La hora de los juicios
Todos sabían que el ex dictador Augusto Pinochet moriría pronto luego del infarto que recientemente sufriera. Así como todos sabemos que al dictador Fidel Castro le queda poco tiempo de vida (¿años, semanas, días?) y, por lo tanto, los medios de comunicación se van preparando para las biografías y los análisis sobre este personaje histórico.
Todos conocemos también las polémicas que surgirían tras la muerte de ambos. En el caso de Castro, está claro que los que ya son indiferentes en vida a su larga tiranía en Cuba asistirán a la isla y lo despedirán en funerales excelsos, que llorarán la marcha final del único líder que conocen generaciones adoctrinadas para adorar al mito, más que al auténtico hombre.
En el caso de Pinochet, el tema del funeral y el balance de su gestión como dictador de Chile son mucho más polémicos, puesto que su país logró una transición a la democracia. Por lo tanto, incluso quienes lo adoran o afirman que condujo a su país hacia el camino de la prosperidad -asunto discutible- saben que en el actual régimen de libertades es delicado exaltar su ‘reinado de terror’, amparado por las grandes potencias occidentales democráticas en la década de los 70 y 80.
Esta es la hora cuando le preguntarán a los analistas políticos y de asuntos internacionales qué opinan sobre Pinochet, sobre cómo deberían realizarse sus exequias, cómo hay que recordarlo y qué piensan sobre el registro que dará la Historia a sus años en el poder.
En mi caso, adelanto lo que pienso:
• No se debe celebrar su muerte porque si hay algún aporte importante de occidente al mundo, es el culto a la vida -a diferencia de lo que sigue ocurriendo en algunas culturas orientales. Por lo tanto, espero que sean muy pocos los chilenos que festejen su fallecimiento.
• Es una lástima que no lo hayan enjuiciado a tiempo para que pagara en vida su responsabilidad por sus crímenes contra miles de chilenos. Y queda la pregunta de si no se completó este proceso por falta de tiempo o, justamente, esperando a que llegara este día para evitar complicaciones que dividieran a la sociedad chilena.
• En cualquier mención histórica, el carácter totalitario del régimen de Pinochet y sus violaciones de los derechos humanos deben ocupar un renglón importante en cualquier enciclopedia, biografía o análisis.
• Llama la atención el énfasis que se hace sobre pasados dictadores con legítimas polémicas que se deben ventilar, mientras proliferan neodictadores y autócratas elegidos electoralmente en nuestros tiempos, y se ignora olímpicamente las violaciones de derechos humanos que estos realizan en nuestros tiempos, siempre y cuando guarden ciertas fachadas democráticas.
Todos estos juicios y reflexiones son aplicables también para el caso de Fidel Castro -el único dictador recibido con bombos y platillos en países democráticos- cuando le llegue la hora final por la única justicia capaz de procesarlo en el régimen actual cubano: la divina o la biológica, que es la misma para quienes colocan a Dios en sus ecuaciones.