¡Que envidia te tengo Colombia!
La envidia es hija del deseo y de la comparación, procesos humanos que no pueden evitarse pero a los cuales hay que poner la regulación debida. Hay que generar habilidades que nos permitan entender lo que se siente para transformar el malestar padecido en un incentivo para alcanzar los que se quiere tener y controlar sus efectos. Hay que darle el exacto valor a los propios conocimientos, habilidades y destrezas aprendiendo a definir los fracasos como retos a los cuales vencer buscando los cambios necesarios para optimizar la factibilidad de los objetivos y justipreciando cada paso en que se avance hacia lo que queremos.
Cuando nos miramos en nuestras condiciones electorales mermadas por el afán de imponernos modelos superados por la historia y vemos el éxito de Colombia con el sano comportamiento democrático de sus autoridades electorales en pleno acatamiento a su normativa y a un pueblo, que pese a sus problemas, acude con confianza a sufragar; no nos queda mas remedio que sentir una sana envidia.
Cuando vemos la certidumbre y la seriedad de los electores colombianos que acudieron a votar manualmente y contaron sus votos en situación que los honra, viéndonos a nosotros maltratados por una parafernalia automatizada en la cual es imposible hurgar en su interior para probar la veracidad del reflejo de nuestra voluntad electoral; no nos queda sino sentir envidia de Colombia.
Cuando escuchamos la declaración ponderada de vencedores y vencidos, agradeciendo unos su triunfo, felicitando a sus electores por el esfuerzo realizado, reconociendo los que quedaron fuera del primer lugar el válido triunfo de su contendor; no podemos sentir otra cosa que sana envidia.
Cuando disfrutamos desde este rincón del mundo la celebración de una fiesta democrática en la cual se preparan las mejoras del futuro sin un lenguaje ofensivo ni soez, con palabras prometedores de etapas mejores de crecimiento, producción, trabajo y bienestar en libertad; sentimos, al compararnos, una envidia impulsadora para afinar tácticas y estrategias que nos conduzcan a situaciones parecidas a las que hoy vive nuestra hermana república.
Invitamos a los venezolanos de buena voluntad a mirarnos en ese espejo democrático para actuar en consecuencia, buscar materializar unas primarias que nos proporcionen un liderazgo legitimado y compartido generador de confianza, que nos proporcione una dirección hacia el éxito que como país nos merecemos.
Hacemos un llamado a la sindéresis de quienes aspiran a conducir el timón de la patria para que se deshagan, de afanes egocéntricos, de agendas ocultas y pactos deshonrosos y se presenten ante los venezolanos con las manos limpias y las ideas frescas para que todos nos sintamos fraternos en esta lucha con pasos firmes hacia una verdadera democracia.