilizadas, que le abra el futuro del primer mundo.